Por Germán Masserdotti
“Bienaventurada es
nuestra patria porque en ella un cristiano puede llegar a ser santo –afirmó
Enrique en una de sus intervenciones públicas–. Bienaventuranza es una palabra
que quiere decir felicidad, y con ese significado la explicó nuestro Señor
Jesucristo en el Sermón de la Montaña. Felices somos, pues, nosotros, los
argentinos que podemos cumplir todas y cada una de estas bienaventuranzas. Hay
mucho de bueno que hacer en nuestro país aun cuando a veces no lo parezca. Está
a nuestro alcance y posibilidades hacer triunfar al cristianismo, y, por lo
tanto, debemos hacer lo que a ello contribuya de un modo u otro. Si empleamos
bien todos los medios existentes a nuestra disposición, somos más fuertes de lo
que pensamos. ¡Actuemos! Las Sagradas Escrituras dicen que los santos juzgarán
la Tierra”.
En Enrique Shaw, esta
“recapitulación en Cristo” (Ef. 1, 10) de la vida social argentina tuvo como
ámbito especial de acción el mundo económico y, todavía más en concreto, el
empresarial. “Hay que «estar» en los problemas temporales, pero no quedarnos
prisioneros de los problemas temporales –sostuvo Enrique Shaw–. La gran tarea
de la hora presente es la animación espiritual del orden temporal, la
reintegración de todos los valores profanos en una concepción total de la vida
y del mundo según Cristo”.
Anticipadamente, él
predicó con el propio ejemplo las enseñanzas del Concilio Vaticano II: “Los
cristianos que toman parte activa en el movimiento económico-social de nuestro
tiempo y luchan por la justicia y caridad, convénzanse de que pueden contribuir
mucho al bienestar de la humanidad y a la paz del mundo. Individual y
colectivamente den ejemplo en este campo. Adquirida la competencia profesional
y la experiencia que son absolutamente necesarias, respeten en la acción
temporal la justa jerarquía de valores, con fidelidad a Cristo y a su
Evangelio, a fin de que toda su vida, así la individual como la social, quede
saturada con el espíritu de las bienaventuranzas, y particularmente con el
espíritu de la pobreza.
Quien con obediencia a
Cristo busca ante todo el reino de Dios, encuentra en éste un amor más fuerte y
más puro para ayudar a todos sus hermanos y para realizar la obra de la
justicia bajo la inspiración de la caridad” (Gaudium et spes, 72).
Enrique Shaw y el
estudio, la difusión y la aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia
Como afirma Sara Shaw
de Critto en Viviendo con alegría. Testimonios y breve biografía de Enrique
Shaw, su padre “era un entusiasta de este tema [la Doctrina Social de la
Iglesia], organizó una librería para difundir libros relacionados a ella y
consideraba que su conversión se debía a la lectura de un libro sobre estas
cuestiones”. Y agrega: “Si bien falleció antes del comienzo del Concilio
[Vaticano II], tenía la visión de un precursor, especialmente referido al
apostolado de los laicos”.
Apuntaré tres ejemplos
en que se puede verificar a Enrique Shaw como estudioso, difusor y practicante
de la Doctrina Social de la Iglesia.
Estudio
“Su fe comenzó en su
infancia basada en lo que le relataban sobre la piedad de su madre, continuó en
el colegio La Salle y se transformó en una fe de adulto cuando era guardiamarina
de veinte años de edad.
Encontró por casualidad
un librito que lo entusiasmó y que lo llevó hacia lo que él llamó su
«conversión». Fue durante una licencia estival que pasó en Mar del Plata. Era
del Cardenal Verdier y la obra: Manual de cuestiones contemporáneas”.
“Esta lectura
–testimonió Cecilia, su esposa– fue como un relámpago de luz para él que
iluminó todo un mundo que desconocía, hasta entonces no había podido
intelectualizar su fe. Esta ya existía desde que era niño, pero allí llegó a la
madurez. Esto lo llevó inmediatamente a la lectura del Evangelio y la Biblia,
de la Rerum novarum, Quadragesimo anno y otras publicaciones de la Doctrina
Social de la Iglesia”.
Difusión
Como apunta Sara, su
hija mayor, su padre tenía “gran interés en que hubiera un diario católico y
por la evangelización a través de los medios de comunicación social. En 1954
comenzó a contribuir para sostener el diario católico El Pueblo, de larga
trayectoria en el país y el único católico de circulación nacional”. El Pueblo
había sido fundado por el P. Federico Grote, sacerdote y religioso redentorista
alemán, en 1901. El diario “tenía problemas para cubrir sus costos. Enrique
comprendió la importancia de este medio de comunicación y ayudó a mantenerlo
desde 1954 a 1956”.
Sara también destaca
que su padre, “con un grupo de amigos gestionó el control de la editorial
Haynes que estaba a punto de cerrar en 1957. Esta empresa había sido
propietaria de ocho diarios, entre ella Radio El Mundo, y también del diario de
la mañana El Mundo, con un tiraje de 300.000 ejemplares y de dos revistas”. El
mismo Enrique Shaw afirmó: “El hombre de empresa católico debe ser capaz de
desapegarse del miedo a perder los bienes en los cuales se apoya para tener
seguridad económica, y, confiando en Dios y con prudente optimismo, tomar algún
riesgo, sobre todo si se trata de desarrollar riquezas naturales o de crear
nuevas y auténticas fuentes de trabajo, o aquellas formas de empresas
–periodismo, por ejemplo– que, aun cuando riesgosas e improductivas, pueden
contribuir al bien común”.
Aplicación
La conocida Ley
Nacional de “Asignaciones familiares” (sancionada como Decreto-Ley 7913/57) se
debió al trabajo intenso de Enrique Shaw. Como también consigna Sara, la gran
consideración de Enrique Shaw “a la familia lo motivo a contribuir a ella a
través de la legislación. Junto con los colegas de ACDE contribuyó a
desarrollar el proyecto de Ley Nacional de Asignaciones Familiares.
La propuesta era ayudar
a que todos los que hicieran un trabajo similar tuvieran un mismo nivel de
vida”.
En este sentido,
escribió Enrique Shaw: “Para que haya justicia y paz y se avance en la calidad
de vida de la población es necesario hacer acciones concretas, que se resuelvan
problemas de la vida cotidiana. La implantación legal del salario familiar
requirió muchos esfuerzos técnicos, jurídicos y económicos. No había oposición
a este proyecto, pero nadie se molestaba en hacer los estudios previos”.
Algunas conclusiones telegramáticas
Qué enseña Enrique Shaw
a los empresarios: unidad de vida entre la fe y su profesión.
Qué enseña Enrique Shaw
a los políticos argentinos: contar con empresarios que buscan, como ellos
mismos deben hacerlo en primer lugar, el bien común de los argentinos.
Qué enseña Enrique Shaw
a los sindicalistas: la empresa, además de una comunidad de trabajo, en primer
lugar, es una comunidad de vida.
Concluyamos con
palabras esperanzadoras citando a Gonzalo Tanoira, actual presidente de ACDE:
“Hoy podemos aprender
mucho de su actitud [la de Enrique Shaw] para vernos con los enormes desafíos
del futuro. Humanizar la vida y la economía. Refundar un nuevo camino de
progreso basado en los valores de honestidad intelectual y práctica, la
cooperación, escucha activa y el diálogo que busca acuerdos básicos. ¿Podremos
los argentinos?”.
(Fuente: ACDE, 10-5-21)