El Centro de Estudios cívicos administra un canal, donde están archivados-hasta la fecha-cuarenta y siete videos sobre distintos temas (historia, apologética, política, Doctrina Social). Puede accederse escribiendo en el buscador Centro de Estudios Cívicos
El drama de la pobreza
Centro de Estudios Cívicos
Nadie puede
dudar que el principal problema que aqueja a la sociedad argentina es el de la
pobreza, que afecta al 36,5 % de la población (17,3 millones). La línea de
pobreza está indicada por la Canasta Básica Total: $ 120.000, mientras la de
indigencia corresponde a la Canasta Básica Alimentaria: $ 52.989. Cabe señalar,
que el 80 % de los jubilados cobra la jubilación mínima: $ 43.353, es decir, se
encuentra en la indigencia, pese a haber trabajado y aportado previsionalmente.
A su vez, el Salario Mínimo Vital y Móvil está fijado en $ 54.500, es decir,
que quienes trabajan sólo tienen garantizado cobrar la mitad de lo que
necesitarían para no ser pobres.
Una
manifestación clara de la pobreza la encontramos en las villas miseria o
barrios populares, que son aquellos que se encuentran integrados por familias
agrupadas bajo diferentes grados de precariedad y hacinamiento, en donde más de
la mitad carece de títulos de propiedad del suelo y de acceso a los servicios
básicos: agua corriente, gas natural, energía eléctrica y cloacas. Estos
lugares, identificados en el Registro Nacional de Barrios Populares, han
crecido exponencialmente hasta los actuales 5.687, donde viven 5.000.000 de
personas. Acaba de prorrogarse por diez años, la ley 27.453 que suspende los
desalojos en estos barrios cuando hayan sido levantados en tierras usurpadas.
(1)
Vinculado a
lo anterior, el panorama del trabajo muestra características preocupantes: los
trabajadores registrados suman 12.034.000 (sectores privado, público y
monotributo); mientras 6 millones trabajan en el sector informal, y otros
1.337.136 permanecen desocupados. (2) En forma progresiva, las autoridades
gubernamentales han recurrido a medidas que procuran paliar las consecuencias
negativas del ingreso insuficiente de tantas familias a través de aportes
dinerarios. Dichos subsidios, en forma de planes, que se otorgan de modo
permanente u transitorio, son motivo de quejas constantes de quienes consideran
injusto que el Estado mantenga a personas que no trabajan.
Nuestro
Centro de Estudios Cívicos, considera necesario sentar posición sobre este
tema, frente al que, como católicos y como ciudadanos, no podemos permanecer
indiferentes. Como guía para el análisis, contamos con la doctrina social, que
nos permite iluminar nuestro transitar por la vida con la brújula de los
principios y la experiencia milenaria de la Iglesia. La obligación moral del
trabajo rentado, se remite a menudo a la Segunda Carta a los Tesalonicenses: el
que no quiera trabajar que no coma (2 Tes. 3, 10). En realidad, la frase en
griego οὐ θέλει ἐργάζεσθαι
significa “no está dispuesto a
trabajar”, es decir, que no acepta colaborar con el sostenimiento de la comunidad ni
realiza nada útil.
Sobre esto se
expidió una encíclica: La obligación de ganar el pan con el sudor de la propia
frente supone, al mismo tiempo, un derecho. Una sociedad en la que este derecho
se niegue sistemáticamente y las medidas de política económica no permitan a
los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de ocupación, no puede
conseguir su legitimación ética ni la justa paz social. (3) De hecho, es ínfima
la proporción de personas que se limitan a vivir de limosnas o mantenidos por
su familia, sin realizar ninguna tarea que les permita obtener los bienes
necesarios para sostenerse a sí mismos. La mayoría de quienes necesitan ayuda
estatal para obtener un ingreso suficiente que le permita sostener a su
familia, requieren esa ayuda pese a que trabajan o trabajaron, como demuestran
las cifras citadas al comienzo.
Un
diagnóstico completo y objetivo, debe concluir que no se trata sólo, o
principalmente, de un problema económico, sino del fracaso de la política que
tiene por finalidad lograr el bien común de la comunidad. Un reciente artículo
(4) recordaba una frase de Malraux: “los pueblos no sólo tienen los gobiernos
que se merecen, sino los que se les parecen”; agregaba el periodista que es
habitual en muchos argentinos señalar que es el peronismo el causante de todos
los males que afectan a la Argentina. Sin embargo, durante el primer centenario
(1910) cuando esa fracción política no existía, otro intelectual francés,
Clemenceau, notó en una visita a esta tierra: “no he conocido ningún otro país
en donde tanta gente cree tener derecho a vivir del Estado”.
La doctrina
es clara: El Estado que quiere proveer a todo, que absorbe todo en sí mismo, se
convierte en definitiva en una instancia burocrática (…) Lo que hace falta no
es un Estado que regule y domine todo, sino que generosamente reconozca y
apoye, de acuerdo con el principio de subsidiariedad, las iniciativas que
surgen de las diversas fuerzas sociales y que unen la espontaneidad con la
cercanía a los hombres necesitados de auxilio. (5)
No obstante,
y dada la crisis extrema que existe en nuestro país, el deber de otorgar las
convenientes subvenciones indispensables para la subsistencia de los
trabajadores desocupados y de sus familias es una obligación que brota del
principio fundamental del orden moral en este campo, esto es, del principio del
uso común de los bienes o, para hablar de manera aún más sencilla, del derecho
a la vida y a la subsistencia. (6)
Otro factor
de la realidad del mundo actual, que no puede omitirse, es la creciente
automatización de las tareas productivas y de servicios, que disminuye la
necesidad del trabajo humano, y que ya ha provocado millones de desempleados, e
incluso –según la Organización Internacional del Trabajo- conducirá a la
desaparición de más de la mitad de los oficios existentes. Autores como Jeremy
Rifkin, vienen alertando sobre esta revolución tecnológica que está
substituyendo a los seres humanos por máquinas, y que hará que cada vez sean
necesarios menos trabajadores para producir los bienes y servicios requeridos
por la población mundial. (7)
Por ello, se
están experimentando en varios países distintas variantes de ingreso básico
universal o renta básica, destinadas a reemplazar las asignaciones familiares y
otros subsidios, como garantía de que toda familia o ciudadano, disponga de un
ingreso mínimo que le permita obtener los bienes indispensables para una vida
digna. (8) Por cierto, que el diseño y la implementación efectiva de esta forma
de ayuda social, deberá ser analizada por especialistas y decidida por las
autoridades gubernamentales. Pero el fundamento ético de esta manera de
redistribución sería el derecho de todos a participar de los beneficios del
incremento de la productividad y del crecimiento de la riqueza nacional por la
aplicación de las nuevas tecnologías, así como una compensación por la
disminución de empleos y de la concentración de la riqueza. Transferir una
parte de los beneficios hacia aquellos más necesitados y menos propensos a
poder disfrutar de los avances de la economía, es una forma de concretar la
justicia social, puesto que: “Hay reglas económicas que resultaron eficaces
para el crecimiento, pero no así para el desarrollo humano integral. Aumentó la
riqueza, pero con inequidad, y así lo que ocurre es que aparecen nuevas
pobrezas”. (9)
Córdoba, 10-11-2022
Dr. Andrés Torres - Dr. Carlos Vargas- Prof. Flavia
Villani - Dr. Mario Meneghini- Arq. Jorge Cima - Dr. José González del Solar
Referencias
1) Infobae, 9-10-2022.
2) Andrés Kilpphan, Infobae, 31-8-2021.
3) Juan Pablo II. “Centesimus annus”; p. 43.
4) Perfil, 6-11-22
5) Benedicto XVI. “Deus caritas est”; p. 28,
6) Juan Pablo II. “Laboren exercens”; p. 18.
7) Jeremy Rifkin. “El fin del trabajo”; Paidos, 1996.
8) Andrés Torres: www.foroazulyblanco.blogspot.com/2020/01/el-ingreso-basico-universal.html
9) Francisco. “Fratelli tutti”; p. 21.
El Sínodo alemán y el rinoceronte gris del cisma
P. Jaime
Mercant Simó
Dr. en
Estudios Tomísticos
Debemos ser
previsores y prepararnos para afrontar una situación que, por su magnitud, sólo
podremos analogar con los hechos acaecidos en la primera mitad del siglo XVI en
el norte de Europa. Las cuestiones candentes del Sínodo alemán, presentadas
estos días en Roma, significan un verdadero desafío a la curia romana y al
Papa, al cual puede que no le quede más remedio, in extremis, que aplicar un
severo correctorium, para proteger la comunión eclesial
Contemplamos
actualmente con estupor un espectáculo, dantesco, según mi impresión,
protagonizado por la mayor parte de los obispos germanos, juntamente con sus
teólogos, y por un gran número de los participantes activos del llamado Camino
sinodal (Der Synodale Weg) alemán. Podríamos encontrar fácilmente las fuentes
de este desorden eclesial en el espíritu de independencia protestante o en la
mundanización y relajación de las costumbres, pero creo que también existe una
razón muy profunda en el orden de las ideas, de índole metafísica.
Como bien
sabemos, un principio fundamental de la metafísica escolástica es aquél que
afirma que el obrar sigue al ser; operari sequitur esse. Dicho de otro modo,
existe una dependencia metafísica fundamental de las acciones u operaciones de
los entes respecto de su propio ser. La naturaleza de los entes es la misma
esencia, considerada como principio de operación, y esta misma esencia es la
que recibe el ser, acto y perfección (actus essendi), y, en definitiva, raíz
fundamental de todo obrar ulterior. Sin embargo, en todo lo tocante al Sínodo
alemán, deberíamos tener en cuenta que la teología del Rin contemporánea, que
lo mueve e inspira, está contaminada por una serie de postulados
antimetafísicos de corte idealista. El paladín por antonomasia de la nueva
teología germana ha sido y sigue siendo, no tanto l'enfant terrible Hans Küng
(1928-2021), como algunos podrían sospechar, sino, más bien, Karl Rahner
(1904-1984). La teología trascendentalista del teólogo de Freiburg y de sus
seguidores, que son legión, no plantea que el obrar siga al ser, sino, más
bien, que el ser (sein) sigue al pensar (denken) o conocer (Erkennen), o, más
exactamente, que ambos términos se identifican sic et simpliciter [1],
olvidando que únicamente en Dios existe una identificación de su propio ser con
su inteligir, como enseña el Angélico Doctor: «esse Dei est suum intelligere» [2].
Ésta es, según
mi opinión, la raíz metafísico-teológica del espíritu del Sínodo alemán que, de
forma inexorable, parece que corre con precipitación hacia el abismo del cisma,
o sea, de la separación del cuerpo místico de Cristo. Por supuesto que los
fautores de este delirium tremens van mucho más allá de la teología rahneriana,
sin embargo, pienso que, en sus principios, se asientan sus propuestas y
conclusiones, encontrando, pues, su degeneración en la inercia de las premisas
que las fundamentan.
Los
participantes del Sínodo alemán, especialmente los más activos y
recalcitrantes, han promovido ab initio, mediante sus delicuescentes reuniones,
votaciones y declaraciones ―mediáticas y mediatizadas―, no una reflexión acerca
de lo que la Iglesia es, de su identidad esencial, sino, por el contrario, una
dinámica vertiginosa que ha girado siempre en torno a lo que la Iglesia piensa
de sí misma, esto es, de su autoconsciencia, en el sentido más idealista de la
expresión. Dicho pensamiento colectivo y autoconsciente, además, se ha
presentado, respecto del ser eclesial, como fundante y no como fundado.
El joven
teólogo Michael Seewald, uno de los más sobresalientes rupturistas del panorama
teológico alemán, expresa a la perfección el presente afán antieclesial. Para
él, que propugna un dogma en evolución (heterogénea) [3], la ansiada nueva
reforma debería producirse a partir del hecho de pensar de otro modo la Iglesia
(dieselbe Kirche anders denken) [4]. Es inevitable ver aquí, por consiguiente,
una correlación entre este otro modo de pensar (anders denken) y el otro modo
de ser (anders sein) eclesial al que se refiere, por cierto, el actual
presidente de la Conferencia episcopal alemana, Mons. Georg Bätzing. Según el
Dr. Seewald, existen tres modos de evolución dogmática: por autocorrección, por
olvido o por innovación encubierta [5]. Pese a esto, sea cual sea la modalidad,
en el presente caso estaríamos hablando de una evolución heterogénea, y no
homogénea, del dogma católico. En otros términos, a lo que lamentablemente se
aspira en Alemania, a tenor de los hechos acontecidos hasta el momento, no es a
un mero cambio accidental, sino a un cambio substancial de la realidad, tanto
de la Iglesia como de la misma religión.
Es cierto, no
obstante, que, en el contexto de la reciente visita ad limina apostolorum de
los obispos alemanes, el obispo Bätzing ha afirmado que la Iglesia alemana es
católica y quiere continuar siéndolo (wir sind katholisch und wir bleiben es…);
esto es lo que ha destacado Vatican News en su versión alemana [6]. Curiosamente,
lo que no ha transcrito este medio vaticano es la segunda parte de dicha
declaración, que es, por cierto, la que más nos interesa aquí subrayar. Al
respecto, Bätzing añade que ellos ―él habla en nombre de la mayoría de los
obispos de la Conferencia y de la voluntad general (?) de los fieles alemanes,
participantes en su Sínodo― quieren ser católicos, cierto, pero de otro modo
diferente (…aber wir wollen anders katholisch sein)[7], lo cual, a mi entender,
es formalmente la declaración más radical y audaz que se ha realizado hasta el
momento, porque aquí encontramos el fundamentum y la razón de ser de los
cambios sustantivos que dichos obispos anhelan implementar, bien sean las
bendiciones de parejas del mismo sexo, por ejemplo, bien sea la admisión de las
mujeres a las órdenes sagradas. Lo diré más claramente: Mons. Bätzing, por su
parte, cuando habla de otro modo de ser, se está refiriendo, de hecho, a
adoptar una nueva ratio eclesial, lo que supondría la creación de una nueva
Iglesia y, en definitiva, de una nueva religión. Y prueba de que dicho obispo,
cuando habla de otro modo de ser, se está refiriendo a una nova ratio ―no
simplemente a un novus modus―, es que él mismo asegura osadamente que, en su
diócesis, seguirá permitiendo las susodichas bendiciones, al mismo tiempo que
asevera, contradictoriamente, que su intención y la de los restantes obispos es
la de permanecer unidos a Roma, y de no hacer nada (sic) al margen de la
Iglesia universal.
Por otro
lado, algunos también han querido identificar, con el célebre sensus fidelium,
las propuestas y exigencias asamblearias de este Sínodo alemán, en las que, por
modo de sufragio democrático (!), los participantes ―la mayoría de los cuales
sin la pericia ni los suficientes conocimientos teológicos― han decidido sobre
cuestiones esenciales de la Iglesia, no para profundizar en ellas, sino para
cambiarlas, esto es, para convertirlas en algo substancialmente diferente a lo
que son ahora. Además, conviene tener bien en cuenta que el grado de
participación en este Sínodo ha sido ridículo a nivel cuantitativo. Por ende,
supondría un insulto a la inteligencia concluir que esta minoría fuera una
representación fidedigna del conjunto de católicos practicantes; se ha
mostrado, más bien, interesada en contentar, no a los fieles ―en sentido
estricto―, sino al gran número de contribuyentes (no practicantes) que pagan
religiosamente el impuesto eclesiástico, acomodándose a su modo de pensar
mundano, puede que para contener la actual sangría de apostasías, expresión de
una comunidad socialmente enferma y alejada de Dios. Sea como sea, resulta
superfluo recordar que no tiene sentido vociferar un supuesto sensus fidelium
―minoritario, repito―, si éste está disociado del auténtico sensus fidei
católico.
Pese a todo,
son muchos los que se preguntan qué pasará con el Sínodo alemán, cuál será su
desenlace. Proyectando la situación actual, no puedo dejar de ver
analógicamente en este embrollo a un rinoceronte gris; para mí, son inútiles
las posiciones naifs que, impostadamente, simulan desconocer el verdadero
alcance del problema, actuando como si dicho rinoceronte gris no existiese,
evitando, así, comprometerse e implicarse, permaneciendo en una zona de
relativo confort, mediante su silencio y, por ende, su tácita aceptación. El
rinoceronte gris existe y viene hacia nosotros; esta advertencia va dirigida
especialmente a todos los sacerdotes jóvenes que están más preocupados por su
status y sus nombramientos parroquiales, diocesanos o académicos que por la
verdad que deben enseñar y defender, incluso con la vida. También no podemos
dejar de tener en cuenta el bienestar espiritual de las almas, que, mediante
ciertos experimentos pastorales, son puestas temerariamente en prise ―como
decimos en ajedrez―, y las cuales tienen derecho ―y esto es lo que
frecuentemente se olvida―, no sólo a recibir los sacramentos, sino también a
que les enseñen correctamente y sin deformaciones la verdad divina. Considero
que el momento de reaccionar y actuar es éste; «non semper lilia florent», como
decía Ovidio [8].
La antedicha
analogía zoológica la he tomado de Michele Wucker, la cual, mediante su exitoso
libro The Gray Rhino: How to Recognize and Act on the Obvious Dangers We Ignore
(2016) [9], de estrategia socio-económica, inspiró al actual presidente chino
Xi Jinping [10]. La figura del rinoceronte gris se opone a la conocida
expresión cisne negro. Este último se refiere, como bien sabemos, a un hecho
sorpresivo e imprevisto. En cambio, el rinoceronte gris manifiesta un peligro
futuro que avanza hacia nosotros casi sin contención, y que puede captarse de
modo evidente ya en el momento presente. Al respecto, existen dos tipos de
personas, las que saben reconocer dicho peligro o gray rhino y se preparan para
el impacto, y, los otros, que viven deliberadamente con una venda en los ojos,
no queriendo reconocer dicha amenaza. Los primeros, los prudentes, se saben
preparar mejor para la inminente adversidad y tendrán más capacidad y recursos
para afrontar riesgos; los segundos no se arriesgarán en absoluto, pero tampoco
se prepararán, y, por ende, se encontrarán ulteriormente en una situación de
desarme total. Por consiguiente, considero que el peligro de cisma es real y
palmario; o sea, muchos pensamos que, en la coyuntura hodierna, dicho cisma
alemán y la probable propagación del espíritu cismático a otras iglesias
particulares se nos presenta ―mutatis mutandis y en un sentido traslaticio―
como una especie de rinoceronte gris.
Rebus sic
stantibus, es perentorio que se reaccione de forma clara y enérgica, empezando
por los obispos, sacerdotes y teólogos, y siguiendo por el resto del pueblo
fiel, y más aún cuando la Iglesia en general sigue embarcada en el Sínodo de la
sinodalidad ―prolongado hasta el 2024―, proceso que, en el hipotético caso de
que se descontrolase ―Dios no lo quiera―, podría convertirse ―y de facto se ha
convertido ya en algunas diócesis― en la condición de posibilidad para que los
errores del Sínodo alemán se expandan metastásicamente por todo el cuerpo
social de la Iglesia. En particular, constato la existencia de una cierta
nocividad conceptual, que se desarrolla mediante la ley de los vasos
comunicantes, a saber, a partir de términos comunes en ambos sínodos,
especialmente el de sinodalidad, neologismo eclesiológico de naturaleza
marcadamente anfibológica, que, para unos, puede significar una cosa, y, para
otros, todo lo contrario. Damos por supuesto que el papa Francisco empezó, en
2015[11], a emplear dicho término con recta intención, sin duda, pero, a la
vez, considero que no existe problema alguno en cuestionar el grado de
precisión teológico-conceptual. En todo caso, lo que resulta insoportable es la
actual magna comitante caterva de los que, de modo oportunista, se alinean
siempre y por sistema con las directrices oficialistas; son los que repiten sin
cesar, unos por convicción ―los más honestos―, por carrerismo, otros ―los más
dudosos―, que la Iglesia tiene la sinodalidad como dimensión constitutiva (sic)
[12], sin tener aún muy claro lo qué significa exactamente dicha expresión.
Es cierto que
san Juan Crisóstomo, al cual apela el Papa [13], afirma la sinonimia entre
Iglesia y sínodo, pero lo hace para explicar que ella es asamblea o
congregación (litúrgica): «Ecclesia enim est nomen conventus et
congregationis»; Ἐκκλησία γὰρ
συστήματος καὶ συνόδου ἐστὶν ὄνομα [14]. De hecho, en dicho contexto litúrgico y en este mismo pasaje, el Santo simplemente
quiere explicar en qué consiste la acción de gracias de la Iglesia (gratiarum
actio in quo consistat), remarcando que la alabanza a Dios es una obra de la
comunidad y no algo puramente individual (laus eius in Ecclesia sanctorum)[15];
en ningún momento se está refiriendo, por lo tanto, a ningún sínodo de obispos
ni a nada semejante.
Hoy, más que
nunca, pues, los obispos y teólogos deben ser prudentes ―más que cautos― y, por
ende, previsores ―recordemos que la previsión o providencia es una parte cuasi
integral de la prudencia―; deben reconocer a este rinoceronte gris, y, sobre
todo, deben estar en disposición de ánimo resolutiva a la hora de elegir los
medios adecuados para poder evitar la embestida o, al menos, mitigar los
consecuentes daños. De hecho, no hace falta leer a Wucker para ello, sino a
santo Tomás; la previsión o providencia, según él, «importa una cierta relación
a algo distante hacia lo cual deben ordenarse todas las cosas que ocurren en el
presente» [16]. Por consiguiente, debemos ser previsores y prepararnos para
afrontar una situación que, por su magnitud, sólo podremos analogar con los
hechos acaecidos en la primera mitad del siglo XVI en el norte de Europa. Las
cuestiones candentes del Sínodo alemán, presentadas estos días en Roma,
significan un verdadero desafío a la curia romana y al Papa, al cual puede que
no le quede más remedio, in extremis, que aplicar un severo correctorium, para
proteger la comunión eclesial, cuya esencia ―recordémoslo bien― está
constituida por una tríada unitaria de principios, a saber, el jerárquico, el
sacramental y el doctrinal; es imposible, en este sentido, la unidad esencial
de la Iglesia, si ésta no emana de una unidad de fe, es decir, de la fides quae
creditur.
En fin, puede
que la solución general a esta ruptura en ciernes no estribe tanto en que la
Iglesia salga de sí misma ―una salida esencial, que no misionera, significaría
su autoaniquilación―, sino más bien en que la Iglesia se repliegue sobre sí
misma, o sea, sobre su propia esencia, que es lo mismo que decir que permanezca
en unidad mística con su Cabeza, de la cual recibe el flujo vital sobrenatural
y con la cual constituye ―en términos agustinianos― una persona mystica, a
saber, el Christus totus.
Notas
[1] Cf. Karl Rahner, Geist in Welt:
Zur Metaphysik der endlichen Erkenntnis bei Thomas von Aquin, München: Kösel,
1957, p. 82: «Sein und Erkennen ist dasselbe: idem intellectus et intellectum
et intelligere».
[2] Thomas
Aquinas, Contra Gentiles, lib. I, cap. 69, n. 6.
[3] Cf.
Michael Seewald, El dogma en evolución: Cómo se desarrollan las doctrinas de
fe, Maliaño: Sal Terrae, 2020.
[4] Cf.
Michael Seewald, Reforma: Pensar de otro modo la misma Iglesia, Maliaño: Sal
Terrae, 2021.
[5] Cf. Ibidem, pp. 74-109.
[6] Cf. Vatican News, «Nach
ad-limina-Besuch: „Erleichterung und Sorge “» (19-11-2022):
[7] Cf. CNA Deutsch, «Bischof Bätzing:
Wir bleiben katholisch, aber wir wollen anders katholisch sein “» (19-11-2022):
[8] Publius Ovidius Naso, Ars amandi
2, 215.
[9] Cf. Michele Wucker, The Gray Rhino: How to Recognize and Act on the Obvious Dangers We Ignore, New York: St. Martin's Publishing Group, 2016.
[10] Cf.
Michele Wucker, Carlos Barragán, «La mujer que enseñó a Xi Jinping a torear un
rinoceronte gris: "Ven diferente los riesgos"», Entrevista, El
Confidencial (5-6-2021):
https://www.elconfidencial.com/mundo/2021-06-05/michele-wucker-pandemia-rinoceronte-gris_3115963/
[11] Cf.
Franciscus, Discurso en la Conmemoración del 50 aniversario de la Institución
del Sínodo de los Obispos (17 de octubre de 2015):
[12] Cf.
Comisión Teológica Internacional, La sinodalidad en la vida y en la misión de
la Iglesia (2018), nn. 1, 5, 42, 57, 70 y 94.
[13] Cf.
Franciscus, Discurso en la Conmemoración del 50 aniversario de la Institución
del Sínodo de los Obispos (17 de octubre de 2015): «La sinodalidad, como
dimensión constitutiva de la Iglesia, nos ofrece el marco interpretativo más adecuado
para comprender el mismo ministerio jerárquico. Si comprendemos que, como dice
san Juan Crisóstomo, "Iglesia y Sínodo son sinónimos" [cf. Explicatio
in Ps. 149] ―porque la Iglesia no es otra cosa que el "caminar
juntos" de la grey de Dios por los senderos de la historia que sale al
encuentro de Cristo el Señor― entendemos también que en su interior nadie puede
ser "elevado" por encima de los demás. Al contrario, en la Iglesia es
necesario que alguno "se abaje" para ponerse al servicio de los
hermanos a lo largo del camino».
[14] Iohannes Chrysostomus, Expositio
in Psalmum 149, n. 1: PG 55, 493.
[15] Cf. Ibidem.
[16] Thomas Aquinas, Summa
Theologiae, II-II, q. 49, a. 6, co.: « […] importat enim providentia respectum
quendam alicuius distantis, ad quod ea quae in praesenti occurrunt ordinanda
sunt».
Fuente: Infocatólica, 23/11/22
La batalla equivocada
Por Dr. Carlos Daniel Lasa
Advierto, dentro del mundo católico, un extravío que tiene que ver, entre otras cosas, con un diagnóstico equivocado de la realidad cultural actual. Esto viene unido, además, a una pérdida de la genuina tradición y al abandono de la dimensión metafísica.
En la actualidad, existen católicos que consideran que el marxismo, ya inerte hace tiempo, es la gran amenaza de la cultura en general, y de la católica en particular. Otros hablan de la prolongación del marxismo en lo que sería una «nueva izquierda» que no se sabe bien qué es. Tanto es así que habría que hacer grandes malabarismos para poder distinguirla de la ideología liberal-capitalista. En sus trazos esenciales, su agenda no difiere mucho de la del liberalismo económico.
Sin embargo,
el punto que sí se han propuesto ambas agendas, de modo sistemático, es
terminar con todo valor de la tradición judeo-cristiana. Quizás el único dato
que se ha mantenido, aunque absolutizado, es el de la vida biológica. Jean-Claude Michéa ha expresado, con suma agudeza, que el
desarrollo continuo de la economía de mercado es lo que erosiona, cada día más,
la base antropológica de los valores tradicionales (Le complexe
d’Orphée. París, Flammarion-Champs, 2008. Citado por Alain de Benoist. Contra
el liberalismo. Madrid, Ediciones Insólitas, 2020, 1ª edición, p. 40).
Este diagnóstico errado al que hago referencia recuerda al de aquellos católicos que, en su momento y erróneamente, abrazaron el fascismo. Pensaban ingenuamente que defendería y promovería la cultura católica. Los partidarios de las versiones políticas de derecha, actualmente, creen que estas serán la salvaguarda para mantener vivas las virtudes cristianas en Occidente.
En el año
1967, el destacado filósofo italiano Augusto Del Noce había expuesto que los
conflictos ético-políticos de la contemporaneidad no tienen nada que ver con la
oposición derecha-izquierda, oriente-occidente, totalitarismo-democracia. Por
el contrario, se trata del enfrentamiento entre dos modelos de hombre: el
primero, exalta la contemplación, y el segundo, elogia la acción (Il problema
politico dei cattolici. Roma-Milano, Unione italiana per il progresso della
cultura, 1967, p. 11). Por mi parte considero que, por nuestros días, permanece
y se ha acentuado este conflicto.
En este sentido, a juicio del destacado filósofo, era menester recuperar la idea agustiniana de sabiduría para re-descubrir y re-vitalizar los valores de la tradición cristiana. El santo de Hipona había desarrollado esa noción en el libro XII de su escrito De Trinitate que se ocupaba de la distinción entre ciencia y sabiduría.
En el referido escrito, Agustín distingue, por un lado, el hombre exterior, volcado sobre las cosas múltiples de su entorno al que intenta conocer a través de la ciencia. Por el otro, el hombre interior, en contacto con las verdades eternas dadas por el Verbo. Por medio de ellas puede juzgar de todas las cosas, es decir, conocerlas y situarlas en el lugar exacto en la jerarquía de lo real.
El hombre, en
cuanto espíritu-incorporado o cuerpo-espirituado, como gustaba decir el
destacado filósofo argentino Alberto Caturelli, debe vivir. Esto exige actuar,
y el actuar, a su vez, necesita del conocimiento. De allí que exista en el alma
del hombre, nos diría Agustín, una razón inferior ocupada de conocer las cosas
particulares (conocimiento científico). Pero el hombre no solo debe vivir la
vida biológica, sino que también tiene una dimensión espiritual. Y esta se
caracteriza por la presencia de una razón superior, sede de las verdades
eternas mediante las cuales el Verbo ilumina nuestra alma.
Frente a estas verdades, nuestro espíritu es contemplativo. Su acto propio es verlas (teoría), sin producir ni transformar absolutamente nada. En efecto, ellas son el alimento de nuestro espíritu, y este alimento nos permite conocer quiénes somos y para qué existimos. Consecuentemente, podremos ubicar a todas y cada una de las cosas en el justo lugar de la jerarquía de los seres.
Pero hay un detalle que no puede escapársenos: el hombre es capaz de elección. Y cuando elige, no siempre lo hace conforme a este orden jerárquico que se establece entre la razón superior y la razón inferior. Al modo del hombre de la caverna de Platón, podemos llegar a abrazar las sombras considerándolas como la verdadera realidad, en lugar de la Idea.
Nuestra acción ético-político, en ese caso, se verá privada de verdades y de valores eternos que guíen la acción hacia lo bueno. Por eso, la aspiración de perfección, realizada a través de una vida centrada en los valores, se verá alterada por el deseo (cupiditas) de alcanzar el mayor goce posible de la vida. Esta vida, al ser obliterada la razón superior, ha quedado reducida a la pura dimensión biológica. Refiere Del Noce: «La subordinación de la sabiduría a la ciencia conduce a usar todo en vistas del individuo; el dominio de la ciencia pura, de la ciencia subordinada a la sabiduría, conduce a aquel puro anarquismo en el cual se ha visto uno de los rasgos de la situación presente.» (L’epoca della secolarizzazione. Torino, Nino Aragno Editore, 2015, p. 70)
Nuestra situación actual está caracterizada por el primado de una ciencia ordenada al dominio de la naturaleza: una tecno-ciencia interesada en la estricta satisfacción de los deseos de la vida biológica. Esta pérdida de los valores es correlativa a una deshumanización que Agustín describía como cupiditas, en oposición a la charitas.
El mundo presente, pues, impone una visión hegemónica, una perspectiva individualista y narcisista del hombre. El catolicismo, mientras tanto, en lugar de re-crear una cultura a partir de una sólida metafísica, se ocupa de librar batallas equivocadas que le impone la visión cultural dominante. Así, compra falsos dilemas: derecha-izquierda, conservadurismo-progresismo, totalitarismo-república.
Y ahondando en el extravío, pretende llevar adelante una pastoral que, forjada desde el primado de la acción, confirma a cada hombre en esta cultura egoísta y autónoma. Obviamente, esta pastoral es absolutamente incapaz de convertir a alguien al Evangelio.
Ojalá la Iglesia del futuro se ocupe seriamente de la formación doctrinal y espiritual, no solo de colectivos (pueblo, inmigrantes, desposeídos, etc.), sino de las personas. Los hombres de la Iglesia, sobre todo los pastores, deben abandonar la cupiditas, centrada en las cuestiones políticas. Por el contrario, deberán interesarse en la formación de la porción del Pueblo de Dios que les ha sido confiado a cada uno de ellos.
La nueva
evangelización del mundo exige la presencia de cristianos con un riguroso
intellectus fidei, elaborado a la luz de una sólida metafísica, y una charitas
ordenada a la unión con Dios y el prójimo.
Fuente: Infocatólica, 28/11/22
Sobre el transexualismo en los niños
Por Dr. José
María Simón Castellví
Presidente emérito de la Federación Internacional de las Asociaciones de
médicos católicos
Es lamentable
que tengamos que volver a explicar la realidad tal como es. Nacemos varón o
mujer. Y eso no se puede cambiar. Por otra parte, aunque hay lobbies pretenden
convencernos de que hay muchos diversos sexos, algunos oscilantes en el tiempo,
y muchas variantes de la sexualidad, ello no es así.
Me empezó a preocupar seriamente la teoría del género cuando oí al presidente norteamericano Barack Hussein Obama decir, en 2016, que si un niño se sentía niña debía ir al lavabo de niñas. Hasta entonces había pensado que entre la naturaleza y el sentido común de las sociedades avanzadas la cosa no sería un enorme problema. Pero si el presidente de la nación más poderosa e influyente de la Tierra entraba en estos detalles debíamos preocuparnos. Y no solo por el género. Leo que en Australia hay niños que «se sienten» animales (1) y la cosa irá a más…
Escribo estas líneas desde el respeto más absoluto por todas las personas y también con el deseo de ayudar a proteger a nuestros niños de graves mutilaciones, bloqueadores de la pubertad y otros muchos sufrimientos como las altas tasas de suicidios. Existe una contundente máxima de Hipócrates en Medicina y en general en Ciencias de la Salud: es el «primum non nocere», es decir, lo primero es no hacer daño.
En el reciente congreso internacional de la FIAMC (Roma, septiembre de 2022) hemos oído ponencias muy pedagógicas sobre el tema. Por una parte, se han mostrado las ya consabidas deficiencias científicas en el estudio, diagnóstico y tratamiento médico o quirúrgico de la disforia de género (2). Incluso con la aparición en la literatura mundial de estudios falsos o como mínimo con resultados radicalmente contrarios a otros muchos.
Se ha habló también del efecto de contagio social Este genera problemas de identidad a muchos niños (3). Igual que una moda y apoyándose en la disponibilidad que tienen de acceder a cualquier contenido en internet. Un experto pediatra nos afirmó categóricamente que el 85 % de los niños con supuesta disforia, si son bien atendidos y encauzados por padres, maestros y pediatras, no tienen rastro de la misma con el paso de los años.
Es lamentable que tengamos que volver a explicar la realidad tal como es. Nacemos varón o mujer. Y eso no se puede cambiar (4). Por otra parte, aunque hay lobbies pretenden convencernos de que hay muchos diversos sexos, algunos oscilantes en el tiempo, y muchas variantes de la sexualidad, ello no es así. Por cierto, que siempre esconden sin miramientos una realidad médica, que se estudia en todas las facultades de Medicina desde siempre, que es la existencia de los estados intersexuales o hermafroditismos. En estos casos la Medicina e incluso la Cirugía, después de cuidadosas evaluaciones, les ayuda lo mejor posible.
En general, cuando uno habla en occidente del ejercicio correcto de la sexualidad humana, que es exclusivo de un hombre y una mujer que se han dado uno al otro para siempre delante de la más alta autoridad que ellos reconocen, es tachado de homófobo (o tránsfobo en este caso) y a veces se le intenta multar o procesar por un supuesto delito de odio. Sin embargo, en psiquiatría una fobia es un temor irracional y por tanto difícilmente punible. Aunque se tuviere no depende de la voluntad. Los delitos de odio, que existen y deben combatirse y hay que buscarlos en otros lares. El mal absoluto existe y actúa. Todos estamos expuestos a él, bajo riesgo, y debemos hacer todo lo posible para que los niños no caigan en sus garras y se les robe continuadamente su inocencia.
Las dudas, los sufrimientos y los grandes problemas que tienen algunos niños no se deben afrontar educando en la mentira, presionando a los maestros para que enseñen la teoría de género, agobiando a los padres con problemas artificiales o publicitando por todos los medios posibles y a todas horas que el sexo se puede cambiar a demanda.
La paciencia,
la profesionalidad y evitar la yatrogenia ayudan a ver al ser humano como es
(5), un ser que no se ha dado a sí mismo la vida y que aparece con unos
atributos físicos, psíquicos, espirituales, familiares y sociales concretos que
debemos desarrollar bien. Somos seres con algunas limitaciones, pero con
libertad e inteligencia para saber leer el Libro de la Naturaleza y también el
Libro de la Vida.
Notas
1.While they slept --
F.I.A.M.C. (fiamc.org)
2.Deficiencies in
Management of Gender Dysphoria -- F.I.A.M.C. (fiamc.org)
3.On Sex-Discordant Gender
Identity - F.I.A.M.C. (fiamc.org)
4.brief statement on
transgenderism - F.I.A.M.C. (fiamc.org)
5.The gender theory, looked
at from the perspective of Christian anthropology, creation theology and human
ecology - F.I.A.M.C. (fiamc.org)
Fuente: Infocatólica,
23/11/22
Demasiado para morir, muy poco para vivir
Por
Gabriel Camilli
Cnl My (R) -
Director de Elevan.
En el noveno mes de la guerra en Ucrania, este sangriento y devastador conflicto continúa presentándose como una "montaña rusa emocional". Los continuos informes de los medios sobre éxitos y fracasos caracterizan el panorama en ambos lados. En la guerra, que también se ha librado como una guerra de información desde el principio, se está volviendo cada vez más difícil mantener una visión general. Como es habitual en los conflictos de mayor duración, también hay cierta resignación en los informes de los medios regionales y globales. Nuevos eventos, como por ejemplo, el enfrentamiento entre China y Estados Unidos por Taiwán, dominan las primeras planas.
Los servicios de inteligencia occidentales informan constantemente sobre las graves debilidades de la gestión de operaciones rusas e incluso predicen que el ataque ruso colapsará pronto. Pero este colapso no se produce. Lo contrario parece ser el caso. En el Donbass, las fuerzas rusas siguen avanzando lenta pero constantemente a lo largo de un amplio frente. En el sur, el frente se ha estabilizado apoyados en la orilla occidental del Dniéper. La retirada del área de Kyiv, en su momento, se presentó con éxito a la población rusa como parte del plan general para "desmilitarizar" Ucrania.
Si miramos las batallas en detalle, podemos ver una cosa desde el punto de vista militar: las entregas de armas occidentales están teniendo un efecto, pero aún no de forma rotunda y sostenible. El resultado debe ser medible. Solo cuando los ataques rusos se detengan por completo o cuando las tropas rusas se retiren (similar a la situación alrededor de Kyiv en marzo de 2022) se puede hablar realmente de un punto de inflexión en la guerra desde un punto de vista sobrio, objetivo y militar. Los envíos de armas occidentales que han llegado hasta ahora significan que las fuerzas armadas ucranianas tienen "demasiado para morir y muy poco para vivir”.
Envios de armas
Por el momento, los envíos de armas occidentales cubren solo una parte de las necesidades reales de Ucrania. Se han prometido capacidades básicas importantes, como sistemas de defensa aérea de mediano y largo alcance de alto rendimiento, en pequeñas cantidades, pero aún no se han entregado. La Fuerza Aérea de Ucrania resultó gravemente afectada. Actúan con audacia, pero a la defensiva y tienen poca capacidad ofensiva. Las fuerzas terrestres ucranianas están desgastadas.
Los sistemas de artillería occidentales entrantes se envían de un lado a otro a lo largo de la línea del frente para crear "efectos" en el lado ruso, como la destrucción de los depósitos de municiones. Esta línea de frente tiene casi 1.000 kilómetros de largo, desde Kharkiv en el norte hasta Kherson en el sur. A pesar del apoyo masivo con datos de reconocimiento, sobre todo de EE. UU., al Estado Mayor ucraniano se le pide constantemente que evalúe dónde está utilizando sus pocos recursos (especialmente la artillería de largo alcance).
En Ucrania, además, todas las características de una agotadora guerra de desgaste son claramente perceptibles en el campo de batalla. Como hace casi cien años, el uso de la artillería determinó la situación en el frente. En las profundidades del enemigo intentan interrumpir o destruir sus suministros. Las líneas de ferrocarril, los puentes y las estaciones son de gran importancia.
En los últimos tiempos los ataques rusos a la infraestructura eléctrica de Ucrania buscan minar la moral de la población ante el crudo invierno. Los drones para el reconocimiento de artillería o en uso "Kamikaze", las aplicaciones de control de fuego de artillería, los misiles de crucero de precisión o misiles de alcance medio, el reconocimiento por satélite y por radio solo ocultan el hecho de que la guerra todavía se libra con extrema brutalidad.
Como expresamos anteriormente en La Prensa: "las operaciones terrestres y aéreas son complementadas por operaciones de ciberataques y operaciones de información perfectamente sincronizadas en tiempo y forma para producir un efecto deseado a fin de lograr u apoyar el éxito del objetivo político y estratégico”.
Clausewitz señaló correctamente que la naturaleza de la guerra nunca cambia, solo cambia su carácter, "es un verdadero camaleón" y en esta guerra europea la "Niebla de la Guerra 2.0" se ve atravesada por la guerra de la información sin restricciones y global para influir en la mente de los pueblos, para entrar en cada casa por los medios de comunicación y las redes sociales.
Rusia ha sufrido más de 100.000 bajas entre muertos y heridos como resultado de la guerra y Ucrania puede haber contabilizado un número de víctimas similar, según el jefe del Estado Mayor de Estados Unidos, Mark Milley. Pero sin embargo los medios de comunicación cambian los números para manipular a sus públicos.
El objetivo de esa guerra de información es la mente de los ciudadanos de ambos bandos.
Voluntad de lucha
Al respecto es importante considerar el uso que las partes dan a la encuesta de Gallup donde se muestra el nivel de voluntad de lucha de los diferentes países del globo. Allí podemos a acceder a una forma de registro de datos que permite identificar las creencias, valores y preferencias políticas de la población, e incluso comprender qué sienten las personas en relación a sus comunidades.
Así la "Encuesta Mundial de Valores" incluye esta cuestión: ¿Estaría dispuesto a pelear por su país? Y al consultarla nos revela que por ejemplo en España, Portugal, Eslovaquia o Italia una mayoría afirma que no. En Alemania, una mitad estaría dispuesta y la otra no. En Bielorrusia, Rusia y Ucrania una gran mayoría responde afirmativamente, cosa que también se observa en Noruega, Suecia y Dinamarca. (Para ver la encuesta pueden consultar https://www.mediablizz.com/willing-fight-country/)
Conociendo ambos bandos estos datos de la encuesta, la acción comunicacional de la guerra cognitiva apunta a la mente del occidente opulento que rechaza la guerra y no está dispuesto a pelear por su país. Porque en occidente están los menores niveles de intensión de luchar por sus naciones.
Al inicio de la guerra algo veíamos en este aspecto en La Prensa (26.02.2022), `La Fortaleza y la fuerza': "Si se analizan uno a uno los elementos del poder nacional (territorio, población, PBI, poder militar, moral nacional, inteligencia estratégica, calidad de la dirigencia, etc.) puede fácilmente constatarse que Estados Unidos está declinando relativamente en función del ascenso chino en todos los órdenes. Rusia, en cambio, no tiene la fuerza económica ni de USA ni de China, pero tiene un poder militar enorme y probado exitosamente en combate, y tiene además un control determinante sobre la energía que consumen las industrias y los hogares europeos. Por otra parte, no hay liderazgos en los países de la OTAN que tengan un compromiso real con los valores y los intereses occidentales como los que tiene Putin con los valores y los intereses rusos, y como los que tiene Xi con los valores y los intereses chinos. ¿O acaso alguien puede creer que el auge de las teorías posmodernas y deconstructivistas -los ataques a los valores occidentales, a la idea de Patria, a la familia, a la historia, al cristianismo, etc.- no iban a tener consecuencias? Que nadie se llame a engaño. El primer escudo defensivo de un Estado es la confianza en su propia identidad nacional, espiritual e histórica. La Fortaleza es una virtud, la fuerza es una consecuencia. ¿De qué sirven los arsenales de la OTAN si los dirigentes no creen en los valores tradicionales de Occidente? ¿Qué van a defender?"
Como venimos
afirmando, en general, esta fase de la guerra en Ucrania se desarrolla en tres
niveles críticos: la capacidad de resistencia de las tropas rusas que esperan
refuerzos, la capacidad de Occidente para continuar alimentando el esfuerzo
bélico ucraniano con armas y municiones y la capacidad de Kiev mantener la
iniciativa en el campo de batalla a pesar de las enormes pérdidas en tropas y
vehículos que Occidente intenta compensar.
Fuente: La Prensa, 27-11-2022