Por José María Sánchez Galera
«El Señor no me preguntará cuántos votos he sacado,
sino cómo he transmitido la fe a mis hijos»
El 24º Congreso
Católicos y Vida Pública (CCVP) —que organiza la Asociación Católica de
Propagandistas (ACdP) y la Fundación Universitaria San Pablo CEU— ha traído a
Madrid a quien hace un año estuvo cerca de convertirse en presidente de Chile.
Se trata de José Antonio Kast (Santiago de Chile, 1966), que ha impartido una
conferencia sobre Fe católica y legado hispano en la América actual: riesgos y
fortalezas. Francisco José Contreras Peláez —diputado en el Congreso, y
catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla— departió
antes durante unos minutos para desvelar las claves sobre Kast: es el menor de
diez hermanos, procede de una familia inmigrante alemana, tiene nueve hijos y
su esposa viene de una familia de ocho hermanos.
Contreras considera a
Kast un «católico serio», en referencia a su posicionamiento sobre el aborto y
el matrimonio como una realidad abierta en la transmisión de la vida y, por
tanto, biológicamente sólo posible entre marido y esposa. En 2021 Kast se
presentaba a las elecciones presidenciales del país de los Andes, tras veinte
años en política activa. Fue el más votado en la primera vuelta y obtuvo el 44%
en la segunda vuelta. Es miembro del movimiento Schoenstatt.
Kast mostró a lo
largo de su conferencia un sentido del humor despreocupado, sabiendo reírse de
sí mismo y alejándose del tono grave que lucen muchos políticos. Comenzó
diciendo que «el mundo actual no nos permite pensar, tomar tiempo para
reflexionar», y que la política debe ser no sólo hablar, sino conocer y
escuchar los problemas públicos. Señala que para él los aspectos esenciales son
la fe, la familia, la educación, y que en política «no se debe estar en
solitario en la defensa de los valores». Tampoco «se trata de inventar la
rueda», añadió. Su naturalidad lo lleva —según asegura— a comentar sin
desparpajo en televisión que él y su esposa llegaron «vírgenes al matrimonio»,
circunstancia que les parece una alegría que desean compartir.
«Agradezco a los
Reyes Católicos la Evangelización de América», dice Kast. Y continúa: el legado
de España «no es sólo el Evangelio, sino también la educación, la salud y el
derecho». Sin embargo, se pregunta: «¿Sigue siendo América el continente de la
esperanza?», como dijeron Pío XII, Pablo VI y Juan Pablo II. El papa Montini
incluso pensaba que de aquel lado del Atlántico llegaría la reevangelización de
Europa. Kast responde con la estadística: «en 1995 el 80% de la población en
Hispanoamérica se declaraba católica, pero en 2018 solo el 59%». La gente va
menos a misa, hay menos vocaciones, la secularización se hace sentir, y hay una
crisis en conceptos como matrimonio, familia, educación. Según Kast, la
secularización afecta más a las clases populares, que pasan a depender del
Estado.
Kast cita a Ángel
Herrera Oria, fundador de la ACdP, quien en 1952 dijo que en Iberoamérica hacía
falta «una adecuada difusión de la justicia social» y que ese era el punto
flaco del mundo católico en aquellas tierras. Porque se evidenciaba una
disociación entre la fe y las obras. La Doctrina Social de la Iglesia (DSI)
necesita ser el eje de la vida pública de los católicos. Y, como señala Kast,
es algo que debe empezar también por parte de los propios empresarios, quienes
han de pagar de manera adecuada y en cantidad justa.
Este
político chileno reconoce: «debemos solucionar los problemas que detectan las
izquierdas». En su opinión, el no haberse centrado en la justicia social
propició el surgimiento de personajes como Fidel Castro o la «teología de la
liberación». Kast admite que la desigualdad ha proporcionado alas a
los movimientos extremistas y revolucionarios. «La justicia social debe ser
parte de las políticas públicas», dice. Citando Benedicto XVI en Aparecida
(Brasil) invita a «cultivar las virtudes sociales y políticas». Sostiene que
«la DSI implica propuestas públicas y hay que llevarlas a la práctica».
La importancia de la madre
Según Kast, la
familia es el lugar donde se testimonia mejor la fe. «El Señor no me va a
preguntar cuántos votos he sacado, sino cómo he transmitido la fe a mis hijos».
En este sentido, afirma que la devoción a la Virgen María ha resultado decisiva
en su vida. «Me ha ayudado mucho», porque María le ha enseñado el rostro
maternal que él también debe mostrar a los demás, sobre todo en su actuación
política. «Un sacerdote me dijo: ‘Eres demasiado extremista; debes aprender de
la Iglesia, que es madre y maestra’».
Este rol de la madre
parece fundamental en Kast: «De niño iba a misa más por temor a mi madre que
por temor a Dios», dice entre risas; pero no por temor a que su madre lo
castigara, sino por evitarle pasar un mal rato, por no hacerla sufrir. De modo
que una vez le preguntó su madre: «¿Has ido a misa?». Él respondió que sí, pero
en realidad estaba mintiendo, y confiesa: «Anduve amargado durante bastantes
días por haberla engañado, lo cual me ha ayudado a entender que en la vida y en
la política hay que decir la verdad, porque eso libera».
Por eso aconseja:
«debemos dar ejemplo en la familia; no podemos decir a un niño que mienta
cuando coja el teléfono; no podemos decirle: ‘Di que no estoy’». «No, lo que
hago es coger el teléfono yo mismo, y explicar a la persona que llama por qué
no puedo hablar con ella en ese momento», cuenta Kast. Y apostilla sobre el
matrimonio: «es un desafío diario» que consiste en volver a enamorarse jornada
tras jornada.
(Fuente: El Debate, 19/11/2022)