Carlos Alberto Sacheri y la civilización cristiana

 


por Germán Masserdotti

 

El restablecimiento de la civilización cristiana, afirma Carlos Alberto Sacheri, “tendrá como finalidad primera –según la bella fórmula de Étienne Gilson– formar ‘una inteligencia al servicio de Cristo Rey’ por un retorno a las fuentes permanentes de los filósofos griegos y cristianos, en particular a Santo Tomás (como la ha recomendado formalmente en dos documentos distintos el II Concilio Vaticano), y por un estudio y una acción realizadas a la luz de la doctrina social de la Iglesia, doctrina práctica, guía de la acción de los responsables sociales y políticos en todos los niveles y en todas las actividades del cuerpo social” (“Naturaleza humana y relativismo cultural”, en Universitas, octubre-noviembre de 1967, pág. 67).

 

Esta cita, aparecida en la histórica revista Universitas de la Universidad Católica Argentina, nos parece una excelente carta de presentación de la figura y de la obra del filósofo argentino Carlos Alberto Sacheri (22 de octubre de 1933 - 22 de diciembre de 1974). Se trata de un fragmento representativo de la obra apostólica en la que se empeñó durante toda su vida para que Cristo reinara en la vida social, de acuerdo a la solemnidad litúrgica de Cristo Rey instituida por el papa Pío XI en 1925 mediante la carta encíclica Quas primas.

 

La vida de Sacheri, por cierto, ha sido multifacética. Podríamos mencionar su vida familiar, su magisterio universitario, su producción escrita, su actividad política, entre otros aspectos. Las circunstancias trágicas de su muerte (fue asesinado, en presencia de su familia, por miembros de la agrupación terrorista argentina Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP-22 de agosto) por momentos han eclipsado la vida cotidiana de un patriota y de un católico excepcional hasta el ejercicio heroico de las virtudes humanas y cristianas. Los testigos que lo conocieron como familiares, como amigos, como alumnos, etcétera, además de coincidir en el carácter martirial de su muerte como su último acto de servicio por el restablecimiento del reinado social de Cristo en Argentina, su querida Patria, destacan esa bondad que vivía de modo natural bajo la inspiración de la gracia divina.

 

Norberto Iannelli, uno de sus alumnos en la carrera de Sociología en la Universidad Católica Argentina, señala: “Un rasgo importante de Sacheri que emociona es la humildad, la gran humildad que transmitía. Esa combinación de una gran inteligencia, una sólida formación más la humildad hacía que lo respetara todo el mundo, incluso aunque no pensaran como él. Tenía un gran respeto intelectual y moral sobre los otros”.

 

Y agrega: “Era muy afable, paciente. Incluso hablaba mucho con gente que no pensaba como él, que tenía otras ideas. Lo vi mil veces en los pasillos con gente que estaba en las antípodas de lo que él pensaba. Era un hombre cercano, si bien era muy alto y su presencia imponía respeto. Cercano y afable. Y siempre con una sonrisa. Siempre enseñando. Enseñando, aconsejando y formando gente. Él buscaba no sólo la capacidad intelectual de la gente que estaba formando sino también su disposición moral”.

 

El blog Sacheri Digital nos ofrece una sobria referencia bio-bibliográfica de Sacheri: “En tiempos de estudiante universitario y después de diez años, siguió al padre Julio Meinvielle, quien fue su principal formando, en la lectura y el estudio de Santo Tomás de Aquino. Se graduó en Filosofía en 1957 y en 1961 ganó la beca del Conseil des Arts du Canada, en concurso internacional. Estudió bajo la dirección de Charles De Koninck en la Universidad Laval de Quebec (Canadá), donde en 1963 obtuvo su licenciatura en Filosofía, con mención Magna cum laude y su doctorado en Filosofía, con mención Suma cum laude en 1968, con una tesis sobre Nécessité et nature de la délibération [Necesidad y naturaleza de la deliberación]".

 

Además de investigador, fue profesor en diversas instituciones universitarias. Conviene destacar su magisterio en la Universidad de Buenos Aires, en los primeros años de la década de los 70 del siglo XX en la Argentina, en la cual dictó filosofía e historia de las ideas filosóficas a los alumnos de la carrera de Derecho en el curso introductorio. En 2016, el apunte mimeografiado de 1972 fue publicado por Ediciones Escipión (Mendoza) con el mismo título (aquí, una breve reseña) y bajo la supervisión de Héctor H. Hernández (h), de Ricardo von Büren y de Martín Villalba.

 

Sus publicaciones más conocidas son, sin dudas, El orden natural y La Iglesia Clandestina. En lo que se refiere a la materia social podrían mencionarse, entre otras, publicaciones como La familia, ¿institución jurídica? (1965-1966), Función del Estado en la Economía Social (1967), Estado y educación (1968), Santo Tomás y el orden social (1974) y La justicia conmutativa y la reciprocidad de los cambios (1974).

 

Sacheri afirma, en el trabajo citado al comienzo de esta nota, que la civilización cristiana “no es otra cosa sino la plenitud de los valores humanos y cristianos socialmente aceptados y que informan todas las instituciones y todas las actividades materiales y espirituales, morales e intelectuales, técnicas y artísticas. Ella se funda sobre el consensus que la comunidad presta a dichos valores y traduce eficazmente en la vida cotidiana. Su fundamento no es otro que la ley natural y el Evangelio, según el principio gratia non tollit naturam sed perficit eam: la plenitud de lo humano es completada por la luz del orden sobrenatural, expresada en las verdades de la fe y en los sacramentos de salvación”.

 

Arriba hemos mencionado la carta encíclica Quas primas del Papa Pío XI. En 2025 se cumplirán 100 años de su publicación. La lectura de los escritos del filósofo argentino Carlos Alberto Sacheri pueden resultar una excelente recomendación para seguir sosteniendo la verdad católica del Reinado Social de Cristo y caer en la cuenta y promover la vigencia de la civilización cristiana.

 

Fuente: Religión en Libertad,19 noviembre 2022

Publicado por el Observatorio Internacional Cardenal Van Thuân sobre la Doctrina Social de la Iglesia.

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