Próximo Santo: Beato Tito Brandsma

 


Su vida

En Bolsward, pueblecito holandés de 10.000 habitantes, del matrimonio Tito y Postma, el 23 de febrero de 1881 venía al mundo el quinto de los seis hijos con que el Señor bendijo a aquellos cristianos padres.

Desde niño dio pruebas de una preclara inteligencia y de un corazón de oro, aunque encerrados en un cuerpo bastante debilucho.

A los 17 años vistió el hábito del Carmelo exclamando: "La espiritualidad del Carmelo, que es vida de oración y de tierna devoción a María, me llevaron a la feliz decisión de abrazar esta vida. El espíritu del Carmelo me ha fascinado".

Emitió sus votos religiosos el 3 de octubre de 1899 y se ordenó sacerdote el 17 de junio de 1905.

Cursó sus estudios con brillantez primero en su Patria y después pasó a Roma, donde se doctoró en filosofía.

Vuelto a Holanda, se entregó de lleno a toda clase de apostolado: escribe libros y artículos en varias revistas; da clases dentro y fuera del convento; predica y dirige cursillos; organiza congresos; confiesa y administra otros sacramentos...

 

Todos se admiran cómo puede llegar a todas partes. Y lo que más admiran es que ante todo es religioso observante, alma de profunda oración, fervoroso sacerdote y profundamente sencillo y humilde.

Fue cofundador de la Universidad Católica de Nimega, catedrático y Rector Magnífico de la misma.

Asesor religioso de todos los periodistas de Holanda, en cuyo campo trabajó con gran celo y acierto. Era el personaje más conocido de su país. En el huerto de su alma florecieron todas las virtudes. Es un enamorado de Jesucristo, de la Virgen María y de su Orden del Carmen.

La tarde del lunes 19 de enero de 1942 era capturado por los SS nazis y encarcelado en diversos campos de concentración. Seis largos meses de calvario sobre todo en el "infierno" de Dachau.

Por fin, por su gran amor a la Iglesia y a sus hermanos, el domingo día 26 de julio de 1942, su cuerpo caía en tierra como el grano del Evangelio por obra de una inyección de ácido fénico. Todos en el campo repetían: "Ha muerto un santo". Fue beatificado por Juan Pablo II el 3 de noviembre de 1985. Será canonizado el próximo 15 de mayo de 2022.

 

Su espiritualidad

Las notas fundamentales de su espiritualidad las resumía el Decreto que la Sagrada Congregación para la Causa de los Santos dado el 9 de noviembre de 1984, cuando decía:

"De pequeña y grácil estatura y de salud siempre delicada, supo combinar una intensa vida interior y una gran solicitud por todas las formas modernas de apostolado: misiones, unión de las Iglesias, escuelas y educación católicas, medios de comunicación social...

De carácter apacible pero firme, destacaba por su fe viva, por su inmensa confianza en Dios y por su exquisita caridad, especialmente para con los pobres, por lo que muchos, ya antes de su martirio, le tenían por santo...

Pasó sus últimos meses en cárceles y campos de concentración dando a todos ejemplo de una fe inquebrantable, de fortaleza de ánimo, de paciencia y de exquisita caridad. Perdonó a sus enemigos y rezaba por ellos..."

Su ardiente amor a Jesucristo y a la Virgen María, su celo por las almas, su observancia regular, su amor a la Iglesia y a los perseguidos, su sencillez y buen humor... fueron los cimientos sobre los que día a día edificaba su santidad, que fue coronada con el martirio.

Existe un testimonio de la enfermera de la revier –enfermería, en la jerga de los campos- de Dachau. Dado que el estado de Tito era cada vez más preocupante, los compañeros de prisión le insisten en que vaya a la enfermería. El 18 de julio de 1942, Fray Rafael le acompaña hasta los umbrales de la enfermería. Tito se despide con una de aquellas frases que mostraban su irreductible optimismo: no te preocupes, hermano, esto durará unos días y para agosto estaremos en casa…

Ciertamente su estancia en la enfermería duró sólo unos días, pero el final de la historia fue muy distinto, ya que el P. Tito moriría el 26 de julio, por la inyección de ácido fénico que le aplicó la enfermera.

Curiosamente, dicha enfermera declarará (y su testimonio fue decisivo) en el proceso de beatificación, muchos años más tarde. Lo hizo bajo el nombre genérico de Tizia, ya que ella mismo impuso esa condición para testimoniar, por temor a posibles represalias. Era de origen holandés y, quizás por ello, el P. Tito mantuvo con ella varias conversaciones. Incluso le regaló su rosario (aunque ella le aseguró que no era creyente) para que pidiera por la paz. En cierta ocasión (y ella misma lo cuenta en su declaración en el proceso), le reprochó al carmelita holandés el comportamiento inmoral que se atribuía en el campo a ciertos sacerdotes. Probablemente se trataba de una de las tantas insidias que hacían circular los mismos kapos para desacreditar a los cientos de religiosos prisioneros. En cualquier caso, el P. Tito no tomó la vía de la apologética, sino que, con gran humildad, le refiere una supuesta frase de Santa Teresa. Cuando Tizia declara en el proceso, cita las palabras del prisionero de memoria: “los mejores sacerdotes no son siempre los que desde el púlpito hacen las predicaciones más bellas, sino los que sufren y ofrecen sus sufrimientos por los pecadores”. A lo que, según Tizia, añadió el P. Tito que “estaba contento de poder sufrir”.


Su mensaje

Que Jesús, María y el Carmelo "fascinen nuestras vidas".

Que colaboremos en toda clase de apostolados posibles.

Que prediquemos la verdad, aunque nos cueste la vida.

Que perseveremos en la fe hasta el generoso martirio.

 

La oración que compuso en su celda, poco antes de morir

 

Ante una imagen de Jesús en mi celda, 1942

 

Cuando te miro, buen Jesús, advierto

en ti el calor del más querido amigo,

y siento que, al amarte yo, consigo

el mayor galardón, el bien más cierto

Este amor tuyo -bien lo sé- produce

sufrimiento y exige gran coraje;

mas a tu gloria, en este duro viaje,

sólo el camino del dolor conduce.

Feliz en el dolor mi alma se siente;

la Cruz es mi alegría, no mi pena;

es gracia tuya que mi vida llena

y me une a ti, Señor, estrechamente.

Si quieres añadir nuevos dolores

a este viejo dolor que me tortura,

finas pruebas serán de tu ternura,

porque a ti me asemejan redentores.

Déjame, mi Señor, en este frío

y en esta soledad, que no me aterra:

a nadie necesito yo en la tierra

en tanto que Tú estés al lado mío.

¡Quédate mi Jesús! Que, en mi desgracia,

jamás el corazón llore tu ausencia:

¡que todo lo hace fácil tu presencia

y todo lo embelleces con tu gracia!

 

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La sociedad paliativa

 


Por Stefano Fontana

 

El Estado del bienestar está dando paso a la “sociedad paliativa”, una noción sociológica que ahora es ampliamente utilizada por los observadores. Entre ellos, el filósofo germano-coreano Byung-Chul Han ha saltado recientemente a la palestra en Italia con su libro “La sociedad sin dolor”. Al fin y al cabo, si el Estado del bienestar tiene que atender las necesidades del ciudadano desde la cuna hasta la tumba, ¿por qué no pasar ahora a la prevención del sufrimiento y el dolor? Ésta es precisamente la sociedad paliativa. La gestión política de la pandemia lo ha puesto de manifiesto de manera especial. La mayoría de los ciudadanos no dudaron en aceptar severas restricciones a su libertad a cambio de la promesa de supervivencia. Hemos aceptado el control e incluso estaríamos dispuestos a que nos “rastreen” completamente para evitar el dolor.

 

La sociedad paliativa es la que promete desterrar el dolor de nuestras vidas. No se trata sólo del dolor asociado a la enfermedad, sino también del dolor psicológico de la frustración, o el del cansancio, o el que proviene del heroísmo de los que luchan por la justicia o el sacrificio del testimonio, la voluntad de afrontar la incomodidad o el peligro en aras de la coherencia. También se trata del dolor de la decepción y la depresión. La sociedad paliativa querría mantener a todos en un estado artificial de anestesia, lejos de los peligros, de los conflictos y dentro de un sistema de garantías preventivas. Un sociólogo estadounidense ha llegado a hablar de un derecho constitucional a no sentir dolor. La sociedad paliativa es la política que nos separa de la realidad para salvaguardar nuestro bienestar agradable y garantizado, protegido no sólo de los virus sino también de los conflictos y las frustraciones.

 

La sociedad paliativa puede ser autoritaria con el consentimiento general, puede provocar autolimitaciones por parte del propio ciudadano incluso antes de que sean impuestas por el poder político. Durante la pandemia vimos que la gente hizo incluso menos de lo que se le permitía debido a la decisión de censurar su propio comportamiento. También hemos visto a la Iglesia aplicar restricciones antes incluso del Estado, y a menudo de forma más estricta que la normativa prevista. La sociedad paliativa es capaz de cambiar las cosas por consenso, de hacer revoluciones tácitas planificadas desde arriba, de garantizar la libertad de expresión y al mismo tiempo impedirla de forma no autoritaria pero consensuada.

 

El periodo de la pandemia fue como una larga “anestesia permanente”. Para evitar el dolor, la información, la vida democrática y la economía se “regimentaron” y los ciudadanos agradecieron al poder político que se había convertido en el Gran Médico de Familia. Esta sociedad tiende a deshacerse de todo lo negativo, la educación ya no exige sacrificios ni impone castigos, sino que se basa en el refuerzo de la motivación y tiene como objetivo sentirse bien con uno mismo y, especialmente, con el propio cuerpo, que se ha convertido en el principal foco de interés. Ya no impulsa un compromiso político y social importante que podría ser doloroso, sino que habla de superar el descontento, la tristeza, la ira y pretende calmar psicológicamente a los sujetos, favoreciendo la optimización de su rendimiento. El poder se convierte en un gran “entrenador psicológico” para superar los traumas y la depresión.

 

La sociedad paliativa es una sociedad analgésica y de sopor que cubre las dinámicas sociales que provocan el dolor. El aborto se medicaliza o se privatiza, o se psicologiza, ocultando en cada caso su aspecto real de dolor. Las tendencias antinaturales se presentan como naturales para no crear dolor psíquico en sus actores. El dolor del divorcio, especialmente el de los niños, está anestesiado. Incluso el suicidio tiene que ser “ayudado” para convertirse en lo que no es.

 

La cuarentena, tan regulada con precisión durante la pandemia, se convierte en una situación permanente en la sociedad paliativa. Considerando el dolor como el principal peligro a exorcizar por el poder, se produce una situación de emergencia permanente con la consiguiente permanencia del estado de cuarentena. Por eso nos auto imponemos la cuarentena y llevamos mascarillas, aunque estemos solos en una calle desierta. La disponibilidad permanente a hacer cuarentena significa que la ideología liberal se encuentra con el despotismo suave e indoloro del control social. La modernidad terminaría con la forma social de un nuevo totalitarismo.

 

Sin embargo, el verdadero problema es el futuro. Si el objetivo del poder político es crear un confort a salvo del dolor, y todos estamos dispuestos a ser radiografiados y a vivir mediante algoritmos de ingeniería social, ¿por qué no se podría programar todo desde el nacimiento mediante bioingeniería? En vez de anestesiar el dolor tras la frustración, ¿por qué no prevenirlo de antemano interviniendo en los seres humanos? Aquí se abre el aspecto más preocupante –el aspecto transhumano- de la sociedad paliativa.

 

Fuente: Brújula cotidiana, 09-03-2022

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Katalin Novák, presidenta de la República de Hungría


El Parlamento de Hungría eligió este jueves por primera vez a una mujer, Katalin Novák, de 44 años, como presidenta de la República, por un período de cinco años. El resultado de la votación ha sido contundente. Se trata de una política cristiana, profamilia y provida.

 

Novák, de 44 años, durante años ministra de Asuntos de la Familia, recibió 137 votos de los 188 emitidos (entre los 199 diputados), mientras que el candidato de la oposición, el economista Péter Róna, recibió 51 apoyos.

La presidenta electa -asumirá el cargo el 10 de mayo- ha prestado juramento ante el Parlamento, donde en su discurso previo a su elección aseguró que «representar a Hungría, servir a toda la nación húngara, es prepararse para una tarea que pone a prueba al hombre con fe, alma y corazón».

Novák -cristiana (calvinista) confesa- ha pedido proteger a las familias húngaras y se ha referido a un abanico de temas, entre los que destacan la guerra en Ucrania y la pertenencia a Europa. «Los húngaros queremos la paz y las mujeres queremos la paz. Pertenecemos a Europa y Europa nos pertenece, no queremos cambiar eso».

La nueva presidenta húngara tiene muy claro que el futuro de su país pasa por el aumento de la natalidad y la fidelidad a las raíces cristianas. La política que emprendió como ministra del gobierno de Vikto Orbán ha dado resultado: más bodas, menos divorcios, más nacimientos y menos abortos.

 

Fuente:(Agencias/InfoCatólica), 11-3-2022

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Hipótesis sobre el conflicto en Ucrania

 


Por Rosendo Fraga

Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría

Infobae, 12 de marzo de 2022

 

Hay quienes sostienen que la invasión de Rusia a Ucrania ha sido un error de Putin porque ha unificado a Occidente. La tesis de Joe Biden de que el eje del conflicto global son los países democráticos contra los autoritarios encaja en el actual conflicto europeo. Aunque Rusia tiene un gobierno ideológicamente conservador y políticamente autoritario y China un modelo económico reformista controlado por una élite que ejerce el poder de manera autoritaria. Al momento de producirse la invasión a Ucrania, la OTAN se encontraba en una situación difícil que el presidente Macron llegó a calificar de “muerte cerebral”. Convergían en ella quienes sostenían que el principal peligro provenía del norte (como se ha concretado ahora); los países del flanco sur privilegiaban las amenazas del Mediterráneo, las migraciones y el terrorismo, y en una tercera posición, estaban quienes querían reforzar el rol extra regional de la alianza atlántica. Ahora, se ha producido una unificación de hecho.

 

De los treinta países que integran la OTAN, solamente cuatro han marcado diferencias con su posición frente a la invasión rusa de Ucrania: Eslovaquia, Hungría, Turquía y Croacia, que después fueron alineándose. Las diferencias entre Francia y Alemania quedaron en segundo plano. Así, también sucedió con sus enfoques divergentes con Washington. Finlandia y Suecia, sin formar parte de la OTAN se alinearon con ella y Suiza se sumó a las sanciones económicas. Fuera del marco europeo, en el Indo-Pacifico, Japón y Australia ratificaron su alianza estratégica con Estados Unidos, alineándose contra Rusia.

 

Otros, en cambio, sostienen que la invasión rusa a Ucrania debilita a la OTAN que no fue capaz de articular una respuesta militar y una gestión diplomática que hubieran preservado el territorio ucraniano. Putin desafía a la OTAN teniendo solo el 5% del gasto militar de los 30 países de la alianza militar de occidente. El desplazamiento preventivo de las fuerzas de la OTAN en los países donde esta tiene bases militares permanentes y que son fronterizos de Ucrania (Polonia, Rumania y Lituania) no alcanzaron a los diez mil hombres. Los 50.000 que Estados Unidos tiene de forma permanente en Alemania no se movieron, hasta ahora, de sus bases.

Putin apostaba a que las sociedades de occidente que vieron hace menos de un año, la retirada anárquica de las tropas de la OTAN en Afganistán, no aceptarían participar en una guerra. Hasta ahora, es así. Los países de la OTAN no entrarán en Ucrania para defenderla de la invasión rusa, y esto debilitará a la alianza militar occidental frente a la opinión pública global, si finalmente las fuerzas ucranianas son derrotadas. Además, la OTAN ha actuado en países que no tenían su garantía de seguridad por no formar parte de ella y ahora no lo hace. Fue el caso de Serbia, cuando sucedió la secesión de Kosovo a fines del siglo XX y de Afganistán en el Asia en las dos décadas siguientes.

 

Las dos partes del conflicto apuestan a respectivos quiebres de los frentes internos de los antagonistas, Rusia y Ucrania. El mayor opositor ruso que está en prisión, Alexei Navalny, ha dicho que el verdadero riesgo para la paz mundial es Putin y no Rusia. Hay quienes en occidente sostienen que, de prolongarse las acciones militares, la oposición rusa democrática ganará espacio e influencia, precipitando protestas que pueden derivar en insurrección, como pasó en varios países de la ex URSS. Por el contrario, otros piensan que la exaltación del nacionalismo ruso que motiva Putin, será argumento y pretexto para sofocar aún más las voces disidentes.

 

Por su parte, Putin aspira a un quiebre del frente interno ucraniano mediante acciones rápidas y contundentes - que están siendo más lentas que lo esperado- que lleven a la opinión pública ucraniana a apoyar “un modelo de neutralidad” como el asumido por Finlandia después de la Segunda Guerra Mundial. En este caso, el actual gobierno pro occidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, podría ser sustituido por uno que proponga neutralizar el país desde el punto de vista militar, que en los hechos sería proruso. Ambas percepciones son determinantes de las estrategias militares de los dos contendientes. Ucrania busca una guerra prolongada que desgaste a Rusia, y Rusia una guerra rápida que debilite el frente interno ucraniano. Pero si alguna posibilidad hay de parar la guerra, es depende del presidente ucraniano, que sin consultar ni a Washington ni a Bruselas, -logró tres rondas de negociación con el gobierno ruso gestionadas por el dictador bielorruso, - y reclama un encuentro presencial con Putin

 

Un análisis más profundo de la actitud de Putin como líder ruso, hay que buscarlo en el factor “humillación” que puede generar extremismos nacionalistas proclives a revertir la decadencia por la vía militar. Si bien hay excepciones a esta teoría (como la de Alemania y Japón tras la Segunda Guerra Mundial) numerosos ejemplos encajan en ella. El más relevante quizás sea el de China, que sufrió la humillación del occidente desde 1836 cuando comenzó la primera guerra del opio, que culminó con la toma de la península de Hong Kong, por parte de fuerzas británicas, generándose una ocupación que recién terminó a fines del siglo XX. En el XIX, las potencias europeas tomaron posición de diferentes puertos chinos para asegurarse el comercio. A comienzos del siglo XX, la capital China fue ocupada por una fuerza multinacional de países integrados por Estados Unidos, Japón y diversas fuerzas europeas. La ocupación japonesa de Manchuria fue otra humillación de China antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Este sentimiento explica el resurgimiento de la potencia asiática que representa el presidente Xi Jinping.

 

La Alemania derrotada en la Primera Guerra Mundial, generó el nazismo y la llegada de Hitler al poder con su idea de nacionalismo alemán político y étnico en busca de revancha y venganza. Rusia, a su vez, durante tres siglos ha percibido las amenazas de occidente. Napoleón, a comienzos del siglo XIX, Crimea promediando dicho siglo y las dos invasiones de Alemania en la Primera y Segunda Guerra Mundial. Todas estas fueron invasiones de su propio territorio. La disolución de la Unión Soviética, considerada por Putin la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX, fue también percibida por Rusia como una humillación. Pero algo está claro: Putin podrá ganar o perder la guerra que ha emprendido, - lo militar está más sometido al azar y el cambio de circunstancias que lo político, - pero algo es seguro, redoblará la apuesta mientras no alcance sus objetivos.

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La estrategia del Consejo Nacional de Malvinas: Balza

 


por César Augusto Lerena

Informador Público, 8-3-21

 

Me referiré a algunos de los miembros seleccionados para integrar el Consejo Nacional de Malvinas (el día que se ponga en funciones) para imaginarnos cuál podrían ser las políticas destinadas a recuperar Malvinas. Apenas fallecido el expresidente Carlos Menem, distintos personajes salieron a hacer una semblanza del extinto. Uno de ellos, el General (RE) Martín Balza quien, precisamente, fue designado para integrar el Consejo que coordina el secretario de Malvinas Daniel Filmus, efectuó unas llamativas declaraciones en su condición de general en jefe en la década del 90.

Refirió en la entrevista (Urgente 24) el citado: «Carlos Menem, jamás interfirió en mis decisiones», perdiendo de vista Balza su condición de subordinado del Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, el presidente de la Nación. Es éste el que toma las decisiones y el general quien las cumple.

La fórmula «Subordinación y valor para defender a la Patria» que utiliza el ejército en las formaciones, debiera concluir por imperio del artículo 6º de la Ley 23.463, en «y defender la Constitución Nacional» razón por la cual, no debiéramos asignarle ningún valor o atribuirle especial mérito a un general por defender, como cualquier ciudadano, la Constitución. La Subordinación en el caso del Mando Militar, se entiende como «la sujeción a la orden, mando o dominio del subalterno con respecto al superior. El subordinado acata el mando por la existencia de una relación jerárquica que él comprende y acepta»; y Valor es un concepto que describe «el comportamiento generador del bien de su desempeño del que depende en gran medida, el éxito en el cumplimiento de las órdenes que se le han impartido para la realización de las misiones y actos de servicio».

En base a lo precedentemente expuesto precisaría los dichos del general Balza: jamás dejó de cumplir con las órdenes impuestas por la conducción del Comandante en Jefe Carlos Menem (“El presidente dispone de las Fuerzas Armadas”, Martín Balza, El Intransigente, 14/11/2019) y la Constitución y, ello incluye, a todas las decisiones, de otro modo se hubiera tenido que ir a su casa. Los oficiales superiores al asumir una función de mando deben prestar el juramento de observar y hacer observar, si fuere necesario, hasta perder la vida, la Constitución Nacional, conforme a las leyes que al efecto dicte el Congreso y a los decretos del Poder Ejecutivo Nacional (Art. 1º y 5º Ley 23.463). Ergo, Balza avaló con su continuidad todas las acciones relativas a la enajenación de la soberanía nacional -al menos- que se llevaron a cabo durante la década del noventa.

Me permito recordar que, como comandante de la VI Brigada (1987), subjefe del Estado Mayor General del Ejército (1990) y jefe del Ejército Argentino (1991), Balza se mantuvo activo en los altos mandos militares entre 1989 y 1999, uno de los períodos más oscuros de dominación y de mayor entrega nacional del Atlántico Sur y Malvinas y, “sus decisiones” (sic) al respecto, fueron inexistentes o infructuosas -si existieron- respectos a los Tratados, Acuerdos, etc. que enajenaron la soberanía nacional.

Como Secretario de Estado designado en julio de 1989 renuncié los primeros días de enero de 1991 (La Capital de Mar del Plata, pág. 7 del 20/2/91) por la gravísima entrega nacional que en el Atlántico Sur, Menem, Cavallo y quienes los acompañaban en sus políticas (algunas de las cuales describo a continuación o que pueden ampliarse en el libro de mi autoría “Malvinas. Biografía de la Entrega, 2009). La renuncia, aunque, como en mi caso, sea por propia determinación, supone un alejamiento y una pérdida; pero también la posibilidad de ejercer un derecho irrenunciable de participar activa, ética y libremente en favor de los intereses supremos de la Nación. Me quedaba adherir a “El Estado soy yo” de Luis XIV o al “Estado somos nosotros” de Lenin, gozando en ambos casos de las mieles del poder; pero suscribí a “el Estado son todos” de Honoré de Balzac; acompañando a millones de argentinos bien nacidos, que, por encima de los intereses personales ponen el de la nacionalidad; el respeto y admiración a nuestros ascendientes y a los héroes que regaron con su sangre la Nación. Mientras, el general Balza, continuó prestando sus incondicionales servicios al ex Presidente Menem hasta el 1999. Es evidente que tenemos una diferente valoración de los hechos que ocurrían en esos años y, mientras él refiere, a “una modernización de la fuerza” inconducente, precisamente por efecto de los Acuerdos de Madrid como veremos, muchos percibimos una Nación de rodillas.

«Hubo respeto mutuo y en ocasiones hasta afecto del señor presidente hacia su persona y (…) nunca interfirió en mis decisiones (…) jamás interfirió en la relación mando-obediencia-subordinación (…) en todo momento respetó a las fuerzas armadas», refirió Balza en la entrevista. Opiniones todas muy llamativas, de quien estuvo al frente del Ejército y cumplió las órdenes de un gobierno que enajenó la soberanía nacional. No me imagino a los Generales Manuel Belgrano; Martín Miguel de Güemes; Juan Manuel de Rosas; José Gervasio Artigas; Juan Lavalle; Manuel Oribe; Simón Bolívar; Juan Gregorio de Las Heras; Juan Álvarez de Arenales; Bernardo O’Higgins, Miguel Estanislao Soler, Mariano Necochea y otros tantos, algunos de los cuales sus bustos se encuentran en el Colegio Militar de la Nación, que, estando entre los generales más destacados americanos, jamás hubiesen admitido en silencio tanta entrega, semejante cesión del territorio nacional, con graves implicancias sobre la Antártida. Y por supuesto, bastaría repetir algunas de las frases del General San Martín para saber que hubiera hecho nuestro Libertador: «Hace más ruido un hombre gritando que cien mil que están callados (…) Cuando la Patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla».

Cuando se analizan las condiciones de subordinación en que las fuerzas armadas argentinas -en particular del ejército- quedaron ante la pérfida Albión con motivo de la firma de los Acuerdos de Madrid y otras decisiones tomadas durante la década del 90 en la que ejerció la jefatura militar Balza, no hay más que repudiar la profundización de la entrega nacional de esos años.

Martín Balza es un general controvertido. Egresó (17/12/55) en orden de mérito 143 sobre 173 cadetes y, entre tantas otras declaraciones públicas refirió que «nunca estuve de acuerdo con los indultos de Menem de octubre de 1989» (Mirá lo que te digo, 15/2/2021), pero, Hernán Fair pone en duda sus dichos: «una vez asumido, el Presidente (Menem) (…) el 7 de octubre de 1989 indultó por decreto a 216 oficiales y suboficiales y 64 civiles procesados por las rebeliones de Semana Santa, Monte Caseros y Villa Martelli y, el 29 de diciembre de 1990 el Gobierno firmó varios decretos (NdA: Decretos 2741/90 al 2746/90) que beneficiaron a todos los miembros de las Juntas del Proceso Militares, represores, terroristas, etc. (entre ellos a Firmenich y Martínez de Hoz), satisfaciendo lo que en los hechos constituía la principal demanda política del Generalato castrense» (CONICET, “Relaciones políticas entre el menemismo y las Fuerzas Armadas…”Revista KAIROS, UNSL, mayo 2011), en una fecha, en que el General Martín Balza ya era subjefe del Estado Mayor del Ejército.

Por otra parte, el servicio militar obligatorio, un régimen vetusto y prepotente, que imperaba durante la jefatura del general Balza, se terminó en 1994, no por la voluntad de éste de reconvertir la fuerza sino por la brutal muerte de Omar Carrasco. Continuaba como jefe del Ejército cuando el 3 de noviembre de 1995 estalló la Fábrica Militar de Armamentos de Río Tercero y, también cuando la Argentina, pese a ser uno de los cuatro países garantes del Protocolo de Río (1942) le vendió armas a Ecuador, pese a enfrentarse a la hermana República del Perú, el más importante aliado militar que tuvo la Argentina en 1982. No ampliaré sobre estos últimos hechos, pese, a que por su condición de jefe del arma y su vínculo con el Ministerio de Defensa no debería -oficial o extraoficialmente- desconocer lo que ocurría al respecto. El manifestó “haberse enterado por los diarios de los decretos secretos” (Mirá, reportaje citado). Digamos: ¿estaba pintado?

No obstante ello y antes de continuar, no podría dejar de lado sus múltiples distinciones y medallas; sus tareas y declaraciones derivadas de sus responsabilidades militares (sus camaradas son quienes las valorarán) ni el valor de Balza de combatir en Malvinas, como no lo haría jamás con ninguno -cualquiera sea su jerarquía militar- de los que combatieron por defender nuestros archipiélagos; pero, hay cientos de soldados que aun combatiendo en Malvinas, no se consideran veteranos de guerra, porque siguen dando pelea sin solución de continuidad desde 1982 hasta nuestros días, sin sostener ni participar en un gobierno, que con sus acciones, favoreció la consolidación británica en Malvinas, Georgias, Sándwich del Sur y la Antártida.

Me limitaré entonces, a describir lo ocurrido entre 1989 y 1999 respecto a la creciente ocupación británica del Atlántico Sur, cuando el general Balza era el principal responsable del Ejército argentino.

No pudo ignorar este general del más alto rango, el contenido de los Acuerdos de Madrid. Las Declaraciones Conjuntas del 19/10/1989 y, 18,19/12/1989 en París, convertidas luego, en el Tratado del 14,15/2/1990, comúnmente llamado de Madrid y, el Tratado de “Promoción y Protección de Inversiones británicas” en Londres el 11/12/1990, complementario del anterior, convalidado por la Ley 24.184.

Estos Tratados terminaron con la Argentina soberana, industrial, tecnológica, científica y dueña de sus recursos naturales y servicios públicos; que la devolvieron, a sus orígenes de proveedor de granos, transgénica, semilla-dependiente y química-fumigada. La Argentina del monocultivo, con los servicios y los recursos naturales privatizados. Los ferrocarriles y las flotas navales liquidadas y los astilleros nacionales desfinanciados, etc. De la Argentina con un mar territorial de 200 millas marinas, por imperio de la Ley 17.094, a la Argentina de la ZEE depredada por británicos, españoles, chinos, rusos, taiwaneses y coreanos.

La supresión de hipótesis de conflicto que dominaron las relaciones con Brasil y Chile en el siglo XX era razonable; pero, el país pasó, de tener ocupados por los británicos en 1982 unos 11.410 km2 y tres millas marinas al alrededor de Malvinas, a ser invadido por Gran Bretaña en 1.639.000 km2. Un 52% de toda nuestra ZEE, equivalente a un 28% del territorio continental. Que nuestro país no tenga hipótesis de conflicto y, desarmadas sus fuerzas, es verdaderamente asombroso.

Estos Tratados se completaron con la sanción de la Ley 23.968 (10/9/1991) de los “espacios marítimos” que determinó las líneas de base, que le permitió al Reino Unido establecer los espacios marítimos alrededor de Malvinas; la sanción de la Ley 24.543 (13/9/1995) que ratificó la CONVEMAR, a cuya sanción -modestamente- nos opusimos sin éxito con el apoyo de un par de Senadores liderados por el Senador Pedro Molina (PJ Santa Cruz), que le permitió al R.U. considerarse -en forma ilegal- como un país ribereño en Malvinas y, promover, en la actualidad, la multilateralidad regional del control de las pesquerías, para tratar de intervenir, en un pie de igualdad con la Argentina, en la administración de los recursos en el Mar Argentino; motivo por el cual, nos opusimos y, seguimos haciéndolo, a la sanción luego de varios años de discusión de la Ley 25.290 del 13/7/2000 que promueve las OROP (Organizaciones Regionales de Ordenamiento Pesquero) dejando la administración preminente del Atlántico Sur en manos de los Estados de bandera en perjuicio de los Estados ribereños y, frente a la presencia británica en Malvinas, violando la DTP de la Constitución Nacional.

Balza permaneció en su cargo en silencio, como muchos que permanecieron y permanecen en silencio y son incapaces de proyectar una estrategia para salir de esta trampa que sume en la derrota perpetua a quienes creen que todo está perdido y, a una gran mayoría de argentinos, que ignora cuál es la situación del país. ¿Alguna vez el General Balza ante los Acuerdos de Madrid, esos años habló sobre la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur? que firmaron los países africanos occidentales y suramericanos con ZEE en el Atlántico Sur en la Asamblea General de la ONU (Res. 41/11 del 27/10/1986).

La Argentina y el Reino Unido acordaron, en primer lugar, aplicar la fórmula inglesa del “paraguas”, por la cual ambos países aceptaron el tratamiento de distintos temas, en tanto y en cuanto, ello no significase reconocimiento alguno sobre la soberanía de Malvinas. Pese a esta decisión ya lacerante e indigna, los británicos quebraron todas las resoluciones de la ONU, mientras nuestro país permanece congelado, declamando ante los foros nacionales. ¿qué opinarán los argentinos y los fueguinos en particular sobre el incumplimiento de Res. ONU 31/49 y la 1514/60 que «Insta a las dos partes a que se abstengan de adoptar decisiones que entrañen la introducción de modificaciones unilaterales…» (4) y que declara «Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas» (6).

Ningún funcionario de alto rango ocupado en la defensa nacional pudo haber permanecido en silencio ante semejante invasión británica. Y aquí, la pregunta surge espontánea: ¿modernizar el ejército para qué Balza? Si no es para defender la soberanía nacional que, es el rol excluyente que justifica la existencia de esa fuerza. San Martín refiero al respecto: «Compañeros juremos no dejar las armas de la mano hasta ver al país enteramente libre o morir con ellas como hombres de coraje», que, actualizado a los tiempos modernos y nuestra debilidad podría significar ¿Qué propuestas documentadas le presentó al Presidente de la Nación o al Ministro de Defensa para revertir la pérdida de territorios, recursos y soberanía? En 1990 se estableció, entre ambos gobiernos la conservación conjunta de los recursos pesqueros al este de Malvinas (dándole al zorro a cuidar el gallinero) para facilitarles a los británicos el otorgamiento de permisos ilegales a flota extranjera. En 1991 con la delimitación de las líneas de base del continente se allanó al Reino Unido su propia delimitación en Malvinas que ocupo 438.000 km2 alrededor de Malvinas. En 1993 el Reino Unido amplió su ocupación marítima a las 200 millas. En 1994 se acordó la pesca en el Atlántico Sur con la entonces CEE y, los buques españoles nunca pescaron en Malvinas. En 1995 se acordó intercambiar información sobre todo la actividad pesquera entre el paralelo 45º S (Pto Camarones, Chubut) y el 60º S (altura de las Islas Orcadas), es decir, por fuera de las 200 millas ocupadas por los británicos alrededor de Malvinas y, la Argentina, a través del INIDEP aportó sus científicos y buques aportándole información pesquera sensible.

En 1996 la Argentina acordó políticas de cooperación con el Reino Unido “en Beneficio de las partes involucradas”. En 1998 se firmó el “Convenio de Cooperación Militar” con el Reino Unido y, en lugar de reducirse la presencia militar británica en el mar argentino, el Reino Unido trasladó el Comando Sur desde la Isla Ascensión a Malvinas, instalando la mayor base de la OTAN en el Atlántico Sur, con aviones, fragatas, misiles y radares de última generación, quienes son informados de los movimientos militares argentino. ¿Alguien podría pensar que la base misilística instalada en Malvinas, es para evitar un nuevo intento armado de recuperar las Islas por parte de los argentinos? Bueno, ello sería suponer que los británicos no conocen que nuestro presupuesto de defensa es similar al de Chile o Perú, con un territorio continental y marítimo infinitamente mayor al de esos países. En 1999 la Cancillería Argentina colaboró con el Reino Unido para combatir los buques sin licencias británicas en el Atlántico Sur y, el mismo año por declaración conjunta británico-argentina del 14/15 de julio autorizó (transponiendo el espacio aéreo argentino) un vuelo semanal de “LanChile” entre Punta Arenas (Chile) y Malvinas, con una escala mensual en Río Gallegos, donde los argentinos -en un nuevo gesto de reconocimiento en favor del Reino Unido- debemos hasta hoy presentar pasaporte para ingresar a Malvinas y, mientras los cancilleres referían al fortalecimiento de «las relaciones entre la Argentina y Chile (…) el jefe del Ejército, teniente general Martín Balza, definió ayer al acuerdo firmado entre la Argentina y Gran Bretaña, el miércoles último, en Londres (…) Un pequeño gran paso el que se ha dado. No es poca cosa» (Andrea Centeno y Federico Quilodrán, La Nación 20/7/1999), lo que significó facilitar la logística general y transporte a los isleños.

Los Acuerdos de Madrid dejaron sin efecto la “Zona de Protección Militar” alrededor de Malvinas, pero, establecieron un “Sistema Transitorio de Información y Consulta Recíproca”, y otros, que de transitorio no tuvieron nada y que obligan a la Armada Nacional y a la Fuerza Área Argentina -al Ejército ni siquiera se lo incluyó- a informar al Comandante de las Fuerzas Británicas en Malvinas de todo movimiento marítimo y aéreo en el Atlántico Sur entre el paralelo 46º S (Comodoro Rivadavia) y 60º S (Islas Orcadas). Es decir, cedimos a los británicos nuestra soberanía territorial y de defensa nacional en millones de km2 del espacio marítimo y aéreo argentino, frente, a la Patagonia y Antártida Argentina. ¿No es llamativo que, teniendo ocupada Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur, como dije, no tengamos hipótesis de conflicto y ningún experto en defensa integre el Consejo Nacional de Malvinas?

Para ampliar en las cuestiones específicamente militares transcribiré las opiniones del Dr. Julio Carlos González, ex director de Asuntos Jurídicos y Secretario Técnico de la Presidencia de la Nación del gobierno constitucional del 25/5/1973 al 24/3/1976, momento en que fue detenido por golpe militar y último preso político en recobrar la libertad el 18 de abril de 1983, del que nadie podría dudar de su espíritu democrático y nacional. Respecto a los Acuerdos de Madrid (“Los Tratados de Paz por la Guerra de Malvinas”, 1998; “Tratados por Malvinas del 15 de febrero de 1990: La entrega del país a Gran Bretaña, 14/2/2019), que ya en 1990 (La Prensa, 15/3/1990) había desenmascarado con valentía y dignidad ciudadana, calificó a estos Tratados de ruines e ignominiosos «redactados por el Foreign Office» (Ob. Cit. pág. 129). ¿Tal vez el general Balza -el jefe del ejército- se haya enterado por los diarios?

Refiere Julio González sobre la «subordinación de las fuerzas armadas argentinas a las fuerzas británicas (III): El art. 4° donde la delegación británica anuncia la decisión de su gobierno de “dejar sin efecto la Zona de Protección establecida alrededor de las islas Malvinas (Falkland)” fue publicitado como un logro del gobierno argentino, pero en cambio exhibe una supremacía total de Gran Bretaña sobre el territorio de nuestro país (…) En efecto, desde el momento en que Inglaterra adquiere el derecho de controlar todos los actos de las Fuerzas Armadas de Argentina (art. 52º A, B y C del Tratado) es innecesario que se mantengan efectivos de Gran Bretaña para defender a las Islas Malvinas de un eventual ataque argentino. Con esta estipulación el Tratado ha reconocido lisa y llanamente el derecho posesorio inglés sobre el Archipiélago de Malvinas. Por su parte, en el art. 5° se consignan los derechos que adquiere Gran Bretaña sobre las Fuerzas Armadas de la República Argentina:

«A: El Sistema Transitorio de Información y Consulta Recíprocas sobre los movimientos de las unidades de sus Fuerzas Armadas en áreas del Atlántico Sudoccidental. Las precisiones sobre este “Sistema Transitorio” (cuyo tiempo de duración no se determina), se hallan especificadas en el Anexo 1 del Tratado.

I: respecto al Aumento del conocimiento recíproco de las actividades militares en el Atlántico Sur este excede ampliamente al área de las Islas Malvinas y su zona de exclusión marítima y comprende cualquier quehacer militar en el Atlántico Sur».

«B: Las Autoridades Militares. En este aspecto se dispone que Autoridades Militares han de ser las siguientes: Para la República Argentina: La Autoridad Naval Argentina el comandante del Área Naval Austral (Ushuaia). La Autoridad Aérea Argentina el jefe de la Novena Brigada Aérea (Comodoro Rivadavia). Para Gran Bretaña: el comandante de la Fuerzas Británicas en las Islas Malvinas (Falkland). Es importante señalar, que el Tratado en este aspecto no otorga participación a la Autoridad del Ejército Argentino que tiene competencia y jurisdicción militar sobre todo el territorio continental de nuestro país, no obstante que el Territorio Continental Argentino es objeto específico del Tratado, comenzando por el ingreso y desplazamiento de súbditos ingleses cuya actividad en nuestro territorio por imperio del art. 13º del Tratado queda exenta de toda visa consular o permiso previo de las autoridades argentinas. Esta omisión es extremadamente grave si consideramos el antecedente de segmentación territorial de Harry S. Ferns» (Universidad de Birmingham en “Britain And Argentine in The Nineteenth Century” pág. 485 Ed. Hachette 1974. Idem Lord Franks “Report of Committee Of Privy Counsellors” publicado en “La Nación”, pág. 9, 2/4/1983). Esta parte “B” complementa y reafirma el objetivo final que se persiguen los británicos en materia militar. No sólo se busca una información y consulta entre las Fuerzas Armadas sino establecer una “comunicación directa” entre las Islas Malvinas y el Territorio Continental que incremente el “conocimiento recíproco” de las actividades militares en el Atlántico Sudoccidental».

«C, D y E: Las vinculaciones entre las Autoridades. En el texto se estipula que el Ejército Argentino no podrá participar directamente de esas transmisiones porque según el Tratado el Ejército no reviste el carácter de Autoridad Militar de la República Argentina» (¿?). Ya no por la defensa de la soberanía nacional, sino por la historia de sus patriotas y por la memoria de los héroes nacionales de su arma que nos dieron la independencia, debió renunciar.

«II: Respecto a la definición de unidades el Tratado determina la individualización de naves y de todo el personal de las fuerzas argentinas».

«III: Respecto a la información reciproca sobre movimientos militares ambos países se deben proporcionar con 25 días de anticipación el movimiento de sus Fuerzas armadas y de los ejercicios que verifiquen unas y otras y, otra serie de exigencias operativas. Del análisis de las coordenadas y paralelos es fácil advertir, que mientras los buques y aeronaves que se desplacen por la plataforma continental argentina han de estar subordinados a un fácil y seguro control británico, los buques ingleses que naveguen desde nuestras costas hasta el meridiano 20 W no estarán sometidos a igual control argentino. Con esto, Gran Bretaña se convierte en un estado ribereño con la Argentina y se consolidan los títulos ingleses de posesión de Malvinas y, el litoral marítimo de Argentina y, su espacio aéreo respectivo queda sin límite de tiempo bajo el control permanente de la Royal Navy y de la Royal Air Force. Este Anexo al que remite el art. 5° adjudica al Comando de las Fuerzas Británicas de Malvinas (Falkland) la coordinación de los salvatajes marítimos con Ushuaia y la coordinación de los aéreos con C. Rivadavia». Es fácil apreciar el lugar central que le dio el Reino Unido a las Malvinas y que la Argentina aceptó.

El Dr. Julio C. González precisa: «El Atlántico Sudoccidental en la actual reformulación geopolítica del mundo, es un área decisiva en la confrontación Norte-Sur. Por lo tanto, su control por una potencia rectora del hemisferio norte como Inglaterra, con el consentimiento de Argentina, titular del espacio territorial y marítimo que conduce a la Antártida, crea la posibilidad de que nuestro país pueda ser el epicentro de un serio y grave enfrentamiento internacional». No nos debiera asombrarnos hoy la presencia de naves y submarinos nucleares de estados Unidos. Y prosigue González: «Más importante que tener la titularidad de una parte del Continente Antártico a distribuir, es el dominio del corredor terrestre y marítimo que conduce a la Antártida y, ese corredor, está integrado por la Patagonia Argentina y por el Mar Argentino que se extiende desde el sur de Tierra del Fuego e Islas de los Estados hasta las Islas Orcadas del Sur que se hallan situadas a la altura del paralelo 60 Sur (…) Todo lo transcripto y analizado hasta aquí, nos permite constatar que a partir del 31/3/1990 la Patagonia Argentina y el sur de mar argentino serán objeto de una soberanía compartida con Gran Bretaña». Nada que no se esté cumpliendo con el R. Unido que ocupa 1,6 millones de km2 del mar argentino.

«La “Bilateralidad” de las relaciones militares entre Inglaterra y la Argentina excluyó toda participación del Ejército Argentino, hizo lo mismo con la participación de otros Estados y de organismos internacionales. Es así como la Argentina marítima y aérea quedó en su parte austral bloqueada, vigilada y aislada por la hegemonía de una Potencia Extracontinental que usurpa un archipiélago de su territorio y que además es árbitro permanente de sus fronteras con la República de Chile».

Hacia 1998 González decía: «No tenemos noticia de que ningún jefe de las Fuerzas Armadas, ni en actividad ni en retiro, haya formulado alguna crítica a este Tratado» y, ello lo incluye en un rol protagónico al general retirado Martín Balza, que no parece haber dicho nada sobre estos Acuerdos ni sobre los enemigos externos durante esa década ya que, como jefe del Ejército se mantuvo en silencio, al menos, hasta 1999. Fue un jefe obediente y por sus declaraciones posmorten relativas a Menem, lo sigue siendo: «recibí la comprensión y apoyo de Menem» (Mirá, 17/2/2021). Nada comparable, a lo que el general Antonio José de Sucre diría a sus soldados al iniciarse la batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824 que terminaría con los realistas en América: «De los esfuerzos de este día, depende la suerte de la América del Sud».

Casi nadie está exento de responsabilidades. Pero los que debieron ser custodios de la soberanía nacional seguro que no. En el escenario de hoy, respecto a Malvinas, que es el resultado de los Acuerdos de Madrid 1989/90 y de otras medidas contrarias al interés nacional de la década del noventa, no me imagino al general (RE) Martín Balsa diseñando el plan estratégico en el Consejo Nacional, para recuperar el ejercicio pleno de nuestra soberanía en Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur, la plataforma continental y la Antártida.

Sobre estos temas «escribo siempre que puedo, con náuseas al comenzar» (Horacio Quiroga).


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Desapego de los bienes

 


Por Mario Meneghini


Se acaba de conocer el monto de lo recaudado el año anterior en la Colecta Más por Menos: $ 149.446.414. Si a esta cifra se le suma lo obtenido con la Colecta de Cáritas ($ 218.642.457), el total de lo recaudado por la Iglesia Argentina para ayuda social asciende a $ 368.088.871.

Si dividimos la cantidad total por el número de católicos practicantes, que se estima en 7,5 millones de personas, el resultado es desalentador: cada fiel colabora con $ 49 al año, en promedio ($ 4 por mes).

Por eso, venimos insistiendo en que un objetivo del laicado argentino debería ser restaurar la antigua tradición cristiana del diezmo. Países vecinos lo han hecho en varias diócesis, con distintas modalidades, especialmente Bolivia y Perú. Ojalá alguna vez imitemos esta buena iniciativa, que contribuiría a suprimir la indigencia y reducir la pobreza de tantos hermanos.

 

La doctrina cristiana sobre los bienes materiales está expuesta en el Catecismo:

2401 El séptimo mandamiento prohíbe tomar o retener el bien del prójimo injustamente y perjudicar de cualquier manera al prójimo en sus bienes. Prescribe la justicia y la caridad en la gestión de los bienes terrenos y de los frutos del trabajo de los hombres. Con miras al bien común exige el respeto del destino universal de los bienes y del derecho de propiedad privada. La vida cristiana se esfuerza por ordenar a Dios y a la caridad fraterna los bienes de este mundo.

2402 Al comienzo Dios confió la tierra y sus recursos a la administración común de la humanidad para que tuviera cuidado de ellos, los dominara mediante su trabajo y se beneficiara de sus frutos (cf. Gn 1, 26-29). Los bienes de la creación están destinados a todo el género humano. Sin embargo, la tierra está repartida entre los hombres para dar seguridad a su vida, expuesta a la penuria y amenazada por la violencia. La apropiación de bienes es legítima para garantizar la libertad y la dignidad de las personas, para ayudar a cada uno a atender sus necesidades fundamentales y las necesidades de los que están a su cargo. Debe hacer posible que se viva una solidaridad natural entre los hombres.

2403 El derecho a la propiedad privada, adquirida o recibida de modo justo, no anula la donación original de la tierra al conjunto de la humanidad. El destino universal de los bienes continúa siendo primordial, aunque la promoción del bien común exija el respeto de la propiedad privada, de su derecho y de su ejercicio.

2404 “El hombre, al servirse de esos bienes, debe considerar las cosas externas que posee legítimamente no sólo como suyas, sino también como comunes, en el sentido de que puedan aprovechar no sólo a él, sino también a los demás” (GS 69, 1). La propiedad de un bien hace de su dueño un administrador de la providencia para hacerlo fructificar y comunicar sus beneficios a otros, ante todo a sus próximos.

2405 Los bienes de producción —materiales o inmateriales— como tierras o fábricas, profesiones o artes, requieren los cuidados de sus poseedores para que su fecundidad aproveche al mayor número de personas. Los poseedores de bienes de uso y consumo deben usarlos con templanza reservando la mejor parte al huésped, al enfermo, al pobre.

2406  La autoridad política tiene el derecho y el deber de regular en función del bien común el ejercicio legítimo del derecho de propiedad (cf. GS 71, 4; SRS 42; CA 40; 48).

2407  En materia económica el respeto de la dignidad humana exige la práctica de la virtud de la templanza, para moderar el apego a los bienes de este mundo; de la justicia, para preservar los derechos del prójimo y darle lo que le es debido; y de la solidaridad, siguiendo la regla de oro y según la generosidad del Señor, que “siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza” (2 Co 8, 9).

2424  Una teoría que hace del lucro la norma exclusiva y el fin último de la actividad económica es moralmente inaceptable. El apetito desordenado de dinero no deja de producir efectos perniciosos. Es una de las causas de los numerosos conflictos que perturban el orden social (cf. GS 63, 3; LE 7; CA 35). Un sistema que “sacrifica los derechos fundamentales de la persona y de los grupos en aras de la organización colectiva de la producción” es contrario a la dignidad del hombre (cf. GS 65). Toda práctica que reduce a las personas a no ser más que medios con vistas al lucro esclaviza al hombre, conduce a la idolatría del dinero y contribuye a difundir el ateísmo. “No podéis servir a Dios y al dinero” (Mt 6, 24; Lc 16, 13).

2445  El amor a los pobres es incompatible con el amor desordenado de las riquezas o su uso egoísta: «Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están para caer sobre vosotros. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están apolillados; vuestro oro y vuestra plata están tomados de herrumbre y su herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado riquezas en estos días que son los últimos. Mirad: el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido sobre la tierra regaladamente y os habéis entregado a los placeres; habéis hartado vuestros corazones en el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste» (St 5, 1-6).

2446  San Juan Crisóstomo lo recuerda vigorosamente: “No hacer participar a los pobres de los propios bienes es robarles y quitarles la vida; [...] lo que poseemos no son bienes nuestros, sino los suyos” (In Lazarum, concio 2, 6). Es preciso “satisfacer ante todo las exigencias de la justicia, de modo que no se ofrezca como ayuda de caridad lo que ya se debe a título de justicia” (AA 8): «Cuando damos a los pobres las cosas indispensables no les hacemos liberalidades personales, sino que les devolvemos lo que es suyo. Más que realizar un acto de caridad, lo que hacemos es cumplir un deber de justicia» (San Gregorio Magno, Regula pastoralis, 3, 21, 45).

2447  Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (cf. Is 58, 6-7; Hb 13, 3). Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos (cf. Mt 25,31-46). Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres (cf. Tb 4, 5-11; Si 17, 22) es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios (cf. Mt 6, 2-4): «El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer que haga lo mismo» (Lc 3, 11). «Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros» (Lc 11, 41). «Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: “Id en paz, calentaos o hartaos”, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?» (St 2, 15-16; cf. Jn 3, 17).

 

A la anterior orientación doctrinaria, podemos añadir, como ejemplo concreto de una Pastoral del Diezmo, el sistema utilizado por la diócesis del Callao, en Perú:

¿Qué es el Diezmo en la Iglesia Católica?

Es un aporte mensual que cada fiel realiza con amor, fruto del compromiso personal que tiene con Dios, de quien reconoce haber recibido todo lo que es y lo que tiene. En agradecimiento por los bienes espirituales y materiales recibidos, opta por ofrecer su Diezmo al Señor.

¿Cuánto debo dar?

El Diezmo representa el 10 por ciento de mis ingresos que entrego a Dios.

No obstante, estás llamado a ofrecer tu aporte conforme al máximo de tus capacidades y posibilidades.

En algunos casos podrá ser más del 10% y en otros será menos del 10%.

Dimensión social:

Ayuda a los pobres, viudas, huérfanos, damnificados, albergues, refugios, asilos, orfanatorios, asistencia a los enfermos, proyectos de promoción humana.

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Argentina, tierra de misión

 


Por Monseñor Héctor Aguer

 

Ha llegado a mi conocimiento que, próximamente, en marzo o abril, un equipo integrado por nueve personas: dos sacerdotes, dos religiosas, un matrimonio, y tres laicas, por iniciativa de la Comisión Episcopal de Misiones, y de las Obras Misionales Pontificias, marchará a una región de la Amazonia peruana, con el objeto de desarrollar allá tareas de misión. Supongo que la iniciativa cuenta con el acuerdo y el apoyo de las autoridades de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), ya que interviene en ella uno de sus organismos. Entiendo que, de este modo, se responde al movimiento determinado en la Iglesia por el sínodo de los obispos, que en su reunión de 2019, tuvo por tema, precisamente, los problemas de la región Amazónica en sus múltiples aspectos, incluyendo los religiosos. Las necesidades pastorales de aquella amplia zona son innegables. Sería la que comento una realización de la vocación ad gentes, que siempre se ha vivido en la Iglesia; así se expresa su unidad inspirada por el Amor (agápē), y su universalidad.

 

 Me ha llamado la atención que se diga que es preciso «crear una Iglesia con rostro amazónico»; se me ocurrió pensar con algo de suspicacia ¿por qué no una Iglesia con rostro chinesco, o indiano? De todos modos, corresponde alegrarse, con una satisfacción que procede de la Fe, y también en nuestra compleja actualidad, ante el hecho que los fieles católicos, especialmente si están consagrados en el Sacerdocio, o la profesión religiosa, se preocupen y se empeñen en la extensión de la Iglesia, a zonas que podríamos considerar «vacantes»; donde quizá muchas personas desean y esperan recibir la Palabra de Dios, y los sacramentos que comunican su Gracia.

 

Al reflexionar sobre esta generosa iniciativa, me invadió la perplejidad. Y por casa, ¿cómo andamos? Sobre este asunto he escrito muchas veces, afirmando que no es posible ocultar las carencias religiosas de nuestro país, y el constante retroceso de la Iglesia en él. Ya no solamente debemos lamentar la secularización de la cultura, y la descristianización de la sociedad, que tienen raíces históricas, por obra del laicismo y la masonería; creo que no exagero si digo que la religión católica, en lo que tiene de más esencialmente elemental, se encuentra en plena retirada. Más concretamente: muchas iglesias despobladas, seminarios semivacíos, casas religiosas diezmadas por la ausencia de vocaciones, disminución del número de casamientos, y bautismos, y otras situaciones penosas. El Gran Buenos Aires es nuestra Amazonia. Los grupos evangélicos van ocupando los lugares que la Iglesia abandona por falta de recursos, humanos, y supongo que también económicos. La Patagonia es tierra de nadie. ¿Qué pensará Don Bosco, aun en el gozo inalterable del Cielo? Alguien puede argüir que en algunas diócesis hay gente muy activa. Sí, ¡grupúsculos!, con una liturgia devastada, convertidas en ruidosas alharacas de pocos participantes. Hay excepciones, lo sé. Pero la falta de exactitud, solemnidad, y belleza en la Misa, hacen que no pocas personas añoren lo que el motu proprio Traditiones custodes, ha desplazado.

 

 La Iglesia ha perdido a la juventud. En un tiempo, ya pretérito, la Acción Católica logró reunir un contingente juvenil significativo: no faltaba la formación doctrinal, y espiritual, junto con el cultivo del afán apostólico. A modo de homenaje, quiero recordar la obra de Monseñor Jorge Carreras, como párroco de Nuestra Señora de Balvanera, en la Capital Federal; y, luego, como obispo auxiliar de Buenos Aires, y como diocesano de San Justo, que fue padre de numerosas vocaciones sacerdotales; su lugar de trabajo era el Confesionario. Desgraciadamente, ya desde mediados de la década del sesenta, del siglo XX, la politización debida a la Teología de la Liberación, y al así llamado Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo, hizo estragos entre los jóvenes de Acción Católica, lo mismo que de Pastoral Universitaria: el marxismo, con careta peronista, ganó la opinión y la acción de muchos. Hubo excepciones, sin duda, pero estas fueron siempre minoritarias. En la actualidad, no se encuentra un movimiento generalizado de la juventud católica; pertenecer a él carece de todo interés, como para concitar la pasión, y el entusiasmo de profesar una fe conquistadora de los individuos, las familias, y la sociedad.

 

  La liturgia, en nuestro país –reincido en un tema que considero fundamental-, ha caído en la banalidad, cuando no en situaciones peores; la falta de exactitud, solemnidad y belleza se extienden, sobre todo porque no existe una buena formación litúrgica en los futuros sacerdotes. En este contexto, muchas personas, que no cuentan para el oficialismo eclesiástico, añoran un cambio, todo lo contrario de lo que se ha impuesto despóticamente en Traditiones custodes.

 

La acción social, que debería inspirarse en la Doctrina Social de la Iglesia, se limita a algunos campos de sostenimiento de los más pobres, pero no aspira al cambio que es urgente instrumentar: liberar a la democracia del electoralismo, que la esclaviza al medro de la casta política. Hay algo peor aún de orden cultural: los «nuevos paradigmas», adoptados como deseables en los centros oficiales de la vida católica, responden incautamente a los postulados del Nuevo Orden Mundial, sostenidos por el imperialismo internacional del dinero.

 

Podría continuar con la descripción de lo que considero nuestros males. Hace ya cuatro años que he pasado a la condición de emérito, y me asombro al contemplar desde afuera del oficialismo episcopal la situación religiosa de la Argentina; algunas declaraciones ostentan la preocupación de adherir a lo que se considera la orientación del actual pontificado. Es notable: esas declaraciones no tienen nada que ver con la realidad, la cual marcha aceleradamente por sus propios caminos. Si quiero resumir en un título la situación que sólo parcialmente he esbozado, tengo que decir: religio depopulata.

 

Me he acostumbrado a seguir –con gusto y, a la vez, con pena- la prédica de algunos pastores evangélicos, que hablan de lo que ya en la Iglesia no se escucha: la primacía de Dios, y de Cristo; el demonio y su astuta actividad en nuestros días; el pecado, causa de tantos otros males espirituales, y materiales; la necesidad de conversión; y el testimonio que corresponde dar al cristiano, en referencia a la actitud de la Iglesia naciente, ante la sociedad pagana. El catolicismo carece de los espacios más modestos en los medios de comunicación, que hoy se extienden al universo de «las redes».

 

Hago una observación que me parece explicar, en buena medida, la situación religiosa del país, como la de otros países otrora católicos: el moralismo que encierra la difusión de la fe, y el entusiasmo pastoral, en el ámbito kantiano de la Razón práctica. Entonces, la Palabra de la Fe ya no resuena con el vigor que impulsa a la conversión. La dimensión profética de la misión eclesial, resulta obturada, rebajada. Ante la pandemia, por ejemplo, solo se atina a recordar la «obligación moral» de vacunarse; no la de convertirse mediante la oración y el ayuno para que, como en tantas ocasiones se muestra en la Escritura, el Señor intervenga y detenga la mano del Exterminador. La Fe está primero. Sin ella, los arbitrios morales no serán verdaderamente cristianos.

 

Vuelvo al comienzo. Podríamos alegrarnos si en la riqueza de fe ardiente, y del fructuoso seguimiento de Cristo, que se reflejasen en la cultura y en la vida de la sociedad argentina, decidiéramos compartir esos bienes con otros pueblos, en la universalidad de la Iglesia. Pero no parece razonable ceder a una ocurrencia, a un arrebato romántico, o ideológico, cuando aquí perduran y se agravan los ancestrales problemas religiosos. Resta, oficialmente, lo que la masonería no tiene dificultad en apoyar, porque coincide con su propio moralismo de exaltación de la Humanidad. Dios y Cristo no serían necesarios. El cristiano debe preocuparse del cuidado de la «Casa Común», la justicia en el reparto de los bienes de la Tierra, la deforestación, el cambio climático, y todo aquello que hace falta para «pasarla mejor» en este mundo.

 

Rezo para que esa misión en la Amazonia peruana alcance los resultados que se han propuesto sus organizadores. Y a estos les sugiero que, cuando regrese aquel contingente, se decidan a intentar una misión en Argentina. Pero, claro está, antes deberán advertir la inmensa falta que hace.

 

Fuente: Infocatólica, 02/03/22

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La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Nuevo Orden Mundial

  


por Fabio Trevisan


En nuestros días, a veces escuchamos sobre el Nuevo Orden Mundial, el Gran Reinicio, la Agenda 2030, Davos, etc. Quienes tratan de reflexionar sobre estos temas son pintados, según la información dominante, de teóricos de la conspiración, populistas, extremistas que quizás se suman a las filas del denostado frente No vax.

Este artículo pretende intentar esclarecer, a partir del análisis objetivo del texto, sobre la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, resolución adoptada por la Asamblea General de la ONU el 25 de septiembre de 2015. Se pretende así iniciar una serie de reflexiones y argumentaciones que, más allá del actual clima de contrastes exasperados, quisiera aligerar un poco las mentes oscurecidas por este nuevo clima "ideológicamente correcto" que aqueja al sistema político, financiero y mediático.

 

Qué es la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible

Para hablar adecuadamente de cualquier tema, especialmente en nuestros tiempos donde arrecia la confusión y la vergonzosa superficialidad, es necesario leer los textos, ceñirse a las fuentes oficiales, evitando cualquier tipo de atajo. Las 35 páginas A4 que contienen las indicaciones de la Agenda 2030 expresan la voluntad de transformar el mundo a través de 17 Objetivos, condensados en una pequeña página y, desde el Preámbulo, transmiten un contenido y un lenguaje sobre el que es necesario reflexionar.

En primer lugar, el adjetivo "sostenible" aparece más de 200 veces, así como adjetivos de uso masivo como "inclusivo", "resiliente" o expresiones como "igualdad de género", "derecho a la salud reproductiva" que suelen transmitir ideologías de género. o tienden a legitimar las prácticas abortivas. Los contenidos están envueltos en un lenguaje líquido, en el que los términos se sitúan de forma ambigua e imprecisa, pero que revelan lo que el estigmatizado padre Cornelio Fabro denominaba “principio de inmanencia”. Todo se concibe y se sitúa en un plano horizontal, sin dimensión espiritual ni tensión ética, donde no sólo no se evoca nunca la presencia de Dios y de su Gracia, sino que todo sólo puede resolverse a partir del hombre. De hecho, en el punto 53 de la Agenda 2030 podemos leer: “El futuro de la humanidad y de nuestro planeta está en nuestras manos” así como en el punto 59 se niega y manifiestamente se expresa la referencia a toda vocación trascendente: “…Nosotros Reiteramos que el planeta Tierra y sus ecosistemas son nuestro hogar y que la expresión “Madre Tierra” es común a muchos países y regiones”.

En este contexto horizontal se ubican las tres dimensiones del desarrollo sostenible: la dimensión económica, social y ambiental; se afirman las determinaciones, las resoluciones que la propia Agenda establece, con ese lenguaje líquido al que se refiere e informa aquí: "Estamos decididos a acabar con la pobreza y el hambre, en todas sus formas y dimensiones..." o: "Nosotros están decididos a promover sociedades pacíficas, justas e inclusivas, libres del miedo y la violencia”.

 

Declaración de intenciones y visión de la Agenda 2030

La introducción a la Declaración de Intenciones celebra con autosatisfacción la autoridad con la que se fijan los objetivos de la Agenda 2030 (las letras mayúsculas se corresponden fielmente con el texto): "Nosotros, Jefes de Estado y de Gobierno y Altos Representantes, reunidos en la Sede de Naciones Unidas en Nueva York del 25 al 27 de septiembre de 2015 con motivo de la celebración del 70 aniversario de la ONU, hoy hemos establecido los nuevos Objetivos globales para el Desarrollo Sostenible”.

 

A esto le sigue la visión, la imaginación que me recordó lo expresado en junio de 2020 por Klaus Schwab, presidente ejecutivo del WEF (Foro Económico Mundial) en Davos, en el que promovía un "reset" general (Great Reset) en Plena emergencia Covid: "La pandemia como oportunidad para re-imaginar y re-establecer el mundo". Estaba claro que la visión de Davos y el Foro Económico Mundial se basó en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: "Un mundo justo, equitativo y tolerante, abierto y socialmente inclusivo que también satisfaga las necesidades de los más vulnerables... un mundo en el que el consumo, los procesos de producción y el uso de los recursos naturales son sostenibles”.

El mundo imaginado y deseado reflejaba una dimensión antropológica amputada del ascetismo espiritual, reducida a la corporeidad terrenal, en abierta antítesis a la visión clásica y cristiana del hombre como unidad sustancial de alma y cuerpo. Para corroborar estas Visiones y Declaraciones de Intención era necesario remitirse a algo previamente y universalmente reconocido, la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948: “La nueva Agenda se fundamenta en la Declaración Universal de los Derechos Humanos”.

 

Comparación entre la Agenda 2030 y la Declaración de Derechos Humanos de la ONU de 1948

Ciñéndome estrictamente a los textos que pretendo comparar, dado que la Agenda 2030 afirmaba explícitamente que se enraizaba en la anterior Carta de 1948, cabe destacar la extensión del texto de la Agenda (35 páginas A4) en comparación con la anterior (9 páginas A4). En los 30 artículos aprobados y proclamados por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, aparece una visión del mundo diferente a la planteada en la Agenda 2030. Cito, por ejemplo, algunos artículos donde la familia, la propiedad privada, soberanía popular, se salvaguarda y enfatiza directa y claramente la educación de los niños; por el contrario, en la Agenda 2030 no solo no se protegen, sino que ni siquiera se mencionan.

El artículo 16 punto 3 de la Carta de la ONU de 1948 rezaba textualmente como sigue: “La familia es el núcleo natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a ser protegida por la sociedad y el Estado”. He leído y releído atentamente línea por línea las 35 páginas de la Agenda 2030 y nunca he encontrado ninguna mención a protecciones o políticas "familiares" o por supuesto "sostenibles" al respecto.

El artículo 17 numeral 2 de 1948 decía textualmente: “Ningún individuo puede ser privado arbitrariamente de su propiedad”. En la Agenda 2030, nada aparece para definir no solo la legitimidad natural de la propiedad privada sino incluso para subrayar los medios para defenderla. El artículo 21 numeral 3 de 1948 enfatizaba que: “La voluntad popular es el fundamento de la autoridad del gobierno”. Sin subrayar aquí cuánto debe remitirse el concepto de “soberanía popular” a una autoridad sobrenatural, en la Agenda 2030 nunca hay un consenso popular explícito, sino que se alude a un poder y una autoridad de arriba hacia abajo.

Nuevamente, el artículo 26 inciso 3 de 1948 decía claramente: "Los padres tienen derecho de preferencia en la elección del tipo de educación que han de dar a sus hijos". Nada de esto, ni siquiera indirectamente, aparece en el texto de la Agenda 2030 donde los "principios no negociables" (defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la familia como célula fundamental de la sociedad y la unión entre un hombre y una mujer, criar a los hijos como papel principal de los padres) son hábilmente eludidos y obviamente no considerados.

 

Los 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible

Los 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible están condensados y enunciados en una pequeña página de la Agenda 2030 de manera tan genérica y con un lenguaje lleno de repeticiones, adjetivos, verbos y reiteradas consideraciones que expresan la vaguedad y la utopía de la visión antes anunciada. Te hacen sonreír o, quizás mejor, temer una grosera ingenuidad que manifiesta, a mi modo de ver, la violencia sin precedentes de un poder que busca legitimarse tras la fachada del sentirse bien y que en cambio lleva a las consecuencias extremas un diseño demasiado superficial y plano, centrado (aparentemente) sólo en las posibilidades humanas.

He aquí un breve resumen de estas declaraciones "francas": "Poner fin a todas las formas de pobreza en el mundo"; “Proporcionar una educación de calidad, equitativa e inclusiva…”; “Lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas”; “Fomentar un crecimiento económico duradero, inclusivo y sostenible”; “Hacer ciudades y asentamientos humanos inclusivos, seguros, duraderos y sostenibles”; "Garantizar modelos de producción y consumo sostenibles"; “Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible”; “Promover acciones, a todos los niveles, para combatir el cambio climático”.

 

Conclusiones

Considero, a la luz de los textos considerados, que la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible no es sólo la realización suprema del principio de inmanencia, es decir, de un espíritu que niega la trascendencia, la ley natural, la ascensión espiritual, la tensión ética de hombre pero que transmite un lenguaje igualmente plano y banal, repetitivo y autorreferencial. La Agenda 2030 no sólo radica en hacer referencia a la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 sino que manifiesta e impone arbitrariamente la voluntad de un Nuevo Orden Mundial, un pensamiento único y universalmente aceptado, imponiendo su respetuosa acogida a los gobiernos nacionales y demás organismos internacionales.

Además de Davos y el WEF, algunos ejemplos nacionales también podrían conectarse con las solicitaciones y el lenguaje propuesto por la Agenda 2030, solo pensemos en los nuevos ministerios de innovación tecnológica y digitalización (del no votado Vittorio Colao, anteriormente colocado en el jefe del grupo de trabajo contra la epidemia del gobierno de Conte) y la transición ecológica (del ministro no votado Roberto Cingolani). Podríamos continuar citando la ASviS (Alianza Italiana para el Desarrollo Sostenible) a la que se han adherido más de 300 organizaciones, desde ACLI hasta COOP, desde los sindicatos CGIL y CISL hasta Confindustria, desde ARCI hasta ISS, etc. y seguir con el martilleo del PNRR (Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia).

Incluso la Iglesia católica ha recibido las indicaciones y ha tomado prestado el lenguaje "inclusivo y sostenible" de la Agenda 2030, basta pensar en las formas expresadas en los diversos Sínodos diocesanos. El discurso sería muy largo e involucraría al aparato mediático, las finanzas y la filantropía vulgar de los ricos como Jeff Bezos o Bill Gates. Con gusto prescindiría de todo esto y de todos estos personajes: ¡la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se siente insostenible!

 

Fuente: Observatorio Van Thuân, 2-3-2022

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