Por Rosendo Fraga
Director del
Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
Infobae, 12 de marzo
de 2022
Hay quienes sostienen que la invasión de Rusia a Ucrania ha sido un error
de Putin porque ha unificado a Occidente. La tesis de Joe Biden de que el eje
del conflicto global son los países democráticos contra los autoritarios encaja
en el actual conflicto europeo. Aunque Rusia tiene un gobierno ideológicamente
conservador y políticamente autoritario y China un modelo económico reformista
controlado por una élite que ejerce el poder de manera autoritaria. Al momento
de producirse la invasión a Ucrania, la OTAN se encontraba en una situación
difícil que el presidente Macron llegó a calificar de “muerte cerebral”.
Convergían en ella quienes sostenían que el principal peligro provenía del
norte (como se ha concretado ahora); los países del flanco sur privilegiaban
las amenazas del Mediterráneo, las migraciones y el terrorismo, y en una
tercera posición, estaban quienes querían reforzar el rol extra regional de la
alianza atlántica. Ahora, se ha producido una unificación de hecho.
De los treinta países que integran la OTAN, solamente cuatro han marcado
diferencias con su posición frente a la invasión rusa de Ucrania: Eslovaquia,
Hungría, Turquía y Croacia, que después fueron alineándose. Las diferencias entre
Francia y Alemania quedaron en segundo plano. Así, también sucedió con sus
enfoques divergentes con Washington. Finlandia y Suecia, sin formar parte de la
OTAN se alinearon con ella y Suiza se sumó a las sanciones económicas. Fuera
del marco europeo, en el Indo-Pacifico, Japón y Australia ratificaron su
alianza estratégica con Estados Unidos, alineándose contra Rusia.
Otros, en cambio, sostienen que la invasión rusa a Ucrania debilita a la
OTAN que no fue capaz de articular una respuesta militar y una gestión
diplomática que hubieran preservado el territorio ucraniano. Putin desafía a la
OTAN teniendo solo el 5% del gasto militar de los 30 países de la alianza
militar de occidente. El desplazamiento preventivo de las fuerzas de la OTAN en
los países donde esta tiene bases militares permanentes y que son fronterizos
de Ucrania (Polonia, Rumania y Lituania) no alcanzaron a los diez mil hombres.
Los 50.000 que Estados Unidos tiene de forma permanente en Alemania no se
movieron, hasta ahora, de sus bases.
Putin apostaba a que las sociedades de occidente que vieron hace menos de
un año, la retirada anárquica de las tropas de la OTAN en Afganistán, no
aceptarían participar en una guerra. Hasta ahora, es así. Los países de la OTAN
no entrarán en Ucrania para defenderla de la invasión rusa, y esto debilitará a
la alianza militar occidental frente a la opinión pública global, si finalmente
las fuerzas ucranianas son derrotadas. Además, la OTAN ha actuado en países que
no tenían su garantía de seguridad por no formar parte de ella y ahora no lo
hace. Fue el caso de Serbia, cuando sucedió la secesión de Kosovo a fines del
siglo XX y de Afganistán en el Asia en las dos décadas siguientes.
Las dos partes del conflicto apuestan a respectivos quiebres de los frentes
internos de los antagonistas, Rusia y Ucrania. El mayor opositor ruso que está
en prisión, Alexei Navalny, ha dicho que el verdadero riesgo para la paz
mundial es Putin y no Rusia. Hay quienes en occidente sostienen que, de
prolongarse las acciones militares, la oposición rusa democrática ganará
espacio e influencia, precipitando protestas que pueden derivar en
insurrección, como pasó en varios países de la ex URSS. Por el contrario, otros
piensan que la exaltación del nacionalismo ruso que motiva Putin, será argumento
y pretexto para sofocar aún más las voces disidentes.
Por su parte, Putin aspira a un quiebre del frente interno ucraniano
mediante acciones rápidas y contundentes - que están siendo más lentas que lo
esperado- que lleven a la opinión pública ucraniana a apoyar “un modelo de
neutralidad” como el asumido por Finlandia después de la Segunda Guerra
Mundial. En este caso, el actual gobierno pro occidente de Ucrania, Volodymyr
Zelensky, podría ser sustituido por uno que proponga neutralizar el país desde
el punto de vista militar, que en los hechos sería proruso. Ambas percepciones
son determinantes de las estrategias militares de los dos contendientes.
Ucrania busca una guerra prolongada que desgaste a Rusia, y Rusia una guerra
rápida que debilite el frente interno ucraniano. Pero si alguna posibilidad hay
de parar la guerra, es depende del presidente ucraniano, que sin consultar ni a
Washington ni a Bruselas, -logró tres rondas de negociación con el gobierno
ruso gestionadas por el dictador bielorruso, - y reclama un encuentro
presencial con Putin
Un análisis más profundo de la actitud de Putin como líder ruso, hay que
buscarlo en el factor “humillación” que puede generar extremismos nacionalistas
proclives a revertir la decadencia por la vía militar. Si bien hay excepciones
a esta teoría (como la de Alemania y Japón tras la Segunda Guerra Mundial)
numerosos ejemplos encajan en ella. El más relevante quizás sea el de China,
que sufrió la humillación del occidente desde 1836 cuando comenzó la primera guerra
del opio, que culminó con la toma de la península de Hong Kong, por parte de
fuerzas británicas, generándose una ocupación que recién terminó a fines del
siglo XX. En el XIX, las potencias europeas tomaron posición de diferentes
puertos chinos para asegurarse el comercio. A comienzos del siglo XX, la
capital China fue ocupada por una fuerza multinacional de países integrados por
Estados Unidos, Japón y diversas fuerzas europeas. La ocupación japonesa de
Manchuria fue otra humillación de China antes y durante la Segunda Guerra
Mundial. Este sentimiento explica el resurgimiento de la potencia asiática que
representa el presidente Xi Jinping.
La Alemania derrotada en la Primera Guerra Mundial, generó el nazismo y la
llegada de Hitler al poder con su idea de nacionalismo alemán político y étnico
en busca de revancha y venganza. Rusia, a su vez, durante tres siglos ha
percibido las amenazas de occidente. Napoleón, a comienzos del siglo XIX,
Crimea promediando dicho siglo y las dos invasiones de Alemania en la Primera y
Segunda Guerra Mundial. Todas estas fueron invasiones de su propio territorio.
La disolución de la Unión Soviética, considerada por Putin la mayor catástrofe
geopolítica del siglo XX, fue también percibida por Rusia como una humillación.
Pero algo está claro: Putin podrá ganar o perder la guerra que ha emprendido, -
lo militar está más sometido al azar y el cambio de circunstancias que lo político,
- pero algo es seguro, redoblará la apuesta mientras no alcance sus objetivos.