Por John Marulanda
El bloqueo de vías en
Colombia y su consecuente escasez de alimentos, de combustible y de insumos
médicos, que llevó a la muerte a numerosos pacientes de COVID-19, fue la
culminación de un paro que perdió momentum. Los jefes de la intentona lo saben,
y debieron llamar a un refortalecimiento de la acción, con una nueva
movilización general, ayer 19. Esta situación fue también el asomo de un
contraparo que puede terminar mal. Una reacción de la comunidad contra minorías
que están arruinando la vida de millones no es de desestimar, y las secuelas
pueden ser de largo aliento; muy complicadas.
Estrategia asfixiante y
peligrosa
La izquierda no cede.
Sus angustiados capataces -desde sus apartamentos y fincas- ven cómo naufraga
la estrategia de recuperación del poder en la Región, iniciado con la toma de
las calles a finales del 2019. Se proclamó entonces la 'brisita bolivariana'.
Un año después y pandemia de por medio, en Chile no es claro que la izquierda
vaya a lograr su constitución tal como lo proclamó mientras quemaba iglesias y
saqueaba supermercados; en Perú, la balanza se inclina fuertemente hacia Keiko
Fujimori, ante un Pedro Trujillo confuso y penalmente indiciado por mentiroso;
en Bolivia, Evo Morales perdió bases electorales en más provincias de las
esperadas y, en Ecuador, el Visir del Sátrapa Correa no cuajó. Queda Colombia,
la 'joya de la corona'. El asedio a su sociedad y el ataque a sus fuerzas
militares, que tiene origen en 1948, continuará a pesar de la corrección de
errores cometidos y de la apertura al diálogo por parte del Gobierno.
Lo sucedido en Cali es
solo una mínima muestra de lo que puede suceder en todo el país, dada la
estrategia de 'regionalización del conflicto', pero también es un asomo
peligroso de una reacción espontánea e incontrolable de una comunidad hastiada,
en un país en donde se calcula hay más de dos millones de armas de fuego
circulando ilegalmente.
41 asociaciones de
militares y policías retirados, reunidos alrededor de ACORE (Asociación
Colombiana de Oficiales de las Fuerzas Militares en retiro), lo advirtieron en
un reciente comunicado a la opinión pública: 'Advertimos graves riesgos de
rechazo social violento por parte de la gran mayoría de ciudadanos cansados de
tantos actos violentos absurdos que están causando desabastecimientos,
crispación, aumento de la crisis pandémica y muertes'.
Una batalla virtual
perdida
Con una sociedad agobiada
por el desempleo y la pobreza, airada por las imprudentes propuestas fiscales
del gobierno y manipulada por una minoría violenta, redes sociales y medios
masivos de comunicación le vendieron al mundo la matriz de opinión que versaba
sobre un gobierno dictatorial -alguien lo comparó con el de Birmania- y sobre
una policía masacradora de inocentes protestantes. Esa simplificación
estandarizada por cuenta de quienes están detrás de todo el entramado,
cómodamente sentados frente a sus pantallas, forma parte de la estrategia de
desestabilización. Plataformas desde Bangladesh, Corea y China diseminan una
realidad virtual que poco tiene que ver con la realidad real de una minoría
violenta y una mayoría expectante. Las propias Naciones Unidas, OEA, la Unión Europea,
el parlamento alemán, el New York Times y los matasiete de siempre, como José
Miguel Vivanco, han desconocido vulgarmente la realidad de los policías
asesinados a cuchillo, de las instrucciones de 'ofrecerles café con veneno' a
los policías, o del intento de quemarlos vivos en sus cuarteles.
Otro punto que
advierten militares y policías retirados de ACORE en su comunicado, es el
relativo a la intervención extranjera en la crisis colombiana: 'Rechazamos
cualquier intervención extranjera, provenga de donde provenga, que a través de
redes sociales o medios cibernéticos, apoye las acciones de perturbación y
desestabilización del país y difunda falsas informaciones para crear un
ambiente internacional hostil al gobierno elegido democráticamente y las Fuerzas
Armadas legítimas y legales de Colombia'. Veinticuatro horas después de este
pronunciamiento, Bogotá expulsó al primer secretario de la Embajada de Cuba por
actividades indebidas; hace cuatro meses, expulsó a dos espías rusos; hace poco
menos de un mes, un avión ruso de inteligencia violó el espacio aéreo
colombiano a la altura de La Guajira, y la presencia de venezolanos en las
células de terrorismo urbano es frecuente. Esto confirma el plan que se está
aplicando al país, certificado incluso por Nicolás Maduro en una alocución
televisada.
El objetivo proyectado
de esta renovada intentona, será la defenestración de Duque, la anulación del
Congreso y la instauración de un nuevo gobierno popular, de un nuevo Estado.
Ante esta perspectiva, un ilustre venezolano amigo, mirándome burlonamente, me recordó: 'No vale; no te creo'.
(Fuente: El Ojo
Digital, 20 de Mayo de 2021)