El cardenal Müller advierte que el nuevo rescriptum
sobre Traditionis custodes degrada a los obispos y daña su responsabilidad
pastoral.
Por Javier Arias
El reciente
rescriptum aprobado por Francisco y por el Prefecto del Dicasterio para el
Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el cardenal Roche, sigue
suscitando reacciones.
El nuevo
escrito que refuerza el motu proprio Tradionis custodes, establece que el uso
de una iglesia parroquial o la erección de una parroquia personal para la
celebración de la Eucaristía según el Missale Romanum de 1962 y la concesión de
la licencia a los sacerdotes ordenados después de la publicación del Motu
proprio Traditionis custodes para celebrar con el Missale Romanum de 1962, irá
a cargo de Roma.
Este medio ya
publicó esta misma semana como con esta decisión se refuerza aún más el control
centralista de Roma en detrimento de la libertad de decisión y actuación de los
obispos.
InfoVaticana
se ha puesto en contacto con el cardenal Müller para recabar su parecer sobre
esta decisión del Papa y del cardenal Roche. El exprefecto de la Congregación
para la Doctrina de la Fe ha respondido a este medio que «el Papa Benedicto XVI
le dio al papado una gran reputación, incluso entre los agnósticos muy alejados
de la iglesia (Paolo Flores D’Arcais, Jürgen Habermas, Piergiorgio Odifreddi) a
través de su alta competencia teológica y honestidad intelectual».
En alusión a
Benedicto, Müller sostiene que «no era necesario que insistiera en la
obediencia formal de manera autoritaria, porque incluso la obediencia de la fe
a Dios, que es decisiva para la salvación, no exige un servilismo ciego, sino
una devoción al Dios Trinidad con razón y libre albedrío, es decir, una obesequium racionalabile (Vaticano II, Dei
Verbum, 5)».
Por otro
lado, el purpurado alemán afirma que «cuando se trata de la obediencia a la
autoridad eclesiástica, se debe hacer una distinción entre la obediencia religiosa,
que se refiere a la sumisión autorizada de la fe revelada, y la disposición de
seguir de buen grado al Papa y a los obispos también en cuestiones de
disciplina de la organización eclesiástica y del orden de la liturgia». «Distinguimos entre la sustancia de los
sacramentos, sobre la cual el Papa y los obispos no tienen poder de
disposición, y el rito litúrgico, que ha crecido históricamente en los diversos
ritos legítimos dentro de la única Iglesia Católica», añade el cardenal.
Müller
asegura que «el Papa Benedicto superó las tensiones que habían surgido de una
manera teológicamente competente y pastoralmente sensible al distinguir entre
las formas ordinarias y extraordinarias del rito latino». El cardenal Müller
califica esta decisión como «intolerancia brutal» contra los que prefieren la
Misa Tradicional. Además, añade que se trata de una decisión que «es
pastoralmente contraproducente», y «un ejemplo espantoso de incompetencia
teológica para distinguir entre la sustancia no disponible del sacramento y la
riqueza de formas de los ritos litúrgicos».
En ese
sentido, el cardenal Müller no duda en señalar que este nuevo escrito «degrada
a los obispos u ordinarios locales de rango secundario a peticionarios a la
máxima autoridad (es decir, la burocracia del Dicasterio de Culto)». El
cardenal alemán subraya que esta decisión «daña la responsabilidad pastoral del
episcopado» y «oscurece el verdadero sentido del papado, que es representar y
realizar la unidad de la Iglesia en la verdad de la fe y de la comunión
sacramental».
Por último,
Müller lamenta que «el reconocimiento de la autoridad papal no es promovida,
sino debilitada a largo plazo» ya que se puede dar la impresión de una especie
de liderazgo autocrático.
Fuente: Infovaticana,
24 febrero de 2023