Profundizando el estudio del IBU: un debate cada vez más urgente.

Recopilación y comentarios: Dr. Andrés Torres



I. INTRODUCCIÓN

Cuando en noviembre de 2019 comenzamos a estudiar esta iniciativa económica impulsada en distintas latitudes, especialmente después del 2000, se desconocía por el público general el extraordinario acontecimiento que suscitaría el tratamiento de la llamada “pandemia” del COVID-19, que por ese entonces era un fenómeno local en una provincia china.

La situación creada por los gobiernos del mundo a raíz de esta enfermedad respiratoria infectocontagiosa (cuarentenas, restricciones, debacles económicas) ha planteado un mundo muy transformado en cuestión de meses, donde el agravamiento de la pobreza, el hambre, el desempleo, la afectación a los servicios públicos de justicia y educación, el mayor consumo de alcohol y drogas por la población, la explosión del delito urbano, la falta de atención médica por enfermedades no-COVID, el abandono de las personas mayores, la afectación a cuestiones religiosas y culturales,   y el subdesarrollo económico  a nivel mundial han sido los fenómenos más notables. La palabra más adecuada es “daño”, a escala global, con características devastadoras. 

No se cuentan con datos hasta el momento para evaluar si las muertes por la “nueva enfermedad” han sido más numerosas que las que genera una gripe estacional muy virulenta, especialmente entre ancianos y otras personas de riesgo, ni tampoco puede aún definirse la respuesta al interrogante de cuántas muertes hubiera habido de no haberse implementado las medidas de aislamiento, parate, restricciones y emergencias dictadas por los distintos gobiernos del mundo. Ese interrogante probablemente permanezca en el umbroso terreno de las conjeturas opinables por mucho tiempo más.

Sin entrar a considerar si está demostrado que es peor el remedio que la enfermedad ni tampoco el origen de esta situación, que algunos adjudican a un plan deliberado, lo que está sobre la mesa son los datos del empobrecimiento, peligro de subsistencia y pérdida de horizontes para cientos (o miles) de millones de personas.

En este contexto, aquellas disquisiciones que a fines del año pasado hacíamos acerca de una estrategia para paliar la pobreza y la indigencia crecientes ya entonces en el mundo con motivos de la crisis del sistema financiero y económico global, y con el auge de las nuevas tecnologías (desempleo tecnogénico), hoy se han convertido en cuestiones de tratamiento urgente y mucho más perentorias que lo que imaginábamos. Tal vez, el deterioro que estábamos viendo que se avecinaba sobre el mundo para los próximos diez años se ha precipitado súbitamente para avanzar a un ritmo acelerado en menos de un año.

La muestra de ello es que subsidios, ayudas y transferencias a la población vulnerable, empresas en crisis, empleados suspendidos, desempleados, subempleados y pobres por parte del Estado se han convertido en moneda corriente en países que considerábamos prósperos como Dinamarca o Alemania, y ni hablar del resto de los países del mundo. 

La mayoría de estas medidas son clasificadas actualmente como “de emergencia”, “excepcionales” o “provisorias”, puesto que la crisis económica se desató de un modo tan rápido y violento que hubo que improvisarlas, si bien usando algunos estudios previos sobre el IBU, pero en su mayoría sin pasar a la categoría de universales, característica del concepto de IBU. 

Es curioso advertir que si bien el sistema financiero y económico global ya estaba en avanzada y franca crisis en los países centrales mismos al expirar la segunda década del siglo, ahora toda la crisis se puede adjudicar con comodidad y lógica inatacable al célebre COVID-19, una pandemia expiatoria de los pecados del mundo “desarrollado”. Y quienes lo discutan reciben de modo inmediato el sambenito de negacionistas, anti-vacunas, terraplanistas, y otras lindezas.

El IBU sin embargo está planteado teóricamente como un modelo muy distinto a los subsidios para personas necesitadas. Debe cumplir con los parámetros de universalidad, permanencia, suficiencia.

 

II. PROPIEDADES DEL IBU

Haciendo un esfuerzo de esquematización para caracterizar de manera más precisa el concepto de IBU creo que son detectables 8 propiedades que le son inherentes. A renglón seguido de cada una de ellas he identificado las posibles excepciones al cumplimiento de la propiedad respectiva, que deriva en alternativas similares al IBU pero no plenamente identificables con él. Las propiedades son:

 

1Incondicionalidad: no se sujeta a ninguna condición para su percepción.

Excepciones posibles a esta propiedad:

a. Sujeto a acreditación de tareas comunitarias o trabajo social

b. Sujeto a acreditación de capacitación laboral

c. Sujeto a acreditación de escolarización de menores

 

2. Universalidad: lo perciben todas las personas independientemente de su edad, condición, nacionalidad, etc.

Excepciones posibles a esta propiedad:

a. Restringido a mayores o adultos o con diferencias de cuantía si son menores de edad

restringido a personas con nivel de ingresos bajo (indigentes, pobres, etc.)

restringido a personas sin empleo formal

d. Restringido a nacionales de un país o ciudadanos de una determinada región

e. Restringido a personas con hijos menores a cargo (jefes de familia, etc.)

restringido a un grupo de ciudadanos elegidos al azar o según algún criterio, como experimento

 

3. Individualidad: Lo recibe cada persona beneficiaria y no por grupos

Excepciones posibles a esta propiedad:

a. Percibido por grupo familiar con hijos menores

percibido por grupo familiar aunque no incluya menores de edad

percibido por un grupo de ciudadanos seleccionados como experimento.


4. Suficiencia: Su monto es suficiente para cubrir las necesidades vitales de cada persona.

Excepciones posibles a esta propiedad:

a. Monto limitado a un monto fijo por debajo del umbral estadístico de pobreza

monto equivalente al umbral estadístico de pobreza

monto superior al fijado como umbral estadístico de pobreza, pero inferior al necesario para que la persona cubra todas sus necesidades vitales en el contexto en que se encuentre.

 

5. Inmediatez: Su monto es percibido de manera inmediata por el beneficiario, sin intermediarios ni gestores.

Excepciones posibles a esta propiedad:

a. Gestionado por organizaciones intermedias: ONG, congregaciones religiosas, sindicatos, etc.

gestionado por organizaciones estatales o paraestatales (municipios, empresas mixtas, etc.)

cogestionado por empresas del sector privado.

 

6. Permanencia: Su percepción es vitalicia pero intransferible a la muerte de la persona.

Excepciones posibles a esta propiedad:

a. Vigente durante un período limitado de años o meses a modo de experimento o prueba

vigente hasta un determinado tope de edad (por ejemplo, para los jóvenes hasta los 25 años)

 

7. Sustentabilidad: Su financiamiento debe ser sostenible en el tiempo y no basado en la pura emisión monetaria de un Estado

Excepciones posibles a esta propiedad:

a. Financiado por un estado con independencia de variables de crecimiento económico o aportes.

 

8. Estabilidad: el sistema no está acotado a un período de prueba, o ensayo, sino que se establece de manera definitiva en el ámbito territorial establecido

 

Está claro que ninguna de las experiencias comparables en el mundo hasta ahora han cumplido con las ocho condiciones. Finlandia, por ejemplo, (2017) probó con un piloto temporal (sistema no estable) y sólo para desempleados (no universal). En la Argentina la AUH (2009) está restringida a los menores de edad y sólo a niños de hogares desempleados o subempleados (no es universal) ni tampoco es suficiente (es de $ 3.540 por hijo: según el informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) publicado este mes una familia compuesta por un varón de 35 años, una mujer de 31, un niño de seis y una nena de ocho años, precisa $49.912 para no caer debajo de la línea de pobreza que establece la Canasta Básica Total (CBT). Podría discutirse también su sustentabilidad atento la dependencia actual de las erogaciones estatales de la simple emisión monetaria. 

En España el IMV (que debutó en junio de este año) no es tampoco universal (es sólo para hogares vulnerables o afectados por la crisis) y aunque el monto es cercano a los 900 euros por familia tipo, su implementación está siendo difícil por la burocratización del proceso de admisión. 

Otras experiencias, como la de Namibia (2008) o la India (2011) han sido restringidas en el tiempo (a modo de ensayos, como el caso de Finlandia), y muy locales en su aplicación (a escala municipal o provincial).

De modo que el IBU como tal aún se encuentra en el plano teórico y ello obedece a dos importantes razones: (a) la controversia ideológica sobre su procedencia y (b) las dificultades técnico-financieras para implementarlo en el marco de la economía actual.

 

III. ENUNCIACIÓN DE ALTERNATIVAS DE FINANCIAMIENTO

 

La cuestión del financiamiento del IBU es indudablemente espinosa y de resolución técnica. No estoy a la altura de abundar en los pro y contra de las distintas alternativas que se manejan pero podemos hacer una enumeración no exhaustiva de las posibles fuentes de financiamiento, para abrir la discusión:

 

1.   ¿Cómo se financiaría un sistema así?

a.   Con impuestos

b.   Sustituyendo por el IBU todos los programas sociales existentes

c.   Del fondo destinado a la Seguridad Social

d.   Con emisión monetaria

e.   Con aportes voluntarios de empresas, instituciones o personas (donaciones)

f.   Con la venta de recursos naturales por el Estado

 

 

IV. RECAPITULANDO LAS CRÍTICAS AL I.B.U

Consultando el sitio givedirectly.org puede encontrarse una buena síntesis de las principales críticas que se le formulan al IBU y cómo en general existen argumentos técnicos y académicos para rebatirlas.

 

Crítica N° 1: Puede implicar la bancarrota del país donde se aplique

La preocupación más común de los críticos respecto del IBU es que su mero costo la volvería fiscal y políticamente inviable en su implementación. Por ejemplo, la propuesta del candidato presidencial estadounidense Andrew Yang planea otorgarle 1000 dólares por mes a cada ciudadano mayor de 18 años, traduciéndose ello en un costo total de 2,8 billones* de dólares anuales. En comparación, el gasto total del gobierno es de 4 billones. Aproximadamente 300.000 millones a 500.000 millones del costo para el ingreso ciudadano (menos del 20 %) provendría de los programas de seguridad social ya existentes, pero el gobierno tendría que aportar una cantidad significativa de dinero nuevo y la propuesta actual de Yang sólo terminaría ahorrando unos 133.000 millones reasignando servicios sociales ya existentes.

En parte, los Estados Unidos invierten mucho menos en beneficios sociales que otros países desarrollados, así que hay menos ingresos para sacar de esa caja. Aun así, muchos países hallarían más atractivo un sistema de renta negativa, con transferencias estatales decrecientes a medida que los beneficiarios poseen mayores ingresos. Por ejemplo, los economistas Jessica Wiederspan, Elizabeth Rhodes y Luke Schaefer calcularon que Estados Unidos podría implementar un sistema de renta negativa a un coste bruto de 219.000 millones por año.  Sin embargo, el costo neto podría ser cero si como contrapartida se reemplazan los sistemas de beneficios sociales existentes que ellos listan en su modelo.

Otros países pueden tener fuentes exclusivas de recursos para solventar el sistema o bien apelar a una reasignación de gasto social preexistente. El ex Asesor Económico en jefe del gobierno de la India (un equivalente al ministro de economía) Arvind Subramanian, por ejemplo, postuló un modesto sistema de ingreso básico universal solventado por programas de subsidios ya existentes, que podrían sacar a millones de personas de la pobreza.

 

Crítica N° 2: “Se redirigen recursos escasos de los pobres hacia los ricos”

“La versión conservadora del IBU podría implicar un enorme paso generador de pobreza, un paso en la dirección equivocada. Nuestros programas sociales dedican sus recursos a personas de ingresos bajos y medios, así que suprimir ese gasto y reconvertirlo en transferencias dirigidas a toda la población claramente diluirá los aportes que actualmente atienden la situación de quienes más los necesitan” (Jared Bernstein, ex asesor económico del vicepresidente Joe Biden (gestión Obama), miembro senior del CBPP (Centro de estudios para el presupuesto y priorización de políticas, think tank demócrata con sede en Washington DC)

El modo en que un IBU ha de solventarse es una cuestión crucial por el efecto que puede tener en los niveles de pobreza y desigualdad. Mientras la mayoría de los sistemas de IBU propuestos redistribuyen fondos desde las capas ricas hacia los pobres, tomar fondos que hoy se están destinando a los pobres y redistribuirlos de modo universal empeoraría de modo sustancial el apoyo a los beneficiarios del gasto social.

“Si un IBU es implementado suplementando el sistema de transferencias ya existente, se traducirá en una redistribución hacia abajo del ingreso, mientras que su el IBU más bien reemplaza el sistema preexistente, las familias más vulnerables quedarían mucho menos auxiliadas de lo que lo son ahora.” (Hilary Hoynes & Jesse Rothstein, economistas)

 

Crítica N° 3: Desalienta el Trabajo

Los críticos también se muestran preocupados porque el IBU pudiera incentivar a las personas a trabajar menos.

“Los partidarios de aquellos programas que aceptan e incluso alientan la desocupación voluntaria, como el IBU, olvidan que esa la necesidad de trabajar no responde sólo a la búsqueda de confort material, sino también a la búsqueda de un sentimiento de cumplimiento del deber y la aceptación social que se recibe en un ambiente laboral” (Larry Summers, economista)

Las evidencias que arrojan las experiencias de transferencia de recursos en el mundo desarrollado no arrojan una prueba contundente de que esos programas hayan desalentado el trabajo. Un meta-análisis de 2028 de la investigadora Ioanna Marinescu efectuado sobre los efectos de la renta negativa en Estados Unidos y en Canadá mostró esa conclusión. Especialmente, los programas analizados sugieren que no se generan efectos sobre la oferta de trabajo ni tampoco una reducción en el nivel de empleo o de ingresos. En el experimento de Finlandia, cuyo estudio se publicó en 2019 se dio con el mismo resultado.

Sin embargo, algunos especulan que los resultados serían diferentes en el caso de un ingreso universal de por vida.

Con el tiempo, el prurito social que refrena a las personas de abandonar el trabajo podría irse debilitando: grandes segmentos de la sociedad podrían ingresar a una deriva de ociosidad alienada. Las tensiones entre aquellos que trabajan y pagan impuestos y aquellos que están eligiendo no hacerlo tienden a debilitar el tejido social; con un ingreso básico universal, eso podría destrozar el estado de bienestar (The Economist).

Por lo expresado, tenemos que estar atentos a los resultados del estudio a largo plazo, de 12 años, que se está haciendo en Kenya.

Este proyecto, que cuenta con una inversión de 30 millones de dólares, ha distribuido ya varios millones entre 20.000 personas que residen en unos 197 poblados de Kenia, y en 100 poblados adicionales que están siendo observados como grupo de control. Algunas de las personas recibirán pagos por 12 años, tiempo que durará el experimento. Ya se han publicado estudios sobre los efectos de este IBU durante la pandemia del COVID 19 en septiembre de este año. Resultados adicionales de la primera fase del experimento se esperan publicar a fin de año.

 

Crítica N° 4: el IBU, disparador de Inflación

“Si cada uno de nosotros de repente tiene un ingreso extra de 10.000 dólares por año y cada uno de nosotros sabe que todos lo tendrán, los precios treparán y la inflación subirá, diluyéndose todo beneficio que pueda deparar un programa semejante” Greg Archetto, diputado del partido republicano de los EE.UU.

Una preocupación frecuente acerca del IBU es que los ingresos de todos subirán, generando inflación. La evidencia disponible sugeriría más bien que una inflación galopante es improbable porque el nivel de oferta de la mayoría de las cosas que la gente consume no es fijo, sino que puede ir creciendo. El estado de Alaska le ha dado a sus ciudadanos un dividendo anual de entre 800 y 2000 dólares desde      1990 y la inflación ha estado por debajo del promedio nacional. Otros dos estudios, de México y Somalía, no registraron efectos en general en materia de inflación en los lugares donde se hicieron transferencias.   En economías de ciertos países o en regiones donde hay grandes problemas con la oferta de bienes y servicios, sí se podrían presentar problemas, especialmente en el corto plazo. En los estudios de 2019 de givedirectly.org se analizan las investigaciones que hasta ahora se han realizado sobre los demás efectos económicos del IBU.

 

VI. ¿QUÉ PAÍSES HAN EXPLORADO LA ALTERNATIVA DEL IBU?

Este sucinto listado fecha las principales experiencias (varias de las cuales ya han sido reseñadas en los trabajos anteriores) que propenden al IBU, algunas de ellas como puras experimentaciones, otras como iniciativas de política económica real. Restan incluirse las numerosas rentas básicas dispuestas durante el 2020 en Europa y en otros lugares, acerca de las cuales posiblemente sea necesario un estudio especial.

 

1    1951 CANADA    OAS (OLD AGE SECURITY)

2    1960 ESTADOS UNIDOS RENTA NEGATIVA

3    1970 DAUPHIN, MANITOBA (CANADA)    MINCOME

4    1976 ALASKA (EE.UU.)     FONDO PERMANENTE DE DIVIDENDO

5    1991 BRASIL    PROGRAMA DE GARANTIA DE RENTA MINIMA

6    2003 BRASIL    BOLSA FAMILIA

7    2008 OTJIVIERO Y OMITARA (NAMIBIA)INGRESO BASICO

8    2008 MACAU     WEALTH PARTAKING SCHEME

9    2009 ARGENTINA ASIGNACION UNIVERSAL POR HIJO

10   2010 IRAN IRANIAN SUBSIDY REFORM PLAN

11   2011 INDIA     DOS PILOTOS

12   2015 UTRECHT (HOLANDA)  

13   2016 AQUITANIA (FRANCIA) PILOTOS

14   2017 FINLANDIA RENTA BASICA UNIVERSAL

15   2017 HAMILTON, LINDSAY, THUNDER BAY (CANADA) ONTARIO BASIC INCOME PILOT PROJECT

16   2020 ESPAÑA    RENTA BASICA

 

La mayoría de los países del mundo han probado algún tipo de programas de transferencias en efectivo. Los efectos están bien estudiados. Por ejemplo se puede consultar el análisis del Instituto de Desarrollo en Ultramar que analiza 165 estudios que evalúan los efectos de 56 programas diferentes. Muchos países también han implementado programas de transferencias bajo la forma de pensiones universales o subsidios para la infancia.

Sin embargo, un IBU integral que le proporcione a todos los miembros de la sociedad suficiente dinero para sostenerse de por vida nunca se ha implementado ni evaluado a gran escala. Muchos países están debatiendo el IBU y existe un buen número de indicadores de cómo el IBU podría afectar la situación actual.

 

(*) Las cifras de billones están expresadas al modo latino, es decir 1 billón es un millón de millones.