Por Carlos Prosperi
Dr. en Biología – Lic. en Filosofía-Prof. Univ. Pascal – Invest. CONICET
Suena raro referirse a los ateos como personas de fe e irracionales, ya que
hacen alarde de ser estrictamente racionales y de renegar de cualquier forma de
fe, a la que ven como inconsistente. Somos los creyentes (según ellos) los que
creemos en cosas irracionales y nos oponemos al conocimiento científico.
La viñeta muestra que los ateos no tienen en realidad ninguna argumentación
ni ideología que exponer: simplemente niegan. Los ateos sólo creen en lo que
pueden entender racionalmente. Por eso no creen en nada.
Hay que empezar por explicar que esta oposición entre ciencia y fe es en un
invento bastante reciente en la Historia de la Filosofía, que nunca fue
planteada por el cristianismo porque siempre armonizó a la ciencia con la fe.
Santo Tomás escribió en la Summa: “Por
ello, el conocimiento de las cosas divinas recibe el nombre de sabiduría. Y el
conocimiento de las cosas humanas se
llama ciencia, nombre común que implica la certeza de juicio, apropiado al
juicio obtenido mediante las causas segundas. Por consiguiente, tomado así el
nombre de ciencia, es un don distinto del don de sabiduría. De ahí que el don
de ciencia verse sólo sobre las cosas humanas o creadas. (2-2 q.9 a.2)”.
Por eso Justino pudo escribir: “Toda
verdad que diga cualquier hombre nos pertenece a nosotros los cristianos,
porque nosotros adoramos al Logos, que procede directamente de Dios
(Apología II, 13)”.
Según el Concilio Vaticano Primero: “A
pesar de que la fe esté por encima de la razón, jamás puede haber contradicción
entre ellas. Puesto que el mismo Dios que revela los misterios e infunde la fe
otorga al espíritu humano la luz de la razón, Dios no puede negarse a sí mismo,
ni lo verdadero contradecir jamás a lo verdadero (DS 3017). Por eso, la
investigación metódica en todas las disciplinas, si se procede de un modo
realmente científico y según las normas morales, nunca estará realmente en
oposición con la fe, porque las realidades profanas y las realidades de fe
tienen su origen en el mismo Dios. (GS 36,2)”.
El Papa Benedicto XVI dice en continuidad con lo anterior: “El cristianismo primitivo llevó a cabo una
elección purificadora: se decidió por el Dios de los filósofos en contra de los
dioses de las otras religiones… cuando hablamos de Dios nos referimos al ser
mismo, a lo que los filósofos consideran como el fundamento de todo ser, al que
han ensalzado como Dios sobre todos los poderes; ése es nuestro único Dios”
(2003).
Fiel a su estilo irónico, Chesterton escribió: “Lo que la Iglesia le pide al hombre para entrar en ella no es que se
quite la cabeza, sino tan sólo que se quite el sombrero”.
A pesar de todo, los ateos sostienen que la Teoría del Big Bang y la Teoría
de la Evolución demuestran que Dios no existe. En realidad, ambas teorías, que
ya son certezas porque están comprobadas con abundancia de datos empíricos,
explican nada más (y nada menos) que los mecanismos naturales por los cuales se
formó el cosmos y llegó a las características actuales, con la vida incluida.
Pero no dicen nada acerca de cómo se originó la materia y si hubo alguna
Providencia implicada en el proceso.
Un ateo se parece a quien prueba una torta y dice qué gusto tiene, analiza
la proporción de harina, huevos y azúcar, y a partir de ese análisis concluye
que ya sabe todo lo que hay que saber de repostería, y por lo tanto no haría
falta indagar sobre la existencia de algún cocinero o alguna receta.
El Big Bang demuestra que el mundo tuvo un origen, y por lo tanto la
materia no es eterna, lo que implica que debe haber algún Ser Eterno que la
haya creado de la nada. Por eso los ateos postulan la existencia de universos
paralelos, que existen a la par del nuestro, infinitamente hacia el pasado y
hacia el futuro (Prosperi, 2015). Pero ellos mismos entienden que al ser
universos diferentes, no hay comunicación posible entre los universos ni modo
de demostrar su existencia. Es simplemente un postulado sin ningún fundamento
científico, y entonces, como dice Mario Hamuy (astrofísico chileno): “En cuanto a los universos paralelos, no hay
ninguna evidencia de que existan. Se ha propuesto como una teoría para remover
el problema que se presenta con un universo tan ajustado para nuestra
existencia, que parece ser demasiada casualidad”.
También malinterpretan la Física Cuántica, y entienden que es demostrativa
de que a nivel de la microfísica rige el azar y no el determinismo que implican
las leyes naturales en el nivel macrofísico. Sin embargo, Heisemberg postuló el
Principio de Incertidumbre, que denota falta de certeza o conocimiento de las
leyes en el mundo cuántico, pero no su inexistencia. El azar en realidad no
existe, sino que, a la manera como San Agustín, luego de abandonar el
maniqueísmo, dice que el mal es solamente la ausencia del bien, así el azar es
la ausencia de la necesidad como dice Monod (1972), pero no tiene entidad en sí
mismo, ya que es apenas operacional y no esencial.
Los ateos, para convertirse, exigen ver a Dios con un telescopio, o
encontrar el alma al hacer una disección. Curiosamente, si ello ocurriera,
sería la prueba contundente de que tanto Dios como el alma serían meros objetos
de la naturaleza. La existencia de Dios está demostrada por vías racionales,
sin recurrir a la fe. Claro que no está demostrada por metodología científica,
simplemente porque está fuera del alcance de las ciencias.
El Dr. Peter Kreeft, en su libro
“Arguments For God’s Existence” (2016), que se puede consultar en la web,
desarrolla los siguientes veinte argumentos, incluyendo las vías tomistas: 1. The
Argument from Change 2. The Argument from Efficient Causality 3. The Argument
from Time and Contingency 4. The Argument from Degrees of Perfection 5. The
Design Argument 6. The Kalam Argument 7. The Argument from Contingency 8. The
Argument from the World as an Interacting Whole 9. The Argument from Miracles
10. The Argument from Consciousness 11. The Argument from Truth 12. The
Argument from the Origin of the Idea of God 13. The Ontological Argument 14.
The Moral Argument 15. The Argument from Conscience 16. The Argument from
Desire 17. The Argument from Aesthetic Experience 18. The Argument from
Religious Experience 19. The Common
Consent Argument 20. Pascal's Wager.
Algunos pueden discutirse, pero si sólo uno de los veinte es válido ya es
suficiente. No hay dudas racionales de que Dios existe. En cambio, no hay
manera de demostrar que Dios no existe: se postula que sólo lo cognoscible por
la ciencia es válido, excluyendo todo lo trascendente, pero no hay fundamentos
para sostener semejante postulado.
La idea de que el Big Bang o la evolución orgánica son contrarias a la
religión es una falsedad que han establecido arbitrariamente los ateos,
ayudados por fundamentalistas como los Testigos de Jehová y algunas otras
confesiones, entre ellos ciertos católicos que desconocen los datos objetivos
de la ciencia e incluso la postura de la misma Iglesia al respecto (Prosperi,
2011)
Lemaitre, el padre del Big Bang, era sacerdote católico, y tanto Einstein
como Jastrow, que lo verificaron, eran teístas. Darwin era licenciado en
Teología Anglicana, y Mendel, el fundador de la Genética que fundamenta las
bases de la evolución, era monje católico. También Heisemberg y la mayoría de los
físicos cuánticos eran creyentes. En todo caso son los ateos los que
extrapolaron sus conclusiones a la Sociología o la Antropología, como hicieron
Spencer, Huxley o Morgan (Rodriguez, 2020).
Para no extendernos en esta temática, que ya hemos desarrollado en
profundidad (Prosperi, 2015) veamos cuál es la postura de los Papas, aun cuando
no se trate de enseñanzas dogmáticas. Pio XII en la Humani Generis (1950)
sostiene que: “…el Magisterio de la
Iglesia no prohíbe el que —según el estado actual de las ciencias y la
teología— en las investigaciones y disputas, entre los hombres más competentes
de entrambos campos, sea objeto de estudio la doctrina del evolucionismo, en
cuanto busca el origen del cuerpo humano en una materia viva preexistente”.
San Juan Pablo II dijo en su discurso en el Simposio Científico
Internacional sobre Fe Cristiana y Teoría de la Evolución, el 26 de abril de
1985 que: “Según estas consideraciones de
mi predecesor, una fe rectamente entendida sobre la creación y una enseñanza
rectamente concebida de la evolución no crean obstáculos: en efecto, la
evolución presupone la creación; la creación se encuadra en la luz de la
evolución como un hecho que se prolonga en el tiempo - como una creatio
continua - en la que Dios se hace visible a los ojos del creyente como ‘Creador
del cielo y de la tierra”.
Benedicto XVI es más profundo todavía: “Actualmente…
se está asistiendo a un debate bastante encendido entre el así llamado
creacionismo y el evolucionismo, presentados como si fueran alternativas que se
excluyen... Esta contraposición es absurda, porque, por una parte, existen
muchas pruebas científicas en favor de la evolución, que se presenta como una
realidad que debemos ver y que enriquece nuestro conocimiento de la vida y del
ser como tal”. (Iglesia de Santa Justina Mártir. 2007).
Ya antes, como Cardenal Ratzinger, había predicado en sus Homilías de
Munich. (1981) “La fórmula exacta es
creación y evolución, porque las dos cosas responden a dos cuestiones diversas.
El relato del polvo de la tierra y del aliento de Dios no nos narra en efecto
cómo se originó el hombre. Nos dice que es el hombre…Viceversa, la teoría de la
evolución trata de definir y describir procesos biológicos... Nos encontramos
por tanto ante dos cuestiones que se complementan, no se excluyen”.
Finalmente, según Francisco (discurso a la Pontificia Academia de Ciencias,
2014): “La teoría del Big Bang y la
evolución de la naturaleza no contradicen la intervención de Dios como Creador,
sino que la requieren”.
Si los ateos intimidan a los católicos con datos científicos es por la
ignorancia de los católicos que no se informan lo suficiente, o aceptan teorías
conspirativas según las cuales los científicos de las últimas décadas
estuvieron dispuestos a mentir para destruir la Iglesia. Con Santo Tomás es
posible entender que Dios Creador y Providente es causa primera, y se vale para
su obra del Big Bang y de la evolución como causas segundas.
No sólo la ciencia y la religión son compatibles, sino que en cambio es el
ateísmo el incompatible con la ciencia. En efecto, para ser ateo habría que
demostrar que la materia, que hace 13.800 millones de años no existía, se dio
existencia a sí misma desde la nada. Lo cual es un contrasentido lógico y
supone además un animismo, aplicando inteligencia y poderes sobrenaturales a la
materia. La otra opción sería suponer que es eterna, en contra de las
evidencias científicas que comprueban que tuvo un principio en el Big Bang y
tendrá un final en el Big Rip, lo que evoca un Génesis y un Apocalipsis (Prosperi,
2015).
También tendrían que demostrar que todos los procesos físicos, químicos y
biológicos que regulan la evolución de las moléculas, de las galaxias y de los
seres vivos, han sido causados por un azar absoluto y ciego. Pero está
comprobado que el azar no existe, y hay al menos tendencias determinísticas.
Además es otro oxímoron proponer al azar como causa, cuando el azar es en sí
mismo la ausencia de causa.
Por eso hace falta mucha fe en cosas absurdas e irracionales para ser
ateos, como una materia eterna y un azar absoluto. Sin embargo critican a las
religiones por aceptar dogmas, que son verdades que no se demuestran, y así
repiten hasta el cansancio que en cambio la ciencia es exclusivamente racional.
En toda ciencia existen principios axiomáticos, que son verdades sin
demostración. Las Matemáticas y la Lógica, bases del método científico, parten
de axiomas que no se demuestran. Decía Aristóteles: “Es ignorancia no saber distinguir entre lo que necesita demostración y
lo que no la necesita. Es absolutamente imposible demostrarlo todo”. Según
Chesterton: “Existen dos tipos de
personas en este mundo: los que creen en dogmas y lo saben, y los que creen en
dogmas y no lo saben”. Quien con soberbia se jacta diciendo que sólo acepta
lo demostrado, también cree en dogmas aunque no lo sabe.
Es importante no dejarse convencer por el postulado freudiano de que los
creyentes somos temerosos de la muerte y por eso nos inventamos a los dioses.
Además de ser una afirmación sin ninguna evidencia objetiva, se podría pensar
que los ateos niegan a Dios porque temen rendir cuentas de sus actos al final
de la vida.
La arrogancia combativa de los ateos merecería otro capítulo aparte.
Einstein dijo: “No comparto el espíritu
de cruzada de los ateos profesionales, cuyo fervor obedece más que nada a un
doloroso acto de liberación de las cadenas del adoctrinamiento religioso que
recibieron en su juventud”. Y “Lo que
me separa de la mayoría de esos que se llaman ateos es un sentimiento de
radical humildad hacia los secretos inalcanzables de la armonía del Cosmos”.
Con humor dice Aranda (2020): “Ateos
ha habido siempre, como es lógico, pero preferían ocultar su falta de fe porque
estaba mal visto. Ahora es al revés. Ahora, lo guay y lo progre es ser ateo, el
cual no solo no se priva de anunciar a todo el que quiera escucharlo, y al que
no quiere escucharlo también, que Dios no existe”. “Pero lo peor no es que sean
ateos, lo cual le importa una soberana higa al prójimo, sino lo pesados que se
ponen. En los foros y redes sociales, basta que aparezca una foto o un
comentario sobre temas religiosos como, por ejemplo, la Semana Santa, pera que
automáticamente salten como un resorte a poner a caldo a los creyentes”. “O
sea, que el ateo puede insultar, denostar y pontificar sobre algo que no puede
demostrar, y no tolera que nadie le replique porque lo tachará de meapilas,
beato, obtuso y, llegado el caso, incluso de encubridor de pederastas…”. “Pero,
¡oh grandes caguetas!, con menos testiculina que un escarabajo capado, ¿por qué
no vais a soltar vuestros discursos a la puerta de una mezquita en la oración
del viernes? ¿O a la de una sinagoga de judíos ultra-ortodoxos? ¿O a un templo
de la diosa Kali? Porque sabéis de sobra que de allí no salís vivos”.
No mencionamos a los agnósticos, porque en la práctica son lo mismo que los
ateos. Si dudan de Dios pero no lo niegan, tendrían que rezar y asistir a
ceremonias religiosas “por si las moscas”. Pretenden salvarse si Dios existe
porque supuestamente nunca lo negaron en teoría, pero sí en los hechos. Y por
eso son ateos, aunque en el fondo son cobardes. Le temen al dicho de Pascal: “Prefiero equivocarme creyendo en un Dios
que no existe, que equivocarme no creyendo en un Dios que existe. Porque si
después no hay nada, evidentemente nunca lo sabré, cuando me hunda en la nada
eterna; pero si hay algo, si hay Alguien, tendré que dar cuenta de mi actitud
de rechazo” (2003).
En fin, no creo que esto convenza a ningún ateo, pero como escribió el
Padre Castellani: “Hay que decir la
Verdad, pero gracias Dios no estamos obligados a convencer de ello a los
necios”. Ya los ateos se convertirán solitos cuando el barco empiece a
hacer agua, si Dios se apiada de ellos, como ya lo hicieron Roca, Borges, Fidel
o Sagan entre tantos otros. En cambio, espero que ningún creyente se deje
amedrentar con la supuesta racionalidad y el cientificismo que pretenden
monopolizar los ateos.
Bibliografía Consultada:
-Aranda, Jenaro. 2020. De los
Ateos. www.meditacionesenmicastillo.blogspot.com
-Aristóteles. 1995. Obras Completas. En: The Greek
Philosophers (CD Rom) Laserlight
-Benedicto XVI. 2003.
Introducción al Cristianismo. Librería Maestro Gozalbo.
-Justino. 1990. Apologías.
Editorial Apostolado Mariano.
-Kreeft, Peter. 2016. Twenty Arguments for God´s
Existence.
-Monod, Jackes. 1972. El Azar y
la Necesidad. Editorial Barral.
-Estado Vaticano. Página Web:
www.vatican.va
-Pascal, Blas. 2003.
Pensamientos. Biblioteca Virtual Universal.
-Prosperi, Carlos. 2003. La
Evolución según Darwin, Marx y Aristóteles. Revista Científica de la Universidad Blas Pascal 17: 9-15.
- Prosperi, Carlos. 2011. La
Ciencia Actual y la Existencia de Dios. Encuentro Nacional de Docentes Universitarios Católicos. La
Rioja. www.enduc.org.ar.
-Prosperi, Carlos. 2013. Santo
Tomás de Aquino y la Evolución Orgánica. Trabajo Final de Integración para la Diplomatura en Pensamiento Tomista.
Universidad Fed. Asoc. S. Tomás de
Aquino.
-Prosperi, Carlos. 2013. La Iglesia
y la Teoría de la Evolución (Según sus propios documentos
y textos). Encuentro Nacional de Docentes Universitarios Católicos. San Juan. www.enduc.org.ar.
-Prosperi, Carlos. 2015. Darwin y
Santo Tomás. La Evolución Orgánica Vista desde las Ciencias Naturales, la Filosofía y la Teología. Ed. Advocatus-Univ.
Blas Pascal.
-Rodríguez, Margarita. 2020 Quién
fue el verdadero autor de la frase "la supervivencia del más apto" (y no fue Charles Darwin).
www.bbcmundo.com
-Tomás de Aquino. Summa
Teologica. https://hjg.com.ar/sumat