Emergencia climática

¿Hace cuánto dicen que existe una emergencia climática? 


Por Manny August FitzStephen Bono

Ingeniero de Minas

Escuela Técnica Superior de Ingenieros en Minas, Madrid

 

Este artículo fue extractado del sitio de preguntas Quora y está muy sólidamente fundamentado y explicado a la perfección. Lo consideramos de mucha utilidad para quienes aún no tienen el tema suficientemente claro…


Lo que va a leer no significa que yo niegue el cambio climático. Lo que va a leer va referido a la mala utilización para el gran público acerca de la "emergencia del cambio climático", algo diferente.

Si se atreve, adelante y saldrá de muchas dudas. Todo está documentado.


No hay emergencia climática

Cada cual es libre de creer en lo que quiera, y entiendo que si nos están sometiendo a una campaña brutalmente intensa sobre el cambio climático y se suprime la posibilidad de que nos lleguen mensajes contradictorios la inmensa mayo-ría opte por creer lo que se le dice. Sin embargo, siempre ha sido sano no creerse mucho lo que a uno le dicen, pero no le demuestran.


El calentamiento global se está desacelerando desde mediados de los 90

Nadie tiene una explicación satisfactoria de la causa del calentamiento entre 1910 y 1945, lo que lleva a cuestionarnos si sabemos realmente qué está causando el calentamiento reciente. Los datos apoyan que el CO2 puede haber contribuido al calentamiento, pero no apoyan que sea la causa dominante y mucho menos la responsable de todo el calentamiento como indica el IPCC. Y no es solo la temperatura, casi todos los parámetros climáticos muestran una preocupante falta de la aceleración que cabría esperar si fueran causados por nuestras emisiones. Preocupante en cuanto a que indica que podemos haber equivocado nuestro diagnóstico de la causa, y si eso es así la solución propuesta de reducir nuestras emisiones tendrá un impacto insignificante en el clima. El impacto en nuestros bolsillos puede ser demoledor.

 

La velocidad de calentamiento de los años 1980-90 es de solo 0,005 °C/año (medio grado por siglo) superior a la de los años 1920-30. Pero ni siquiera esa pequeña diferencia puede ser achacada completamente al incremento de CO2, puesto que durante ese tiempo ha tenido lugar el máximo solar moderno (1935-2005, en amarillo), un largo periodo de actividad solar por encima de la media que razonablemente también ha debido contribuir al calentamiento. Para colmo desde mediados de los 90 la velocidad de calentamiento se está reduciendo mientras que nuestras emisiones se incrementan mucho. Llegados a este punto, el escepticismo es la única posición racional. El comprobar que esto es cierto está al alcance de cualquiera. La velocidad de calentamiento de la Tierra no parece responder mucho a nuestras emisiones, y además sigue un ciclo de unos 65 años que fue descubierto en 1994 por Schlesinger y Ramankutty y que es sistemáticamente ignorado por el IPCC porque es incompatible con el alarmismo. En contra de lo que nos dicen lo que ahora toca es que la Tierra se caliente más despacio, no más deprisa. A pesar de que el incremento de CO2 continúa, el calentamiento se está frenando.

 

Parte de la prisa que tienen con la emergencia climática es que la reducción de la velocidad de calentamiento empieza a ser muy evidente en los datos y eso implica saber ya que los escenarios alarmistas no se van a cumplir y además resulta muy difícil explicar la reducción de velocidad si el CO2 está subiendo cada vez más deprisa en la atmósfera (2,5 ppm por año). Lo que nos espera a continuación son los inviernos fríos de 2019-20 y 2020-21 debido al mínimo solar, que nos atiza el vórtice polar con sus frentes de aire polar cargados de nieve, y en 2020 debería llegar La Niña que acompaña el inicio de un nuevo ciclo solar como han descubierto los astrofísicos como Leamon y otros, algo que también ignora el IPCC porque no reconoce efectos solares indirectos.

Cada once años, el Sol registra un nuevo ciclo: un patrón de manchas que aparecen y desaparecen en la superficie de nuestra estrella, señalando la actividad del astro. En una gráfica, cada ciclo describiría una curva ascendente con su cresta (máximo solar con más manchas) y su valle (que sería el mínimo de actividad solar con menos manchas).

Actualmente nos encontramos en el fin del Ciclo 24 y en un mínimo solar. A partir de mediados de 2020 la actividad volverá a reanudarse, como si el fuego interno del Sol hiciera otra vez bullir su superficie. Pero ¿qué significa que nos encaminemos hacia un cambio de ciclo? ¿qué consecuencias tendrá para la vida en la Tierra?

 

En realidad, poco se sabe acerca del clima espacial. Los científicos desconocen fenómenos tan complejos y repentinos como las tormentas solares, cómo funciona el rápido e infernal viento solar o el porqué de sus «caprichosos» ciclos (que no siempre duran 11 años exactos y se han registrado ciclos que van entre los 8 y los 14 años; o, por ejemplo, un reciente estudio que relaciona estos ciclos con la alineación de los planetas). Por lo que las predicciones, aunque cada vez más complejas, aún no son 100% confiables.

La mayoría de los expertos concuerdan en que el próximo ciclo solar será tan «tranquilo» como el que estamos abandonando. En concreto, los expertos del Solar Cycle 25 Prediction Panel -dependiente del Centro nacional del Clima de Estados Unidos- vaticinan que el Ciclo 25 «podría tener un comienzo lento, pero alcanzará su nivel máximo con un máximo solar entre 2023 y 2026». Es decir, que la «cresta de la ola» y los fenómenos solares más fuertes se darán entre estos años, explican en un comunicado. Sin embargo, los científicos calculan que el número de manchas solares - en un rango de 95 a 130-, está muy por debajo del número promedio, que normalmente oscila entre 140 y 220 por ciclo solar.

Lo opuesto al Niño, La Niña, viene acompañada de una reducción de la temperatura global en superficie. Durante la próxima década no nos espera calentamiento, o muy poco, y aunque a la maquinaria del cambio climático no la para ya ni la llegada de la siguiente glaciación (seguiría siendo culpa de nuestras emisiones), es indudable que el número de escépticos aumenta cuando los datos contradicen el dogma; y el escepticismo es la kriptonita de los alarmistas que requieren de la fe de la gente y de su buena disposición a ser desplumada por una buena causa.

En la conferencia de Madrid de este año ya se han quitado la careta y nos dicen bien a las claras que el gran objetivo para esta cumbre es establecer "un mercado global de carbono que permita a los países (y a través de ellos a las empresas) intercambiar compensaciones [léase flujos de capital], con el establecimiento de un sistema totalmente nuevo que vincule los mercados de carbono existentes". Nos lo pueden decir más alto, pero no más claro, esto es un asunto de pasta y los que la vamos a poner para que se la lleven los de siempre somos nosotros, claro está.

 

– ¡Mira allí! ¡Es el cambio climático!

– ¿Dónde? ¡Yo no veo nada!


Cómo te afecta el cambio climático 

El mercado global del carbono alcanzó en 2018 los 144.000 millones de euros. Hay que entender que éste es dinero que va de las empresas de ciertos países a las empresas de otros países. Dinero que proviene de una tasa al aire (un componente del aire) que se recauda cobrándoselo a los clientes de esas empresas que en esencia somos todos. El 90 % de ese dinero corresponde sólo al mercado de la Unión Europea. Por eso quieren extender el negocio al resto del mundo. Y el flujo de dinero se dirige a determinados países que ejercen una fuerte presión para que la UE avance en la legislación climática en contra de países más reticentes. Uno de los países que más se beneficia de la industria climática es, no casualmente, la Suecia de Greta Thunberg. Ikea es uno de los principales financiadores de la European Climate Foundation, un grupo radicado en Bruselas cuyo objetivo es conseguir que se cumplan los acuerdos de París.

Cuando a nosotros nos cobran en nuestra factura de la luz la tasa de carbono por generar la electricidad produciendo CO2, la empresa española que genera esa electricidad debe transferir esas tasas a una empresa que consuma CO2, por ejemplo, una empresa sueca que plante árboles para producir madera. Esos árboles subvencionados son después adquiridos a menor precio por Ikea que los utiliza para hacer muebles más baratos con los que eliminar a la industria del mueble español menos competitiva. Negocio redondo por partida doble para Suecia, que lidera la industria verde en Europa, que cada vez mueve más dinero, y pérdida por partida doble para España claro. No es casualidad que nuestra pequeña profeta del clima a la que ponen la alfombra roja en el Foro Económico Mundial de Davos sea sueca. La historia de que surgió espontáneamente es tan falsa como el argumentario de la emergencia climática.

De la misma manera que nadie exigió responsabilidades a los economistas que nos condujeron al matadero de la crisis de 2008 con sus teorías de que la deuda no era perjudicial, nadie exigirá responsabilidades a los científicos climáticos por predecir una crisis inexistente. A los científicos climáticos se les ha dado un incentivo perverso premiándolos con un diluvio de dinero por declarar una crisis climática imaginaria, y cuando ésta finalmente no se presente nadie les exigirá cuentas por los destrozos que hayan causado las políticas destinadas a combatirla. Cínicamente nos dirán que han tenido éxito en evitarla.

El aviso de Dwight Eisenhower en 1961 del peligro de que las políticas públicas se convirtieran en rehenes de una élite científico-tecnológica se ha convertido en realidad. En España ningún político a la izquierda de Vox (¡manda huevos!) se atreve a posicionarse en contra de la emergencia climática a pesar de lo endeble de la evidencia de que estemos en una emergencia debido al clima y a pesar de que ello condiciona completamente nuestra política energética.

En cuanto a la temida subida del nivel del mar, ésta ha sido estudiada con los registros de mareógrafos que en algunos casos existen desde el siglo XVIII, y más recientemente mediante satélite. Ambos tipos de medidas son muy distintas en su naturaleza y en el lugar donde se realizan, por lo que deben estudiarse por separado. Se sabe qué nivel del mar está subiendo desde al menos 1800r lo que es obvio que no sube solo por el efecto de nuestras emisiones. Además, los expertos observan una aceleración muy pequeña, de 0,01 mm/año^2 que es la que ha hecho que pasara de no subir antes de 1780 a subir 3 mm/año actualmente. Dicha aceleración no parece haber sido afectada por nuestras emisiones, que como hemos visto deben actuar principalmente a partir de 1950.

A pesar de que nuestras emisiones de CO2 se han incrementado en un 66% en estos 25 años, no se observa aceleración en la subida del nivel del mar. De hecho, los mismos científicos encargados de medirlo lo dicen:

Entonces si la aceleración es tan pequeña que no es perceptible en 25 años, y la subida del nivel del mar no ha respondido a nuestras emisiones desde 1950, ¿de dónde se sacan que el nivel del mar va a subir varios metros para el 2050 y el 2100? Y, sobre todo, ¿por qué piensan que reducir nuestras emisiones tendrá algún efecto sobre la subida del nivel del mar? Lo más probable es que no lo piensen y no estén siendo sinceros al respecto.

¿Qué hay acerca de la fusión de los hielos? Les encanta ponernos imágenes de grandes trozos de hielo cayendo al mar, como si eso no pasara todos los años desde siempre. El hielo crece sobre tierra y se desplaza hasta caer al mar. Está claro que con el calentamiento de la Tierra la criosfera está reduciendo su tamaño, pero de nuevo encontramos que lo lleva haciendo desde más o menos 1850. Los expertos nos dicen que los glaciares se están reduciendo a gran velocidad desde entonces, a pesar de nuestras escasas emisiones antes de 1950.

¿Tenemos evidencias de que nuestras emisiones hayan acelerado el proceso sustancialmente? Algún astuto lector ya se imaginará que si la subida del nivel del mar no se acelera significativamente debe ser porque el hielo de la criosfera tampoco se funde mucho más deprisa. Nos hablan mucho de la pérdida de hielo de Groenlandia. Groenlandia pierde hielo a través de sus glaciares, porque lo que nieva cada año en Groenlandia suele ser más que lo que se funde en toda su superficie. Sin el retroceso de sus glaciares Groenlandia estaría ganando hielo. De entre todos los glaciares de Groenlandia el más famoso es el Jakobshavn Isbræ, uno de los más grandes y rápidos de Groenlandia. A menudo nos hablan de este glaciar para ilustrar el calentamiento de origen humano. Sin embargo, los científicos tienen datos que demuestran que este glaciar también está reduciéndose desde 1850, y que el ritmo al que lo hace no tiene absolutamente nada que ver con el incremento de los niveles de CO2 en la atmósfera.

Para sorpresa de los científicos el Jakobshavn Isbræ está creciendo desde hace tres años. Nadie sabe lo que hará en el futuro, pero lo que parece evidente es que no dependerá de nuestras emisiones.

El indiscutible declive de los glaciares en un planeta que se calienta también sirve para demostrar la poca fiabilidad de las exageradas predicciones de los científicos sobre el cambio climático. Un cartel explicaba a los visitantes del Glacier National Park (EEUU) que los modelos climáticos pronosticaban la desaparición de los glaciares del parque para el año 2020. Obviamente lo que desapareció fue el cartel porque los glaciares siguen allí y el cartel había pasado a ser evidencia de lo poco fiables que son las predicciones climáticas.

Todos los indicios de una campaña de ventas de un producto defectuoso están presentes en la emergencia climática.

Es una exageración. La realidad del cambio climático es bastante modesta, y la prueba es que el planeta lleva calentándose desde 1850 y hasta hace bien poco a todo el mundo le parecía muy bien. De pronto la misma subida del nivel del mar va a resultar muy peligrosa, y la sequía y los fenómenos extremos del tiempo (huracanes, inundaciones, tormentas polares) se van a abatir sobre nosotros. Pero el calentamiento global fue identificado hace 40 años, y en ese tiempo no hemos visto que haya pasado nada de todo eso.

 Eso sí, cada vez que hay una catástrofe natural siempre hay alguien que culpa al cambio climático y cuando se les hace notar que las catástrofes naturales han tenido lugar desde siempre nos dicen que el cambio climático las está haciendo más frecuentes y peores. Pero cuando se les piden los datos que lo demuestren no los tienen. Lo más que hacen es mostrar datos de pérdidas económicas. Pero en un mundo con un PIB en crecimiento y una población en crecimiento, y en el que además se construye sin consideración al peligro de catástrofes naturales es lógico que los daños económicos aumenten. Cuando se corrige por PIB resulta que los daños económicos están disminuyendo en proporción, y además constituyen un porcentaje muy pequeño del PIB mundial, en torno a un 0,20 %.

Y por si fuera poco en un mundo cada vez más poblado el número de gente que muere por catástrofes naturales ha caído en picado, porque ahora se dispone de medios de prevención, aviso y rescate, y nos preparamos desde antes de que tenga lugar la catástrofe natural.

La información veraz se escamotea. El control de los medios permite que la información que llega a la gente sea seleccionada y se le dé un sesgo absolutamente negativo, suprimiendo cualquier dato que permita el más mínimo resquicio de interpretación positiva de ningún aspecto del cambio climático. La gente ignora que gracias al cambio climático y al aumento de CO2 la productividad del planeta está aumentando, la superficie foliar detectada por los satélites se está incrementando y los desiertos se están reduciendo. Un planeta más productivo es un planeta que soporta más seres vivos. La gente ignora que allá donde los humanos no lo impiden la masa forestal está creciendo. En España cada vez hay más árboles.

La gente ignora que el frío mata a más gente que el calor incluso en los países templados por lo que el calentamiento global reduce el número de muertes atribuidas a efectos de la temperatura. En España tanto el número de muertes debidas al frío como el de las debidas al calor está disminuyendo, pero si a alguien se le ocurre decir que el calentamiento global salva vidas se lo comen vivo, porque el cambio climático debe ser todo negativo, nada positivo.

Lo cierto es que los efectos positivos del cambio climático hasta el presente son medibles e importantes, mientras que los negativos son pequeños y en la mayoría de los casos imaginarios, por eso es tan importante que el público no sepa de los efectos positivos.

 

Campañas de marketing con cambio de marca

El re-etiquetado del producto bajo distinta marca cuando no se vende bien es la típica estrategia de marketing (rebranding). El calentamiento global era un nombre descriptivo, pero tenía el problema de que en invierno no se vendía bien. Cambio climático era un nombre más blando, pero tenía la ventaja de poderse aplicar a todo. Si caía una nevada como no se había visto en décadas, se podía echar la culpa al cambio climático. Pero la gente se resistía, el número de escépticos es relativamente alto en los países anglosajones y disminuye muy lentamente. Se intentó brevemente con disrupción climática y la intraducible "global weirding" (volverse raro global), pero ambas fracasaron estrepitosamente.

Crisis climática tenía un cierto nivel de aceptación entre los científicos, pero la palabra crisis está muy sobada por la sociedad y lo mismo vale para un matrimonio que para una situación de insatisfacción personal. Pero este año parecen haber encontrado la marca perfecta, emergencia climática. Emergencia es perfecta porque está asociada a situaciones de claro e inmediato peligro que obliga a una respuesta igualmente rápida. Con la potente maquinaria de propaganda detrás de su uso se ha extendido como la pólvora. The Guardian la declaró expresión preferida a cambio climático en Mayo. Los diccionarios Oxford han hecho su parte declarando "emergencia climática" la palabra del año 2019. Pero no es una palabra, son dos. Hasta Oxford se pasa.

 

Manipulación de los jóvenes

Las investigaciones de Justin Barrett sugieren que todos nacemos creyentes, programados biológicamente para creer en cosas para las que no hay evidencia. Eso explicaría en parte por qué las religiones son una característica universal en todas las culturas. También explica en parte por qué los jóvenes resultan más fáciles de indoctrinar si se les expone únicamente a una versión dogmática y sin fisuras ni contradicciones. Lleva tiempo y esfuerzo convertirse en un escéptico. A menudo se logra después de que a uno le hayan engañado muchas veces y siempre requiere plantearse las razones por las que uno cree en las cosas en ausencia de evidencia, algo que a la gente en general no le gusta hacer.

Los manipuladores del cambio climático llevan mucho tiempo reclutando niños para sus campañas, como el caso de los 21 niños, incluyendo a la nieta del científico activista James Hansen, que en 2015 llevaron a juicio al gobierno federal de los EEUU en el caso Juliana vs. US, que aún está por resolverse. Sin embargo, fue con el reclutamiento de Greta Thunberg en Suecia donde finalmente consiguieron el éxito. Greta es una niña disfuncional perteneciente a una familia disfuncional. Padece el síndrome de Asperger un trastorno neurobiológico que entre otras cosas le confiere una baja sociabilidad, falta de empatía, intereses limitados e interpretación literal de lo que se le dice. Sheldon Cooper, el personaje de la serie cómica "The Big Bang Theory", es una muy buena caracterización de una persona con síndrome de Asperger según el actor que lo interpreta.

El síndrome de Asperger hace a Greta Thunberg particularmente susceptible a creerse a pies juntillas lo que le dicen del cambio climático y a dedicar todo su esfuerzo a ello. Sin embargo, no es lo que necesita. Lo que le están haciendo a esta niña debería calificarse como maltrato infantil. Toda la atención que recibe, el ser amada y odiada por millones de personas que no conoce, el tener que hablar ante multitudes, el andar de un lado para otro acompañada de adultos que la guían y entrenan en lo que debe decir, es lo contrario de lo que necesita alguien con su condición. A su edad debería estar en un entorno estable, jugando, aprendiendo a socializar, yendo al colegio y al psicólogo para mejorar sus limitaciones. Está siendo utilizada por la maquinaria climática para aumentar la venta de la emergencia climática en el sector juvenil con la colaboración de sus padres y esperemos que no termine siendo un juguete roto.

 

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Fuente: Fundación Argentina de Ecología Científica, agosto 18, 2022

 

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