LA GUERRA COGNITIVA

 

 se instaló en Ucrania

 

Grabiel Camilli

 

La competencia actual entre las grandes potencias, comúnmente conocida como Guerra Fría 2.0 o Tercera Guerra Mundial por partes, entró en una fase de confrontación activa desde la guerra en Siria y el Euromaidán.

 

Esta etapa se compone de conflictos cada vez más frecuentes, acalorados y violentos, que desde la “periferia “amenazan a los bloques de los centros, y que son la nueva normalidad en esta carrera hacia la hegemonía en la que se juega la suerte de este siglo.

 

Esta “guerra irrestricta” se puede representar como un conjunto de maratones, en los que cada potencia está presente con su propio corredor, pero unidos por un objetivo común: el fin de siglo. Correr es la única manera de llegar allí. Correr es la única forma de seguir existiendo al final del siglo, para seguir siendo actores históricos y no meras expresiones geográficas.

 

Cada potencia colocó a un “deportista” en cada una de las carreras que forman parte de la gran competencia del año 2000: la carrera por África, la carrera por el Ártico, la carrera por la inteligencia artificial, la carrera por la transición energética, la carrera por las tierras raras, la carrera espacial, la carrera tecnológica.

 

Una de las carreras más importantes entre los grandes del sistema internacional es también una de las menos conocidas, una carrera escondida y solapada: se trata de la carrera de y por el cerebro. La mente como trinchera y como botín de guerra. Un nuevo tipo de conflicto, la guerra cognitiva.

 

Hay tres potencias o bloques que, con una larga ventaja sobre el resto de los maratonianos, están copando el protagonismo en la carrera por el cerebro: China, Rusia y Estados Unidos. China que inventó TikTok, una red social capaz de acelerar procesos de licuefacción social y que está invirtiendo en la producción de armas neurológicas. Estados Unidos que se dedica al descubrimiento de los secretos de la mente humana bajo la Brain Initiative mientras la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), liderada por los propios Estados Unidos, ensaya nuevos modos de guerra híbrida contra sus autodeclarados adversarios, como la guerra económica, la ciberguerra, la guerra de la información y la guerra psicológica. La OTAN está desarrollando un tipo de combate totalmente nuevo al que ha denominado guerra cognitiva. Descrito como el “armamento de las ciencias del cerebro”, el nuevo método implica “hackear al individuo” explotando “las vulnerabilidades del cerebro humano” para implementar una “ingeniería social” más sofisticada.

 

En Rusia se han desempolvado las medidas activas de la memoria soviética, actualizándolas. Para ello, resucitó las técnicas y tácticas de las medidas activas de la Guerra Fría, es decir el conjunto de armas informáticas y psicológicas de la Unión Soviética, después de la guerra de Georgia de 2008. Las guerras de información, psicológicas y cognitivas de Moscú tienen como objetivo adormecer los sentidos y radicalizar los pensamientos de los públicos blanco, que suelen ser uno o más grupos de una sociedad, y se basan en la famosa técnica de la Maskirovka para ocultar la fuente primigenia de la campaña.

 

La guerra cognitiva combina herramientas multimediales con el cúmulo de ciencias cognitivas (psicología, lenguaje, neurología, lógica, filosofía, antropología, informática, etcétera) con la intención de degradar las capacidades del saber y la comprensión; es decir, frustrar el conocimiento de la población en general, no solamente las áreas militares o institucionales de una nación. Los ámbitos político, económico, cultural y social son los objetivos sobre los cuales operar de manera integrada y constante mediante recursos vinculados a la dependencia tecnológica, tanto en lo referido a vida militar como a lo relacionado con la denominada “internet de las cosas”.

 

GUERRA COGNITIVA

 

“Un experimento en comunicación política y estratégica, destinado a convertirse en un modelo para el futuro, cambiando para siempre los campos de batalla modernos con muchos elementos nuevos. En primer lugar precisamente la variable Zelensky”.

 

En palabras del politólogo italiano Salvatore Santangelo, vemos que es evidente cómo la estrategia de comunicación y cine-populismo implementada por el presidente ucraniano Volodimir Zelensky está destinada a convertirse en un elemento central en la historia de la comunicación política y las artes de guerra. Podemos examinar bajo el lente de la comunicación política a través de tuits, videos y memes, los factores que llevaron al “hombre de la esperanza” (en caída libre en las urnas en la madrugada del 24 de febrero) a convertirse en el primer líder online en tiempos de guerra.

 

Desde los albores de su carrera política, que comenzó a raíz de su experiencia como comediante en una famosa serie de televisión en la que interpretó al presidente ucraniano, el análisis de los algoritmos de Facebook y Google y la interacción con la población directamente desde la página de Instagram jugaron a favor de Zelensky, quien, consciente del alcance del descontento popular por la corrupción, el estancamiento de la economía y la continuación de la guerra en el Donbass no dudó en anunciar, a través del canal de televisión ucraniano 1+1, la decisión de competir en la carrera presidencial de 2019 contra el rival saliente, Porošenko. Con una campaña electoral a un click de distancia, interacción con seguidores en las redes sociales, un hábil uso de eslóganes emocionalmente incisivos, pegadizos y fáciles de recordar y la aplicación de las leyes de la actuación a la política, fenómeno inaugurado por el propio Zelensky, el ex comediante logró figurar entre los candidatos a presidente más votados en la historia de la Ucrania independiente, elegido por hasta siete de cada diez ucranianos.

 

Con una comunicación diseñada para ejercer un fuerte impacto emocional, el lenguaje y la diplomacia de Zelensky se ajustaron gradualmente a los cánones del mercado; toda la industria de la tecnología móvil (alrededor de 250.000 trabajadores) se ha movilizado para ganar la guerra del relato en el momento oportuno; un ‘Ejército TI’ vinculado al Ministerio de Transformación Digital ha centrado la mayoría de las iniciativas en TikTok, la plataforma de referencia de la Generación Z que, más que cualquier otra red social, utiliza algoritmos que permiten una difusión de contenidos muy rápida. Como señaló brillantemente el autor italiano, “Ucrania será recordada como el primer teatro de guerra en el que la sexta dimensión del conflicto, es decir, el embrujo del cerebro, desempeñó un papel tan importante como el de las otras cinco dimensiones (tierra, mar, aire, espacio y redes) y tuvo consecuencias visibles y tangibles”.

 

El conflicto es, de hecho, el primer teatro operativo de las guerras por el control mental total, en el cual las redes sociales se han reconvertido para uso militar y la propaganda ha asumido un carácter omnipresente y abarcador.

 

Los psicoguerreros aplican las enseñanzas y descubrimientos de Edward Bernays, Sigmund Freud, Gustave Le Bon, Robert J. Lifton y Joost Meerlo a las artes militares.

 

 EJÉRCITOS DE TROLLS

 

Los ejércitos de trolls, lo que Bernays llamaría ‘los agentes de amplificación de ideas’, juegan un papel central en desatar corrientes masivas de desinformación. Se trata de perfiles falsos que operan en las principales plataformas sociales, gestionados tanto por bots como por humanos, que tienen un único cometido: taponar los tabloides de anuncios, de comentarios de periódicos, blogs y otras páginas de contenido que transmitan una determinada narrativa, dando la idea de que es mayoritario. La técnica del falso consenso: cuando falta el apoyo, se inventa.

 

Un bot puede funcionar las 24 horas del día, los 7 días de la semana, lo que significa comentar las 24 horas del día, los siete días de la semana, y los operadores humanos trabajan en turnos de hasta doce horas. Juntos difunden contenidos similares pero diferentes, para lograr llegar a los cerebros.

 

En las llanuras ucranianas, y en torno a ellas, se libra una batalla existencial y, en cierto modo, definitiva por la subjetividad histórica y la identidad tanto de Moscú como de Kiev, por el futuro de ese fenómeno que llamamos globalización, por la OTAN que mira por su razón de ser, hay mucho en juego para los distintos contendientes; Putin, Biden, Zelensky, y otros, han anclado su futuro político en el desenlace de este choque, en esta apuesta sangrienta y dramática. Y por casa cómo andamos…

 

Recordemos que “el ex primer ministro británico, Boris Johnson, anunció el 19 de noviembre de 2020, la creación de la National Cyber Force una nueva fuerza militar cibernética con sede en la ciudad de Samlesbury, condado de Lacashire en el noroeste de Inglaterra. El National Cyber Force reúne a personal del Government Communications Headquarters (GCHQ, una de las tres agencias de inteligencia británicas), el Ministerio de Defensa, el Servicio Secreto de Inteligencia (MI6) y el Laboratorio de Ciencia y Tecnología de Defensa (DSTL), bajo un comando unificado por primera vez según documentación oficial y pública del gobierno británico

(https://www.gov.uk/government/news/permanent-location-of-national-cyber-force-campus-announced).

 

Así como la minería de datos con Cambridge Analytica (empresa del SCL Group, contratistas del Ministerio de Defensa británico) brindó la información necesaria para el desarrollo de operaciones sobre la población de 32 países soberanos mediante herramientas y recursos de la vida civil como por ejemplo lo ocurrido en Trinidad y Tobago con el movimiento civil Hazlo, o incluso en Gran Bretaña la campaña del Brexit, el conjunto de recursos no bélicos aplicables a la población, de manera constante, sistematizada, con alternancia, con procesos sedimentarios y con capacidad de condicionar severamente la capacidad de movimiento y decisión de las sociedades, son las tácticas a las que nos enfrentamos en el presente (Las operatorias en Bielorrusia, Kasajistán y Ucrania presentan una suma de elementos vinculados a las acciones combinadas en diversos escenarios).

 

La guerra cognitiva es hoy por costos, resultados, escala y beneficios lo que forma parte de los actores y herramientas a ser utilizados en los tableros estratégicos detallados en la Directiva de Política de Defensa Nacional de 2021. (https://esferacomunicacional.ar/la-otan-gran-bretana-argentina-y-la-guerra-cognitiva/)

 

Tengamos en cuenta que la Argentina enfrenta esta amenaza, bien manejada por quienes ocupan militarmente nuestro territorio insular en el Océano Atlántico Sur y que, por propia iniciativa, ha desarmado los elementos que analizaban estas amenazas.

 

Gabriel Camilli

Cnl My (R) - Director del Instituto ELEVAN.­

(La Prensa, 06.08.2023)