Un
investigador de post doctorado de la Universidad de Bérgamo, en Italia, llamado
Salvatore Ricciardo, descubrió en 2018 una interesante carta de Galileo Galilei,
cuando estaba investigando algunos de sus documentos en un estudio para la
Royal Society de Londres, lo que ha sido motivo de un artículo reciente, del 18
de agosto de 2019. (Redacción BBC News, 2019).
El
llamado “Caso Galileo” es reiteradamente utilizado por los materialistas y
cientificistas como paradigma de la intolerancia por parte de la Iglesia
Católica y de la Inquisición hacia el desarrollo científico. Como resultado de
repetir mentiras y exageraciones hasta que sean tomadas por verdades, no faltan
incluso personas cultas que hasta creen que Galileo fue condenado y muerto en
la hoguera solamente por afirmar que la Tierra es la que se mueve alrededor del
Sol. (Prosperi, 2015).
La
verdad histórica es que Galileo era un ferviente católico que nunca abandonó su
fe, vivió hasta su ancianidad en la residencia de su Obispo, e incluso una de
sus hijas era monja. Todo ello se ve ratificado en esta reciente carta de su
autoría.
Por
supuesto que nunca fue condenado a muerte ni sufrió ninguna clase de tortura.
Siempre sostuvo que: “Las Sagradas
Escrituras y la naturaleza proceden ambas del logos de Dios”, y por lo
tanto: “No puede haber contradicciones
entre la Biblia y el Libro de la Naturaleza, ya que Dios es el autor de ambos
textos”.
El
verdadero problema nunca fue el haber defendido el heliocentrismo en contra del
geocentrismo, cosa que ya había enunciado Copérnico casi un siglo antes sin
haber tenido ningún problema con la Iglesia.
Esta
carta descubierta recientemente pero escrita en diciembre de 1613, iba dirigida
a un pupilo suyo de nombre Castelli, a quien ayudó con su influencia para
ingresar a la Universidad de Pisa. Castelli defendió la teoría de Copérnico
ante unos nobles y docentes muy influyentes en la sociedad de su tiempo (no
ante clérigos) que se oponían a la misma, lo cual le trajo algunos problemas.
(Redacción BBC News, 2019).
En
dicha carta Galileo escribe que la Biblia nunca fue un libro sobre Filosofía Natural,
como se llamaba entonces a las ciencias, y que no explica cómo funciona el
mundo desde el punto de vista de la Física o la Astronomía sino que se ocupa de
las cuestiones relativas a la Fe y a la salvación de las almas.
Agrega
también en la misma que: "Las
Sagradas Escrituras no pueden errar, pero sí sus intérpretes, especialmente si
siempre se basan en el significado literal de las palabras". Esto
resultó molesto para los inquisidores y teólogos de su época, que se sentían
desautorizados en cuestiones doctrinales, y con argumentos provenientes de un
laico. Por lo tanto la cuestión de fondo, es decir el geocentrismo, no era lo
que verdaderamente se estaba discutiendo ni mucho menos condenando, sino el orgullo
herido de aquellos poderosos que se sentían cuestionados.
Dice
la nota de la BBC (2019): “Fueron algunos
profesores en Roma, no los clérigos, quienes se disgustaron con estas teorías
que contradecían el tradicional geocentrismo. Otros empezaron a sentir celos de
toda la atención que estaba recibiendo. Galileo, quien nunca fue la persona más
diplomática, tendía a burlarse de los que no opinaban como él”.
Y
agrega más adelante: “Explicó que tanto
la ciencia como las Sagradas Escrituras son verdades y nunca se pueden
contradecir. No obstante, es menester de los intérpretes de la Biblia encontrar
el significado de las palabras que mantengan esas verdades en concordancia”.
En
la misma nota, Mary Jane Rubenstein, profesora de religión en la Universidad
Weselyan de Connecticut, Estados Unidos, declara que: "La idea de que la religión es en realidad una opositora
retrógrada, autoritaria e irracional de la ciencia realmente viene de finales
del siglo XIX". Efectivamente, esta ideología cientificista y
anticatólica surge como consecuencia de una campaña difamatoria promovida por
el Protestantismo, especialmente el Anglicanismo británico y las logias
masónicas escocesa e inglesa. Por eso la profesora agrega después: "Realmente era la batalla entre el
catolicismo y el protestantismo transferida a un conflicto entre lo secular y
lo religioso".
Sostiene
también Rubenstein: "Pienso que lo
que Galileo decía no era tanto que la religión no tenga cartas en el asunto del
mundo físico, sino que las Escrituras Sagradas no las
tienen"…"Afortunadamente, Dios no nos da solo las escrituras, Dios
también nos da la naturaleza para que la estudiemos como un libro... y para que
a través del estudio de la naturaleza podamos aprender más sobre la constitución
divina del universo". (Redacción BBC News, 2019).
Santo
Tomás diferenció muy bien en la Suma Teológica los conocimientos teológicos y
los científicos, que consideró complementarios y de ninguna manera antagónicos.
Explicaba que la ciencia se desarrolla en el ámbito de las causas segundas, y
en cambio el estudio de las causas primeras corresponde a la teología: “Por ello, el conocimiento de las cosas
divinas recibe el nombre de sabiduría. Y el conocimiento de las cosas humanas
se llama ciencia, nombre común que implica la certeza de juicio, apropiado al
juicio obtenido mediante las causas segundas. Por consiguiente, tomado así el
nombre de ciencia, es un don distinto del don de sabiduría. De ahí que el don
de ciencia verse sólo sobre las cosas humanas o creadas”. (2-2 q.9 a.2).
Esa
diferenciación procede en sus orígenes de Aristóteles, quien delimita los
campos de acción de las Ciencias Naturales y de la Filosofía, respetando la
autonomía de cada disciplina dentro de su ámbito de aplicación. (Gilson, 1981; Losee,
1979).
En
palabras de Juan Pablo II: “La fe y la
razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la
contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de
conocer la verdad, y en definitiva de conocerle a Él, para que, conociéndolo y
amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo” (Juan
Pablo II, 1998).
La
Iglesia no sólo nunca se opuso al estudio de la ciencia y las disciplinas
racionales, sino que fue la institución que más las promovió, contrariamente a
lo que se ha instalado como si fuera una verdad dogmática en la sociedad actual.
El
monje inglés Alcuino, en el siglo XVIII, y luego Eginardo y Paulo Diácono,
adelantaron un antecedente del Renacimiento mediante la promoción de planes de
estudio inspirados en las entonces conocidas como “las siete artes liberales”
que a su vez comprendían el trivium, que abarcaba disciplinas como retórica,
gramática y dialéctica, y se complementaba con el quadrivium, que comprendía
disciplinas científicas como geometría, astronomía, aritmética y música.
(Abbagnano, 1969).
Fue
la Iglesia la que fundó las primeras universidades del mundo, para difundir el
saber universal, tales como las de Bolonia en 1088, París en 1150 y Oxford en
1167, y para el Siglo XVI había en la Europa de entonces unos setenta
establecimientos educativos superiores, en los que enseñaban figuras de
renombre como Robert Grosseteste, Duns Scoto, Roger Bacon, San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino,
entre los más destacados maestros de la Escolástica. (Prosperi, 2017).
Está
claro que Galileo fue amonestado por la Inquisición, pero no por sus teorías
astronómicas, sino por otras cuestiones más egoístas que la misma Iglesia se
ocupó de explicar, junto con el debido pedido de disculpas y el levantamiento
de su condena.
También
es verdad que la Inquisición cometió muchos errores, como cualquier institución
humana, motivada a veces por intereses políticos, los que fueron a posteriori
corregidos por la misma Iglesia, como por ejemplo la condena a Santa Juana de
Arco.
Pero
ello de ninguna manera justifica que se pretenda instalar la idea falsa de que
el Magisterio de la Iglesia está en contra de la razón o del conocimiento
científico.
Bibliografía Consultada
Abbagnano,
N. y Visalberghi, A. 1969. “Historia de la Pedagogía”. Fondo de Cultura Económica. México.
Gilson,
E. 1981. “Elementos de Filosofía Cristiana”. Rialp. Madrid.
Juan
Pablo II. 1998. “Carta Encíclica Fides et Ratio”. www.vatican.va
Losee,
J. 1979. “Introducao Historica a Filosofia da Ciencia”. Ed. Univ. De Sao Paulo. Sao Pablo.
Prosperi,
C. 2015. “Darwin y Santo Tomás. La evolución orgánica desde las Ciencias Naturales, la Filosofía y la
Teología”. Universidad Blas Pascal y Editorial Advocatus.
Córdoba.
Prosperi,
C. 2017 “El Constructivismo en la Era de la Postverdad”. Editorial Académica Española. Madrid.
Redacción
BBC News. 2019. “La carta perdida de Galileo que cuestiona lo heroico que fue su desafío contra la Iglesia católica”
Redacción BBC News, www.bbcmundo.com,
Santo
Tomás de Aquino. “Suma Teológica”. www.hjg.com.ar.sumat.