La prohibición de armas no puede garantizar niveles menores de delitos
violentos
por Carlos H. Prosperi
Dr. en Biología y Lic. en Filosofía
Socio Tiro Federal Córdoba
Consideraciones teóricas
Para muchos lectores, la afirmación expresada en el título puede parecer
una contradicción o hasta un error de impresión. En la mayoría de la población
se ha instalado, con profusa propaganda mediante, la idea de que las armas
generan inseguridad, aumentan la delincuencia, o como suelen decir algunos
funcionarios responsables de la seguridad pública: "Si tiene un arma tiene
un problema", o "Sin armas no hay delitos", y frases similares
dichas con mucha convicción pero con muy poca fundamentación en datos objetivos
de la realidad. A priori parece incluso razonable suponer que no habría ningún
delito si todos los civiles estuviéramos desarmados, y si la tenencia de armas
fuera patrimonio exclusivo y excluyente de las Fuerzas Armadas y de Seguridad.
Probablemente habría que prestar más atención a la palabra
"legal" en el título de este trabajo. Precisamente porque quienes
buscan la erradicación total de las armas no reparan en una distinción, desde
todo punto de vista fundamental, entre la tenencia legal y la tenencia ilegal.
Si nos detenemos en esta diferencia, está claro y fuera de toda discusión
posible, que la delincuencia disminuiría si se pudiera desarmar a todos los que
usan sus armas para ir en contra de las leyes. Discusión absurda, por supuesto,
ya que sólo en la mejor de las utopías irrealizables sería posible lograr
semejante objetivo.
Parece también muy claro y fuera de toda discusión posible que la
delincuencia no disminuiría en lo más mínimo si se desarmara a los legítimos
usuarios, que las tienen en estricto cumplimiento de las leyes
correspondientes, sólo para uso deportivo, respetando las normativas de
seguridad aplicables, y, en el caso más extremo y excepcional, para ejercer el
derecho (garantizado por la Constitución y respaldado en el sentido común) de
ejercer la legítima defensa en caso de una agresión ilegítima.
En todo el mundo los accidentes automovilísticos son causa de muertes violentas,
superando en mucho a las víctimas de las armas de fuego. Pero como casi todos
conducimos algún tipo de vehículo, distinguimos muy bien entre la conducción
prudente y la irresponsable, o, para hacer una analogía con lo dicho sobre las
armas, entre una conducción que podríamos llamar "legal" cuando se
respetan todas las normativas vigentes sobre el tránsito, y una conducción
"ilegal" cuando se hace caso omiso de las mismas.
Si la entrega del registro de conductor se otorgara solamente a quienes
cumplan los requisitos de idoneidad exigidos, y si todos manejaran conforme a
las normativas sobre velocidades máximas, prioridades de paso, y demás, se
podría diferenciar entre lo que es mal manejo y lo que verdaderamente son
"accidentes", que quedarían reducidos solamente a aquellos problemas
inevitables, o fortuitos, que no dependen del conductor.
Y aun así, con caminos y rutas en buen estado y automotores que cumplan con
la verificación técnica obligatoria, la cantidad de siniestros tendría que
bajar abruptamente. En tal sentido se orientan las políticas públicas,
tendientes a lograr algo que no es utópico y que de hecho funciona con bastante
éxito en los países con buena educación vial. Pero a nadie en ningún lugar se
le ocurrió nunca prohibir la tenencia y conducción de automotores por parte de
particulares, restringiéndola solamente a los medios de transporte públicos
conducidos por choferes profesionales.
Del mismo modo, es descabellado pretender desarmar a todos los civiles, sin
distinguir entre los ciudadanos honestos y los delincuentes. Y así como se debe
ser estricto en el otorgamiento de licencias de conducir, igual debe hacerse
con las licencias de legítimos usuarios de armas, y del mismo modo que se deben
aplicar sanciones severas a quienes no respeten los semáforos o conduzcan
alcoholizados, también habrá que sancionar a quienes tengan armamento sin
declarar o hagan uso imprudente del mismo. Y entonces podríamos tener en claro
que la delincuencia se asocia solamente a las armas ilegales, mientras que las
legales no inciden en la inseguridad.
Sin embargo, habíamos afirmado que las armas legales no solamente no
generan delincuencia, sino más aún, que contribuyen a disminuirla. La
explicación es muy sencilla: si la ley prohibiese absolutamente la tenencia de
armas, sólo quedaríamos desarmados los ciudadanos honestos, ya que los
delincuentes, cuyo "oficio" es estar fuera de la ley, no cumplirían
ninguna prohibición y seguirían conservando sus "herramientas de
trabajo" de manera clandestina.
Incluso si se cerraran todas las armerías y se destruyeran todas las armas
registradas, de la misma manera el hampa conservaría las que tiene, que no
están registradas y en la mayoría de los casos ni siquiera tienen una
numeración que permita identificarlas. Además, seguirían proveyéndose de
armamento introducido de contrabando, robado a las Fuerzas Armadas y de
Seguridad, o fabricando escopetas y otras armas "tumberas" que se
pueden hacer en cualquier modesto taller mecánico con un par de caños, un clavo
y una máquina de soldadura eléctrica. Es de conocimiento público la sustracción
de armamento de cuarteles, incluyendo hasta un misil, así como de comisarías y
sedes judiciales. Hace muy poco una nota periodística alertaba sobre el uso
cada vez más frecuente de ametralladoras 9 mm. y 45 FMK por parte de
delincuentes comunes y narcos. Estas armas siempre han estado absolutamente
prohibidas, y por supuesto no se venden en armerías, de modo que se han
obtenido mediante compra, o incluso alquiler, en el mercado negro (1).
Recientemente el Jefe de la Policía de Córdoba denunció el "robo
hormiga" de 72 pistolas Bersa Thunder 9 mm. Hecho que ha causado mucho
revuelo y está siendo investigado (2).
La consecuencia de una restricción absoluta sería una sociedad en la que
sólo tendrían armas los policías y los hampones, y como es imposible poner un
policía a custodiar a cada ciudadano común, el resultado final sería que los
delincuentes podrían depredar a voluntad sobre todos los ciudadanos desarmados,
no sólo en las calles sino incluso dentro de sus propias casas, aunque tuvieran
rejas y alarmas, con tal de cometer el delito en menos tiempo del que puede
razonablemente llegar al lugar un móvil policial. Por el contrario, si el
potencial ladrón considerara que al forzar una puerta o ventana lo podría
recibir adentro un ciudadano armado, lo pensaría más de dos veces.
Debe destacarse que las personas honestas somos por principio más
valientes, porque nos moviliza nuestra integridad física y la de nuestras
familias, y estamos dispuestos a defendernos para no ser maltratados, violados
y hasta asesinados, mientras la "recompensa" de los ladrones sólo son
nuestros bienes materiales, (aunque para obtenerlos no les importe segar una
vida) y por eso huyen ante el menor riesgo, incluso el sonido de una alarma.
Pero nunca podremos hacer nada contra la amenaza de un arma de fuego, a
menos que también tengamos una y seamos idóneos y prudentes en su uso. Así se
daría vuelta la situación actual, y serían los delincuentes los que tendrían miedo
de enfrentarse a los ciudadanos honestos potencialmente armados. Y serían ellos
los que vivirían tras las rejas, y no nosotros. Los casos en que fue asaltado
personal policial o militar, e incluso legítimos usuarios civiles, e hicieron
uso de sus armas para repeler la agresión, terminaron salvando la vida de las
víctimas potenciales, demostrando así la falsedad de que las armas en casa son
un peligro para los propios dueños.
Todo lo contrario, son una herramienta de seguridad, tanto como un
matafuego, siempre que se cumpla con el requisito imprescindible de la
idoneidad en su manejo. Y dicho sea de paso, la legislación obliga a que
tengamos matafuegos en los automotores y viviendas, y de ninguna manera
restringe su uso a los bomberos. Por supuesto, debe quedar bien claro que
estamos hablando exclusivamente de casos de legítima defensa, y no de
"vigilantismo", "gatillo fácil" o simple venganza.
Hace poco se hizo notorio, porque fue filmado y visto hasta en la página de
videos Youtube, el ataque de un camarógrafo estadounidense despedido del canal
de televisión donde trabajaba, en contra de una colega locutora. El atacante
usó una pistola Glock 9 mm., lo que dio lugar a una enormidad de comentarios en
contra de la tenencia de armas por civiles. Es evidente que una persona
desequilibrada, como en este caso, no tendría que tener ningún arma de fuego
bajo su poder. Pero ese error es achacable a la legislación estadounidense,
donde la adquisición de armas es muy sencilla y donde no existe un registro de
sus dueños. Al respecto, hay que diferenciarla muy bien de la legislación
argentina, donde, entre tantos otros requisitos para ser legítimo usuario se
deben presentar certificados de aptitud psicológica y física, medios de vida
lícito, e idoneidad en el manejo de armas, todo lo cual queda registrado en el
RENAR junto con los datos personales y domicilio del comprador.
Por otro lado, en este caso particular, y considerando que los disparos
fueron a quemarropa, cualquier arma blanca hubiera servido tan bien como la pistola
para cometer el asesinato. Lo mismo puede decirse para quienes mencionan el uso
de pistolas o revólveres en casos de violencia doméstica o suicidios, delitos
que igual podrían cometerse con cuchillos, machetes, hachas, martillos,
destornilladores, palos, lazos o tantas otras herramientas comunes en cualquier
hogar y que pueden usarse como armas impropias.
Tampoco daría los resultados esperados la prohibición de las armas cortas
para evitar las masacres de estudiantes en los colegios, tan repetidas últimamente
en Estados Unidos. En efecto, el 22/10/15 un joven llamado Anton Petterson,
vestido imitando a Dart Vader, el personaje de la Guerra de las Galaxias, entró
a un colegio de Trollhattan, en Suecia, armado con un sable (de acero, no de
rayo laser) y causó numerosos muertos y heridos (3).
Santiago Fernández Cascante, redactor de la revista española online
"armas.es", le responde al Secretario de Seguridad de España cuando
pide endurecer la ley de armas por el terrorismo: "Ante tamaña
declaración, a estas horas tienen que estar los criminales con una tembladera
que ríase usted del síndrome de las vacas locas. Y es que los jihadistas,
fanáticos, terroristas del IRA, de ETA, del GRAPO, de los Comandos Autónomos
Anticapitalistas o del independentismo corso, desequilibrados mentales y
traficantes de droga han estado siempre muy agobiados a la hora de pasar la
revista de sus armas y explosivos en la intervención de armas de la Guardia
Civil, sabe? ¡Y ahora con la nueva ley, ya no le digo!" Y agrega: "...
los que encontramos en las armas arte o historia o sencillamente los que nos
contentamos con hacerle agujeros a un cartón, seguiremos sometiéndonos a todas
esas churriguerescas exigencias contradictorias, confusas, equivocadas,
pacatas, e irrealizables que ustedes van sacándose del cerebro a golpe de
delito y que para los criminales sencillamente NO EXISTEN" (4).
Consideraciones empíricas
Todo lo antedicho, que es teóricamente muy lógico, tiene como sustento una
fuerte base empírica. Según dice un conocido blog sobre la Historia de las
Armas de Fuego: "El hecho de que los ciudadanos puedan portar un arma de
fuego legalmente, no hace a la sociedad más violenta. Por ejemplo, en el estado
de Florida (EEUU), donde cientos de miles de ciudadanos portan legalmente armas,
no se conoce de delitos cometidos por estas personas. De hecho, los índices de
homicidio, atracos, violaciones y robos son un 90 % menores en las regiones de
los Estados Unidos donde es más fácil obtener la licencia para portar un arma,
que en aquellos estados donde están prohibidas las armas o es difícil obtener
la autorización" (5). Reitero el porcentaje en letras, para que no haya
error: noventa por ciento. El mismo blog dice, contrariamente a lo que muchos
creen, que: "El país que tiene uno de los índices de armas per capita más
alto del mundo, (46%) es Suiza. Con una población aproximada de 17.500.000
habitantes, posee más de 3.000 campos de tiro, calculándose en 3.450.000 el
número de armas en poder de la ciudadanía" (5).
Lo cual no le impide ser uno de los países más pacíficos y seguros del
mundo, demostrando que el problema no está en las armas en sí mismas sino en la
cultura y educación de las personas que las poseen. Claro que, para los
demagogos, es mucho más sencillo prometer que bajará el delito prohibiendo las
armas, en vez de encarar políticas serias para la erradicación de la violencia
delictiva.
En Argentina, en años recientes, se han hecho campañas de desarme
voluntario tanto a nivel nacional como en varias provincias, en las que se
pagaba una cierta suma de dinero en cheques al portador a los ciudadanos que en
forma anónima entregaran sus armas o municiones para ser destruidas. Según los
propios organizadores, estas iniciativas fueron muy exitosas, ya que se
pudieron eliminar unas 100 mil armas solamente en la Provincia de Buenas Aires,
y otras varias decenas de miles en todo el país. También algunos municipios
bonaerenses prohibieron por algunos meses a las armerías locales la venta
incluso de municiones. Todo con mucha difusión mediática.
Lo curioso (o no tanto) es que la delincuencia no sólo no disminuyó sino
que siguió aumentando y en algunos casos hasta se duplicó, sobre todo asociada
al incremento en el número de narcotraficantes, demostrando la absoluta
inutilidad de estas medidas. El simple sentido común indica que un delincuente,
para quien su pistola es su principal aliada, no va a entregarla a las
autoridades a cambio de una módica suma de dinero, que puede conseguir en
minutos y fácilmente cometiendo alguna de sus fechorías.
Quienes las entregaron fueron personas honestas que heredaron armas
vetustas de sus abuelos o las encontraron oxidadas en algún ropero antiguo, y
decidieron desprenderse de ellas para no quedar fuera de la ley ni tener que
realizar trámites complicados para poder conservarlas. O incluso profesionales
del delito, que aprovecharon el dinero obtenido para hacerse un "plan
canje" y conseguir ilegalmente otra arma mejor. Como es obvio y está
archi-demostrado, las resoluciones desarmistas sólo son aplicables a las personas
cumplidoras de la legislación vigente, que igualmente nunca usarían sus armas
para cometer delitos. Pero a quien ya posee un arma ilegal y está dispuesto
incluso a matar tanto a un conciudadano común como a un policía, no le afectan
en lo más mínimo todas las medidas restrictivas que se puedan imponer.
Por lo tanto, queda claro también que se trata de actitudes puramente
populistas, para que los funcionarios de turno puedan aparecer ante los medios
de comunicación como preocupados por la inseguridad y aparentando tomar
decisiones drásticas, pero que desde luego no tienen ningún efecto real, salvo
en la imaginación de algunos incautos.
Desarmar o ponerles trabas administrativas y burocráticas a los que
simplemente pasamos una tarde divertida compartiendo anécdotas con amigos en un
polígono de tiro, mientras le "hacemos agujeros a un cartón", no
tiene nada que ver con una política de seguridad nacional encarada seriamente.
Una organización estadounidense desarmista encargó nada menos que a la
Universidad de Harvard un estudio sobre la temática, y, en contra de lo que
esperaban, se llegó a la conclusión de que no hay una relación directa entre
armas y criminalidad, sino más bien lo contrario, ya que países con población
armada (como Alemania, con 30 mil armas por cada 100 mil habitantes) tienen
menos delincuencia que otros con prohibición absoluta (como Luxemburgo, con una
tasa de homicidios 9 veces más alta). El estudio fue publicado en el Harvard
Journal of Law and Public Policy (6).
Conclusiones similares se derivan de un profundo estudio de la Fundación
Fraser, una prestigiosa institución canadiense dedicada a la investigación
económica y social, y a la organización educativa (7). Existen muchas más
investigaciones que confirman lo antedicho, y están muy bien recopiladas en la
publicación especializada "Gun Facts" (8).
Como conclusión, conviene dejar en claro que esta nota de ninguna manera
pretende estimular la tenencia de armas en la población. Hay personas a quienes
las armas les repugnan o hasta les causan temor de sólo verlas, son contrarios
a su tenencia, y su opinión debe ser respetada. Un arma en manos de alguien que
no tenga cierto entrenamiento en su uso es verdaderamente un peligro para su
propia familia y sus vecinos.
Pero en cambio es urgente que las autoridades responsables de nuestra
seguridad se pongan a combatir seriamente la criminalidad, reprimiendo a los
tenedores ilegales de armas, y especialmente su comercialización en el mercado
negro, en vez de poner cada vez más restricciones burocráticas, absurdas e
inútiles, contra los legítimos usuarios.
Bibliografía
1. De Los Santos, Germán: "Ametralladoras: las usan cada vez más
delincuentes y narcos". Diario La
Nación. 26 sep. 15.
2. Redacción: "Suárez formuló una denuncia penal por la desaparición
de armas de la Policía".
Diario La Voz del Interior. 29 oct15.
3. Corradini, Luisa. "Vestido como Darth Vader, un joven sueco
ensangrentó una escuela". Diario
La Nación. 22 oct 15.
4. Fernández Cascante, Santiago: "Carta abierta al secretario de Estado
de Seguridad acerca de la Ley Orgánica
de Protección de la Seguridad Ciudadana". www.armas.es.
22 Jul. 15.
5. Armas de Fuego, Ligeras, Deportivas y Militares:
www.historiadelasarmasdefuego,blogspot.com.
6. Anónimo: "Más armas, menos homicidios". www.armas.es. 14 oct.
14.
7. Mauser, Gary: "The Failed
Experiment Gun Control". www.fraserinstitute.org. 10 Nov. 03.
8. Smith, Guy:
"GunFactsVersion 5.0". www.GunFacts.info. 2008