La Prensa,
16.05.2024
Este 17 de mayo,
la Armada Argentina celebra su 210° Aniversario en conmemoración del Combate
Naval de Montevideo, hecho histórico que tuvo lugar en 1814, en el que la
escuadra almando del Almirante Guillermo Brown venció a la fuerza naval
realista ubicada en la Banda Oriental.
En 1814, las
Provincias Unidas del Río de la Plata se encontraban en pleno proceso de
unificación y organización. Dicho proceso no podía prosperar mientras las aguas
del Río de la Plata fueran controladas por las fuerzas navales realistas, que,
si bien estaban sitiadas por tierra en Montevideo, lograban abastecerse a
través de su puerto y representaban una amenaza a las aspiraciones del gobierno
patrio en Buenos Aires.
Esta crucial
victoria de las armas de la Patria fue un hito en la historia de la Armada
Argentina y señaló el fin de tres siglos de dominación española en el Río de la
Plata, eliminando de sus aguas la amenaza realista sobre Buenos Aires, consolidó
los principios de la Revolución de Mayo de 1810 y facilitó el proceso para
lograr la independencia de América. El mérito de esta victoria se atribuye
principalmente a la pericia táctica y militar del entonces Coronel de Marina
Guillermo Brown, quien lideró la flota patriota en el combate.
Considerada por
los historiadores como determinante y estratégica, la victoria naval en
Montevideo permitió a las Provincias Unidas del Río de la Plata emprender la
Campaña de los Andes, liderada por el General José de San Martín, quien la
consideró como el "hecho más importante de la revolución americana hasta
el momento", reconociendo la importancia de la victoria de Brown y sus
marinos.
LAS ACCIONES
PREVIAS
Hubo acciones
previas que allanaron el camino a este triunfo naval y otras que le sucedieron
para afianzar la derrota naval española de modo irremediable para la fortuna de
nuestro país.
Entre las acciones
previas, crucial fue la victoria del Combate Naval de Martín García que tuvo
lugar entre los días 10 y 15 de marzo de 1814, donde se enfrentó la Escuadra
Patriota al mando del entonces Comodoro Guillermo Brown, a una fuerza realista
comandada por el Capitán de Fragata Jacinto Romarate.
El Río de la Plata
era muy difícil de navegar. La Isla Martín García constituía un punto
estratégico en el control del acceso a los ríos interiores, Paraná o Uruguay.
Las acciones del
día 10 de marzo favorecieron al enemigo, la fragata Hércules, capitana de
Brown, fue seriamente dañada, obligando a nuestra fuerza a refugiarse río
arriba para recuperarse. Romarate, aunque satisfecho con el resultado estaba
escaso de recursos y no pudo continuar con las acciones inmediatamente.
Por lo tanto,
confiado en que los daños causados a nuestra escuadra obligarían a Brown a
regresar a Buenos Aires, solicitó refuerzos a Montevideo y se alistó para darle
caza en las aguas del río.
Romarate no pudo
anticipar lo que sucedería luego. Los refuerzos de Montevideo nunca llegaron y
el marino irlandés cambió radicalmente su estrategia. Consciente en que la
Escuadra Patriota era incapaz de volver a enfrentar de manera directa a la
flota realista, planificó un desembarco en la isla con el fin de deponer a la
guarnición que la defendía.
El día 15 de marzo
tuvieron lugar estas acciones; mientras el desembarco ocurría, Brown distrajo a
Romarate con un ataque lejano a su flota. La operación fue un éxito. Para
cuando el marino español comprendió lo que realmente sucedía, las operaciones
en tierra se habían consumado. Derrotado, Romarate no tuvo más opción que
retirarse hacia el norte para refugiarse en aguas del río Uruguay.
La victoria de
Brown dividió así las fuerzas enemigas y al estar Romarate aislado, la flota
realista remanente en puerto se había debilitado notablemente y posibilitó su
posterior e inmediato avance sobre Montevideo.
El Combate Naval
de Montevideo tuvo lugar entre los días 14 y 17 de mayo de 1814. Para ese
entonces, la plaza realista se hallaba asfixiada por tierra, a cargo de las
tropas comandadas por el General Alvear, y su puerto estaba bloqueado desde el
día 20 de abril por la Escuadra Patriota al mando de Guillermo Brown.
LA BATALLA
Las fuerzas de
realistas, improvisaron tripulaciones y se hicieron al río con la intención de
romper el boqueo naval. Las acciones tuvieron su origen con la zarpada de la
flota realista desde Montevideo, al mando del Capitán de Navío Miguel de la
Sierra. Brown hábilmente simuló su retirada mar afuera con el objeto de alejar
del puerto a las fuerzas realistas. Una vez logrado esto, cambió rápidamente de
rumbo acorralándolos contra la costa y entablando combate.
El clima y las
horas de oscuridad obligaron a interrumpir varias veces las acciones bélicas,
pero al reanudarse cada vez la moral en las tripulaciones enemigas se socavaba
más y más. Para la noche del día 16 de mayo la Escuadra Patriota había logrado
apresar tres naves enemigas. A partir de entonces el combate fue una vergonzosa
fuga de las naves del rey hacia Montevideo, puerto al que no lograron acceder
por el acecho de nuestras naves. La victoria fue rotunda y definitiva; se había
logrado la eliminación total del poder español en el Plata.
Sin embargo, esto
no ponía fin a la amenaza realista en el sur del nuevo continente para los
nacientes estados. Con el objetivo de debilitar el comercio y el poder marítimo
español en el pacífico, el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón otorgó
patentes de corso a dos notables marinos que ya habían hecho propios los
ideales de la Revolución de Mayo, Guillermo Brown por un lado y a Hipólito
Bouchard por otro, un francés casado con una criolla quién también había
servido en el Regimiento de Granaderos bajo las órdenes del General San Martín.
Hubo dos
importantes campañas de corso, la primera campaña sería llevada a cabo en
conjunto por Brown y Bouchard. Asediaron los puertos de las costas de Chile,
Perú y Ecuador con éxito relativo desde noviembre de 1815 hasta febrero de
1816, cuando luego de derrotados en su intento de enfrentarse a los españoles
que ocupaban Guayaquil decidieron regresar a Buenos Aires, arribando al dicho
puerto a finales de junio de ese año.
HIPOLITO BOUCHARD
La segunda campaña
de corso, campaña que daría la vuelta al globo haciendo flamear la bandera
nacional por vez primera en todos los mares mundo, sería solo comanda por
Hipólito Bouchard a bordo de la fragata “La Argentina”, nombrada de este modo
por la próxima celebración del primer aniversario de la independencia de
nuestro país y armada exclusivamente para esta empresa.
Inició su periplo
desde Buenos Aires en demanda de las costas del sur de África el 27 de junio de
1817. Su heroico accionar comenzó en septiembre de ese mismo año en las costas
de Madagascar, cuando para honor de nuestra bandera y consecuente a la
declaración de libertad de la Asamblea del año XIII, impidió que cuatro buques
ingleses y franceses cargasen hombres y mujeres para ser luego vendidos como
esclavos.
Continuó su viaje
hacia el este, buscando enfrentarse a naves españolas de la compañía de
Filipinas. Debió enfrentarse, entre otros peligros, al ataque de piratas en
Malasia y a la enfermedad del escorbuto que flagelaba a su tripulación.
Un hecho de lo más
sobresaliente de este viaje es que gracias a su capacidad de diplomacia,
Bouchard consiguió que el soberano del archipiélago de Hawai, el rey
Kamehameha, sea el primero ante el mundo en reconocer la independencia
Argentina.
La travesía de la
fragata “La Argentina” continuó con el asedio a las costas de California y
Centro América, donde además de enfrentar al poder español remanente, contagió
con los ideales de independencia y autodeterminación de las Provincias Unidas a
un sin número de poblaciones. Hecho que se expone en que diferentes estados
centroamericanos compartan los mismos colores que nuestra bandera como es el
caso de Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala y Costa Rica.
Para abril de
1819, dando por finalizada su larga expedición, Bouchard decidió partir hacia
Valparaíso para colaborar con la campaña libertadora del General San Martín.
La estadía del
corsario en Valparaíso fue nada placentera, allí fue injustamente apresado y
acusado de varios delitos falsos, se cree con la única intención de expropiar
sus embarcaciones y presas. Al cabo de casi un año, por intervención final del
General del Ejército de los Andes, José de San Martín, fue exonerado de todo
cargo en su contra y, aunque habían dañado su honor y orgullo, igualmente
accedió a participar de la campaña libertadora a las órdenes de Cochrane.
Derrotados los
españoles y disueltas las fuerzas libertadoras como tales, Hipólito Bouchard
prestó servicios como marino del incipiente estado Peruano. Sin embargo, poco
se sabe de sus años restantes. Jamás regresó a Argentina ni se reencontró con
su familia. Sus restos estuvieron perdidos hasta 1962, cuando fueron
encontrados en una cripta en la ciudad de Nazca.
Como se puede
apreciar, la victoria del 17 de mayo de 1814, más que un hecho destacado es un
punto de inflexión en la historia argentina y sudamericana. Fue el momento en
que la balanza del poder naval se inclinó definitivamente a favor de las nuevas
naciones del nuevo continente, gracias a la inapreciable colaboración de
europeos que hicieron suya nuestra causa: Héroes navales de la talla de
Guillermo Brown e Hipólito Bouchard.
En honor a la
fecha gloriosa que representa en los fastos navales de la República y a la
incansable labor de los hombres de la Armada Argentina, el 17 de mayo fue
instituido como el “Día de la Armada Argentina” mediante el Decreto N° 5.304
del 12 de mayo de 1960, en conmemoración a la terminante victoria en el Combate
Naval de Montevideo, victoria que permitió completar el cerco marítimo de la
plaza y su posterior rendición, y en reconocimiento al servicio dedicado a la
Patria por parte de la institución.
LA ARMADA HOY
Continúa
trabajando la Armada Argentina con la misma determinación para garantizar la
defensa y la protección de los intereses nacionales. Con la mirada puesta en el
futuro, la Armada se esfuerza por seguir el ejemplo del Gran Almirante
Guillermo Brown, trabajando de manera multidisciplinaria con otros ministerios
y en conjunto con las demás Fuerzas Armadas y de Seguridad, en cada escenario y
misión que el instrumento militar le impone.
En este contexto,
la Armada Argentina también desempeña un papel crucial en la Antártida, el
continente de la ciencia y la investigación. Como componente naval del Comando
Conjunto Antártico, la Armada participa activamente en la Campaña Antártica de
Verano. Además de alistada y adiestrar a sus medios navales y personal para
llevar a cabo esta compleja misión, trabaja arduamente manteniendo así la
presencia ininterrumpida de nuestro país en el continente blanco desde 1904.
Asimismo continúa
con su compromiso de contribuir al sostenimiento de la paz desplegando Cascos
Azules a las Misiones de Paz de la Organización de Naciones Unidas en lugares
de conflictos.
Otro de sus
objetivos principales es garantizar la presencia argentina en nuestras aguas,
protegiendo sus recursos en los espacios de interés y velando por la protección
de la vida humana en el mar. En este sentido, realiza en forma permanente la
Vigilancia y Control de los espacios marítimos argentinos en el Atlántico Sur y
la custodia de las cuantiosas riquezas que éstos contienen. Buques y aeronaves,
custodian los espacios marítimos de jurisdicción nacional en defensa de los
intereses nacionales.
La herencia del
Gran Almirante Guillermo Brown es ejemplo e inspiración para cada miembro de la
Armada, quienes tienen la responsabilidad de proteger y defender los mares y
ríos nacionales.
La esencia de la
Armada se encuentra en su capital humano, formado por hombres y mujeres,
militares y civiles, que continúa navegando tras la estela del gran Almirante
Guillermo Brown con profunda vocación de servicio y un arraigado espíritu
democrático. Es en la virtud, el compromiso y la cohesión donde sus integrantes
encuentran la voluntad y la energía necesarias para afrontar los desafíos, cada
vez más complejos, que implica el cumplimiento de su misión: velar por la
defensa de los intereses de los argentinos en el mar.
POEMA
En la solemnidad de nuestras aguas, el poema de
Calderón de la Barca resuena, no solo como un tributo a la milicia, sino como
un eco de la nobleza, el compromiso y el orgullo que definen al personal de la
Armada Argentina.
“Ese ejército que ves
vago al hielo y al calor,
la república mejor
y más política es
del mundo, en que nadie espere
que ser preferido pueda
por la nobleza que hereda,
sino por la que él adquiere;
porque aquí a la sangre excede
el lugar que uno se hace
y sin mirar cómo nace
se mira cómo procede.
Aquí la necesidad
no es infamia; y si es honrado,
pobre y desnudo un soldado
tiene mayor calidad
que el más galán y lucido;
porque aquí a lo que sospecho,
no adorna el vestido al pecho,
que el pecho adorna al vestido;
Y así, de modestia llenos,
a los más viejos verás,
tratando de ser lo más,
y de parecer lo menos.
Aquí la más principal
hazaña es obedecer,
y el modo cómo ha de ser
es ni pedir ni rehusar.
Aquí, en fin, la cortesía,
el buen trato, la verdad,
la fineza, la lealtad,
el honor, la bizarría;
el crédito, la opinión,
la constancia, la paciencia,
la humildad y la obediencia,
fama, honor y vida son,
caudal de pobres soldados;
que en buena o mala fortuna,
la milicia no es más que una
religión de hombres honrados”.
Pedro Calderón de
la Barca (1600-1681) poeta y soldado.