Gabriel Camilli
La Prensa,
19.05.2024
Los militares
ucranianos de la unidad móvil de defensa aérea de la 141° Brigada de Infantería
independiente de Ucrania preparan sus ametralladoras para una misión en la región
de Zaporizhzhia, Ucrania. (16 de mayo de 2024)
Mientras vemos que
Ucrania se está quedando cada vez más atrás en la guerra de desgaste contra
Rusia, al parecer porque Occidente duda, y no está lo suficientemente dispuesto
a hacer sacrificios militares, permitiéndole a Rusia ganar tiempo, observamos a
su complejo militar-industrial, que todavía es capaz de producir cosas, con el
apoyo de estados de fondo como China e India.
Ucrania, por su
parte, ya está gravemente afectada porque su propio complejo militar-industrial
no puede producir al nivel de su oponente. Y, sobre todo, porque falta una
compensación suficiente por parte de Occidente. De hecho, le están proveyendo
algunos materiales, pero sólo lo suficiente para garantizar que Ucrania sea
capaz de luchar, es decir, resistir, pero no para que pueda ganar. Como hemos
dicho anteriormente en Occidente tenemos sociedades más post-heroicas donde el
propio bienestar es lo primero.
Mientras tanto en
Rusia, en las últimas semanas, tras la quinta elección de Vladimir Putin para
el cargo de presidente y su toma de juramento, el Gobierno ruso presentó su
dimisión (según la Constitución) al nuevo-viejo jefe de Estado, que empezó así
a realizar nuevos nombramientos.
De esta forma (y
no como nos cuentan la mayoría de los medios occidentales) se inició un
minucioso movimiento de ‘ajedrez’ y estrategia. Ya que ambos son dos
actividades que requieren conocer el terreno, los participantes, las reglas,
los movimientos, anticiparse, prever, esperar, amagar, conocer las jugadas y
resolverlas antes de provocarlas.
Vemos así algunos
movimientos en el ‘tablero’ del poder ruso como la confirmación del primer
ministro Mikhail Mishustin, economista y experto en sistemas informáticos en el
cargo desde 2020. Luego, en cascada, se esperaba también la reconfirmación de
todos los demás ministros, al menos los más importantes. Pero algunas jugadas
sorpresa aparecieron en un anuncio sobre Andrej Belousov, el primer viceprimer
ministro, que también había sido primer ministro durante veinte días en 2020,
cuando el titular, Mishustin, contrajo Covid. Belousov es prácticamente un
desconocido en occidente, pero es bastante conocido en Rusia.
Quizás no para el
ciudadano común, pero sí en los entornos que importan. Moscovita, hijo de un
importante economista soviético, estudió Física, Matemáticas y Economía, y
emprendió una brillante carrera académica que lo llevó, a finales de los
noventa, a convertirse en asesor económico de varios primeros ministros. En esa
actividad, escribió varios informes importantes sobre el estado de la economía
rusa en la transición de la economía planificada de la Unión Soviética al libre
mercado.
UN POCO DE
CURRICULUM
El punto de
inflexión para Belousov llegó en 2006, cuando el entonces ministro de
Desarrollo Económico, German Gref, lo nombró su adjunto. Desde allí siempre
estuvo en lugares muy importantes del gobierno ruso. En 2020, el siempre
discreto Belousov se convirtió en primer viceprimer ministro. Con solo buscar
en internet veremos que no es un “paracaidista” en la alta política rusa.
Hacía falta un
poco de currículum para explicar lo sorprendente que resulta encontrar a
Belousov ahora, en plena guerra, al frente del ministerio de Defensa
.
La sorpresa
aumenta si tenemos en cuenta que el ministro de Defensa saliente, Sergej
Shoigu, es uno de los fieles a Putin, y quien se enfrentó a Yevgeny Prigozhin
el dueño de la PMC Wagner, enfrentando incluso su rebelión armada el pasado
verano. Shoigu no es un personaje cualquiera. Ha estado en política desde
principios de los años 1990 y durante muchos años fue un ministro de
Situaciones de Emergencia muy respetado. Llegó a Defensa en 2012 y es el
artífice de la intensa y rápida modernización a la que han sido sometidas las
fuerzas armadas rusas.
Pero muy por el
contrario de los anuncios difundidos en los medios masivos, Shoigu no fue
eliminado ni descendido sino, en todo caso, ascendido. De hecho, se convierte
en secretario del Consejo de Seguridad, cargo que ocupaba hasta ayer Serguéi
Patrushev, y ocupa también el cargo de vicepresidente de la crucial Comisión
para el complejo militar-industrial presidida por el superhalcón Dmitrij
Medvedev.
JUGADA DE AJEDREZ
Lo interesante
será entender el porqué de esta jugada de ‘ajedrez’. Lo curioso es que todo
este movimiento se produce precisamente cuando las tropas rusas atacan en el
norte de Ucrania y tratan de avanzar a lo largo de todo el frente que, de norte
a sur, entre Járkov y Odessa, tiene mil kilómetros de longitud. ¿Son estos
nombramientos, que sacuden equilibrios muy consolidados, una señal de fuerza
(Putin está tan en el poder y sus fuerzas están tan bien colocadas al frente)
que le permiten realizar cambios importantes en el equipo que ocupa el corazón
del Kremlin? ¿O hay algo mal en el seno del poder y los cambios sirven para
evitar problemas mayores?
Putin se toma muy
en serio los compromisos de la OTAN y de Occidente de apoyar a Ucrania
"mientras sea necesario" y su perspectiva es la de un conflicto
destinado a durar en el tiempo, o sea que pueda tornarse crónico. En este
contexto, el gasto en defensa está creciendo: este año alcanzará los 110 mil
millones de euros, equivalente al 6 por ciento del PIB, mientras que en 2022
fue de 86 mil millones, equivalente al 4,06 por ciento del PIB. Recursos
preciosos que Rusia, bajo sanciones, debe encontrar y sustraerlos de otros
sectores y que, por tanto, no puede permitirse el lujo de desperdiciar.
Según nos relata,
en una interesante opinión, el doctor Lorenzo Carrasco: “El reciente
intercambio del general Sergei Shoigu por el economista Andrei Beloussov en el Ministerio
de Defensa, que sorprendió y desorientó a muchos observadores extranjeros,
revela no sólo una intención de reforzar el complejo industrial de defensa,
sino también de garantizar que los avances tecnológicos se reflejen en una
variedad de nuevas armas y equipos. Que se reflejan en aplicaciones y usos
civiles, a diferencia de lo que ocurrió con la tecnología militar en la ex
Unión Soviética.
El portavoz del
Kremlin, Dmitri Peskov, citó la necesidad de que el organismo incorpore
conceptos innovadores y progresistas. Beloussov es un investigador veterano del
antiguo Instituto Central de Matemáticas Económicas de la Academia de Ciencias
de la URSS y del Instituto de Previsiones Económicas de la Academia de Ciencias
de Rusia. En el gobierno ocupó varios puestos destacados, incluido el de
viceministro de Desarrollo Económico y Comercio y viceprimer ministro.
En relación con
las tecnologías de punta, las Fuerzas Armadas rusas han demostrado su amplia
superioridad en cuanto a misiles hipersónicos y capacidades de guerra
electrónica, además de haber mejorado enormemente el uso de drones de
reconocimiento y combate, en lo que ya es uno de los más relevantes aspectos de
la revolución militar que se está desarrollando en los campos de batalla
ucranianos. Se han utilizado drones que cuestan menos de mil dólares para
desactivar vehículos blindados valorados en millones de dólares, incluidos los
aclamados tanques estadounidenses Abrams y alemán Leopard. La reciente ofensiva
rusa hacia Jarkov podría ser el comienzo de un último esfuerzo para llevar el
conflicto armado a su conclusión lógica.
Sin embargo, el
momento del proceso dependerá de una interacción compleja entre la agenda rusa,
la renuencia de las potencias occidentales a admitir un triunfo militar ruso y
la voluntad del gobierno ucraniano de continuar la matanza de su población
masculina en edad de prestar servicio militar”.
Como bien nos dice
Clausewitz: “La guerra no sólo es un auténtico camaleón, porque en cada caso
concreto modifica en algo su naturaleza, sino que además, en lo que respecta a
sus manifestaciones globales, en relación con las tendencias que en ella
predominan, es una maravillosa trinidad compuesta de la violencia originaria de
su elemento, el odio y la enemistad -que han de considerarse ciego instinto
elemental-, el juego de las probabilidades y del azar -que la convierten en una
libre actividad del espíritu- y de su naturaleza subordinada de herramienta
política, que la hace caer dentro del mero entendimiento''.
La primera de esas
tres caras está más vuelta hacia el Pueblo, la segunda más hacia el General y
la tercera más hacia el Gobierno. "Las pasiones que han de inflamarse en
la guerra tienen que estar presentes ya en los Pueblos; el alcance que el juego
del valor y el talento tendrán en el reino de las probabilidades del azar
depende de las peculiaridades del General y del ejército, pero las finalidades
políticas incumben únicamente al Gobierno".
Clausewitz
patentiza un fuerte sentido de las fuerzas de la historia. Por un lado, el duelo,
las dos clases de guerra y la finalidad política, por otro lado, la maravillosa
trinidad como sujeto plural que actúa en la guerra, con su dinamismo y
transformación constante, su sentido histórico. En estos momentos estamos
viendo la aplicación de la teoría: “Al jefe político pertenece el entendimiento
que determina a la guerra como instrumento político subordinado”.
Gabriel Camilli
Cnl My (R) -
Director del Instituto ELEVAN.