Inexistencia del Estado: el principal problema argentino

 por Mario Meneghini


Con motivo de haberse celebrado el 20 de noviembre, el Día de la Soberanía Nacional, establecido por ley, nos parece oportuno resumir argumentos ya publicados anteriormente. Consideramos que el grave problema argentino, es que no existe soberanía pues no existe el Estado. Para arribar a esa afirmación, seguimos al Prof. de Mahieu, que enseña que  todo Estado contemporáneo debe cumplir tres funciones básicas:

 

1º) La función de síntesis. La unidad social es el resultado de la síntesis de las diversas fuerzas sociales constitutivas, síntesis en constante elaboración por los cambios que se producen en los grupos y en el entorno. La superación de los antagonismos internos no surge espontáneamente; es el resultado de un esfuerzo consciente por afianzar la solidaridad sinérgica, a cargo del Estado.

El poder estatal tendrá legitimidad en la medida en que cumpla dicha función, garantizando la concordia política.

 

2º) La función de planeamiento. El Estado centraliza la información que le llega de los grupos sociales; recopila sus problemas, necesidades y demandas. Los datos son procesados y extrapolados en función de los fines comunes, fijados en la Constitución Nacional y en otros documentos, que señalan los objetivos políticos y los valores que identifican a un pueblo. Con mayor o menor intensidad, según el modelo gubernamental elegido, es en el marco del Estado donde debe realizarse el planeamiento global que establezca las metas y las prioridades en el proceso de desarrollo integral de la sociedad, en procura del Bien Común. Por cierto, que, en una concepción no totalitaria, el planeamiento estatal sólo será vinculante para el propio Estado, y meramente indicativo para el sector privado. La autoridad pública no debe realizar ni decidir por sí misma "lo que puedan hacer y procurar comunidades menores e inferiores", en palabras de Pío XI. Pero, debido a la complejidad de los problemas modernos, el principio de subsidiariedad resulta insuficiente para resolverlos sin la orientación del Estado, que mediante el planeamiento se dedique a "animar, estimular, coordinar, suplir e integrar la acción de los individuos y de los cuerpos intermedios".

 

3º) La función de conducción. La esencia de la misión del Estado es el ejercicio de la autoridad pública. La facultad de tomar decisiones definitivas e inapelables, está sustentada en el monopolio del uso de la fuerza, y se condensa en el concepto de soberanía. El gobernante posee una potestad suprema en su orden, pero no indeterminada ni absoluta. El poder se justifica en razón del fin para el que está establecido y se define por este fin: el Bien Común temporal.

 

Si un Estado no posee, en acto, estas tres funciones, ha dejado de existir como tal o ha efectuado una trasferencia de poder en beneficio de organismos supraestatales, o de actores privados, o de otro Estado.

Como hipótesis, sostenemos que el Estado argentino dejó de funcionar como tal a partir de junio de 1970 –hace cinco décadas-, pues desde esa fecha se advierte claramente que resultaron afectadas las tres funciones básicas.

 

Esta es, precisamente, la situación argentina, pudiendo citarse la opinión de tres intelectuales prestigiosos:

 

Dr. Jorge Vanossi (siendo Ministro de Justicia): “La Argentina es un Estado debilucho, que está al borde de la anomia” (La Nación, 17/3/02).

Dr. Manuel Mora y Araujo: “...el Estado argentino no funciona. No cumple su papel, no brinda a la sociedad los servicios que se esperan de él (La Nación, 20/3/02).

Dr. Natalio Botana: “...podemos llegar a una conclusión provisoria muy preocupante: que tenemos una democracia en un país sin Estado y sin moneda.” (Clarín, 28/4/02).

 

La Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, al analizar el grave conflicto con el campo (26-6-08), cuestiona en su dictamen, el “grave deterioro del sistema institucional que diluye la firmeza propia de un auténtico Estado de Derecho”.

 

Nuestra hipótesis se basa en lo siguiente:


Función de Síntesis: a fines de la década del 60 comienzan los enfrentamientos y disturbios sociales graves, que culminan en una guerra civil. El mayo de 1969 se produce el Cordobazo, y un año más tarde, el secuestro y asesinato del Gral. Aramburu. Del presente, baste citar datos concretos de la falta de armonía y equilibrio: 18 millones de pobres, 5 millones de indigentes, y una quinta parte de la población activa desocupada; promedio de condenas por delitos cometidos en la última década: 3,2 %.

En los manuales de sociología –comenta el profesor Miguens- se cita a la Argentina como una sociedad con anomia aguda.

 

Función de Planeamiento: en 1966 –culminando décadas de utilización de este instrumento técnico- se aprueba el Sistema nacional de Planeamiento, que demostró su eficacia al fijar, por primera vez en el país, las Políticas Nacionales (Decreto 46/70). Desde 1977, al suprimirse del organigrama el Ministerio de Planeamiento, dejó de aplicarse esta actividad como instrumento de gobierno, hasta el presente, habiendo manifestado el actual Presidente que no cree en los planes.

 

Función de conducción: el general Onganía fue reemplazado por la Junta de Comandantes en Jefe en 1970; y el siguiente gobierno de facto -Proceso de Reorganización Nacional- formalizó a la Junta Militar como órgano supremo, de modo que, durante varios años, la jefatura del Estado que -según la Constitución-  es unipersonal, se convirtió en triunvirato, lo que incidió negativamente, durante la guerra de Malvinas. Desde entonces, la sociedad argentina carece de una conducción racional. En la actualidad, se experimenta una situación insólita: al haber surgido la candidatura del Presidente de una decisión que hizo conocer públicamente quien ocupa la Vicepresidencia, nació y se mantiene hasta hoy, una conducción bifronte, que impide la unidad de mando que requiere la jefatura de cualquier institución, en especial la que debe regir la vida pública de una sociedad.

 

La conducción de un Estado no se reduce al ejercicio del mando, es el ejercicio del mando, con justicia y eficacia.

La justicia que debe dar a cada uno lo suyo, implica el cumplimiento de la función de Síntesis.

La eficacia estatal requiere:

Planeamiento

Un Servicio Civil profesional

La participación de las organizaciones de la comunidad, en la elaboración de las políticas públicas.

 

Dada la gravedad de la crisis nacional, no puede caber dudas que el principal objetivo para lograr una recuperación de la Argentina, consiste en restaurar el pleno funcionamiento del Estado como órgano de conducción de la sociedad, destinado a promover el Bien Común.

 


BIBLIOGRAFÍA

MAHIEU, Jaime María de. “El Estado comunitario”; Arayú, 1962.

VANOSSI, Reinaldo. El misterio de la representación política; América Actual, 1972.

ROTH, Roberto. La soberanía imperfecta; Editorial Bermejo, 1972.

FRISCHKNECHT, Federico. Gobierno: Pleamar, 1976.

SANCHEZ SORONDO, Marcelo. No hay soberanía, pues no existe el Estado; en: Revista Militar, nº 728, 1993.

AUEL, Heriberto: conferencia en la Escuela Superior de Guerra, 7-7-1999.

Geopolítica Tridimensional Argentina (AAVV), Eudeba, 1999. 

SANCHEZ SORONDO, Marcelo. “Memorias”, Sudamericana, 2001.

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RIESCO, José Antonio. “La Nación desarticulada”; Córdoba, Instituto de Teoría del Estado, 2003.