Por Pablo A. Vázquez
Politólogo; Docente de la UCES; Secretario del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas;
Miembro del Instituto Güemesiano
Nacido el 7 de febrero de 1785 en Salta, la figura de Güemes se eleva como
muestra del coraje gaucho en favor de nuestra emancipación, de la estudiada
estrategia militar de "guerra de recursos" para derrotar a los
realistas y de un espíritu social -hermanado con Artigas- en favor de los más
desposeídos en nuestro Norte.
"Martín Miguel Juan de Mata de Güemes, hijo de quien fuera comisario
de guerra y ministro general de la Real Hacienda de la provincia de Salta, y de
una hija del general Martín Miguel de Goyenechea, nacida en Jujuy, fue militar
de carrera", según expresó Vicente Sierra, en el tomo VI de su
"Historia de la Argentina" (1965), "la que abrazó a los catorce
años sentando plaza de cadete en la compañía del regimiento fijo de Buenos
Aires, destacada en Salta, el 13 de febrero de 1799. Con él pasó en 1801 a
Buenos Aires y más tarde a Montevideo, actuando gloriosamente en las jornadas
de la Reconquista y la Defensa, por lo que fue graduado alférez del fijo y con
despacho de teniente de milicias pasó en 1808 a su ciudad natal, donde se
incorporó a la guarnición local".
Con respecto a su actuación, contando con 21 años, en los hechos heroicos
de 1806, se destacó "... un joven bizarro de brillante uniforme, que
inclinado desde sus años juveniles a la noble carrera de las armas, había
revelado en aquellos años angustiosos una actividad y una comportación (sic)
tan dignas, que el general en jefe le había hecho quedar a su lado, en calidad
de ayudante, como queda dicho: el día 11 (de agosto), enviado desde la plaza
para informar a Liniers...", según Jacinto Yaben en "Biografías
argentinas y sudamericanas", tomo II (1938), preocupados por el bombardeo
constante de un buque británico que estaba varado.
Liniers le dio una orden a Güemes: "Usted que siempre anda bien
montado galope por la orilla de la Alameda, que ha de encontrar a Pueyrredón,
acampando a la altura de la batería Abascal y comuníquele la orden de avanzar
soldados de caballería por la playa, hasta la mayor aproximación de aquel barco
que resta cortado de la escuadra en fuga".
"Güemes con la velocidad del relámpago transmitió a Pueyrredón la
orden de Liniers y más rápidos aún, los húsares de aquel Jefe, se aprestaron a
arrojarse al río con el agua hasta el encuentro de sus cabalgaduras, y rompían
el fuego de sus tercerolas sobre el buque varado, cuyo comandante comprendiendo
la gravedad de su situación, hizo señales desde el alcázar con un pañuelo
blanco, anunciando su rendición; era el Justina, de 26 cañones, 100
tripulantes. de la escuadra del comodoro Home Popham".
Causa patriota
1810 encontró a Güemes comprometido con la causa patriota. Encontrándose en
Salta de licencia, con el grado de Teniente de Granaderos de Fernando VII, no
lo dudó y sumó una partida de 60 jinetes presentándose al gobierno salteño, uno
de los primeros en adherir al movimiento juntista de Mayo. La "Partida de
Observación" lo tuvo como capitán a su cargo, destacado en Humahuaca, en
la actual Jujuy.
Su valentía y la de sus hombres fue clave para la victoria de Suipacha, del
7 de noviembre de 1810. A partir de allí, más allá del entredicho con el
general Balcarce, lo encontró comprometido permanentemente con la causa de la
emancipación, al punto de ofrecer un plan para defenderse de los realistas que
amenazaban atacar desde Potosí, en la actual Bolivia. "He ahí la primera
manifestación del genio de este conductor de multitudes gauchas: cuando los
demás piensan en reunir recursos y en organizar milicias, él comprende que en
su tierra nativa la guerra principal tiene que librase en campo abierto, a la
descubierta" - señaló Jorge Newton, en su biografía del prócer de 1967 -.
"Que tiene que ser una guerra de recursos, al propio tiempo que de acciones
realizadas con tanta rapidez como audacia".
Según Fermín Chávez en "Historia del país de los argentinos", 8ø
edición corregida y aumentada, (1988), no se llevó "nunca bien con los
jefes nombrados por Buenos Aires. El caudillo de los gauchos salteños no estaba
hecho para la disciplina de los ejércitos regulares, cosa que no entendió
Rondeau y sí San Martín. Por eso es que, en 1814, el Capitán de los Andes lo
había reintegrado al Ejército del Norte, pero con la misión de llevar adelante
la guerra de recursos. Y en la guerrilla, Güemes se lució como ninguno durante
los años 14, 15 y 16, al constituirse en valla permanente sobre el frente del
Norte. Porque consiguió poner a la tierra en armas".
Contradigo la punzante afirmación de mi maestro en un solo concepto: al plantear
que Güemes "no estaba hecho para la disciplina de los ejércitos
regulares", en realidad -y Chávez lo aclaró- no se llevaba bien con los
jefes porteños que desconocían el terreno y la idiosincrasia norteña, pero si
tuvo perfecta conciencia de su sentido profesional y de respeto a sus
superiores en la milicia. Además la "guerra de recursos" es un una
acción, desde siempre, perfectamente contemplada en las acciones militares.
Efectivamente, San Martín eligió bien a quien estaría hermanado no sólo en
el coraje en la lucha sino en tener un plan de liberación continental".
Años atrás Martín Miguel Güemes Arruabarrena, en sesión pública del
Instituto Güemesiano de Salta del año 2002, y transcripto en su Boletín nø 27 -
28 del 2005, temerariamente afirmó: "El liberalismo portuario o el
nacionalismo bonaerense nunca comprendieron a Güemes, salvo como defensor de la
frontera norte o caudillo gaucho. No pueden concebir que el Noroeste fuera el
eje del país de los argentinos entre 1816 y 1821"
Lamentablemente aún sigue siendo un patriota desconocido para las jóvenes
generaciones, salvo en el territorio norte de nuestro país. Paradigma del
guerrero norteño, símbolo de nuestra Gendarmería y héroe encumbrado en Salta,
Martín Miguel aún guarda muchas aristas para su estudio y divulgación.
Fuente: La Prensa,
8-2-2020