por Dr. Andrés Torres
1. Consideraciones preliminares
En primer lugar deseo agradecer al Dr. Mario Meneghini el haberme sugerido
abordar este tópico, pero también agradecerle porque sus observaciones
referidas al mundo del trabajo en el día actual y el futuro inmediato me fueron
de una ayuda invalorable para entender la urgencia y seriedad que tiene esta
cuestión, no sólo en nuestro país o región sino en todo el globo.
Debo reconocer que cuando se me encomendó el estudio de esta temática me
encontré con algunas situaciones novedosas:
a. Por un lado, acostumbrado como
estoy a intervenir en cuestiones litigiosas referidas al mundo del trabajo, el
panorama de un mundo donde el empleo convencional pareciera estar en retirada merced al avasallante
avance de las nuevas tecnologías, en esta suerte de tercera revolución
industrial, no era un planteo nuevo para mí, pero pude ver, en este estudio, de
modo mucho más vívido, cuán real y acuciante es la pregunta de cómo resolverá
la sociedad actual esta paradoja.
b. En segundo lugar se instaló en mí
el conflicto valorativo referido a los subsidios y ayudas sociales, cuyo exceso
o utilización demagógica por algunos gobiernos ha generado una crítica en la
cual me sentía enrolado. A partir de la reflexión que me suscitó esta temática
pude justipreciar de manera más ponderada la equidad ínsita que conllevan
muchas veces estas medidas, en un mundo donde la indigencia, la pobreza, la
malnutrición, y demás carencias sociales han mostrado un sesgo ciertamente
escandaloso en la era en que el hombre ha conquistado de manera arrolladora su
entorno natural para ponerlo a su servicio como nunca antes. Pude ver que el
mensaje del cristianismo encuentra una realización palpable en muchas de estas
medidas de auxilio a los más desprotegidos materialmente, independientemente de
su “contribución al mundo productivo”y que criticarlas de una manera irreflexiva
me interpela como cristiano porque en el desprecio que se suele hacer a los
“vagos” y “planeros” como se les llama a sus beneficiarios (los que al menos en
Argentina cobran por tales conceptos sumas muy inferiores al monto de la
canasta básica), hay también un déficit en la virtud de la caridad que me sobresalta y me perturba.
c. Finalmente, me sorprendió lo
actual y candente que es esta discusión en los más altos niveles de la economía
política mundial y me resultó curioso también que quienes defienden políticas o
soluciones como la que voy a comentar no están necesariamente afiliados a
corrientes ideológicas socialistas sino que también las hay liberales y conservadoras que las
proponen como modelos.
2. Definiciones y terminología
En la discusión contemporánea sobre qué solución aportar frente a la
pérdida creciente y alarmante de empleos convencionales a manos de las nuevas
tecnologías, se ha propuesto implementar un sistema de ingreso básico universal
para todos los ciudadanos de una determinada comunidad, sistema que recibe
distintos nombres de acuerdo a los distintos países en que se plantea o aplica
y a los diferentes idiomas: se habla, de
Ingreso Básico Universal, de Renta Básica (en España), de Ingreso Básico
Ciudadano o Citizen’s Basic Income (Reino Unido), Ingreso Básico Garantizado
(Basic Income Guarantee, en Estados Unidos y Canadá), Revenu de Base (en
Francia), bedingungslose Grundeinkommen (BGE) en alemán y también se lo llama Universal demogrant
(palabra esta última que es un acrónimo de demographic Grant: es decir,
subvención demográfica)
Todas estas expresiones son aproximadamente equivalentes desde el punto de
vista conceptual, aunque emplearemos en este trabajo la que lo titula, Ingreso Básico Universal, abreviándolo IBU, y aclarando que de todos modos
indicamos a continuación el sistema al que nos referiremos con sus notas
caracterizantes.
El IBU como lo trataremos aquí es un pago monetario periódico (mensual,
quincenal o semanal), destinado a la generalidad de las personas habitantes de
una determinada comunidad, independientemente de su condición socioeconómica, y
prácticamente sin ninguna otra condición. La edad en algunos casos puede ser un
índice para cuantificar el IBU pero conceptualmente corresponde a todos, niños y
adultos. No se ha reconocido aún a las personas por nacer.
El IBU es de efectivización directa y automática para el beneficiario: sólo
requiere una cuenta bancaria o medio similar y no hay intermediarios para su
percepción.
El IBU no requiere una encuesta socioeconómica ni una evaluación ambiental.
La perciben quienes tienen empleo formal, quienes tienen empleo informal y
quienes no tienen empleo. No se limita a
los ingresos que de cualquier modo perciba el beneficiario, sea este
empresario, rentista, dependiente o desocupado.
El IBU tampoco toma en cuenta otras variables sociales como tipo de
vivienda, grupo familiar, o estructura de ingresos.
En las experiencias prácticas que se han desarrollado hasta ahora en el
mundo suele imponerse, acaso como única condición, un mínimo de residencia en
la comunidad de que se trate que en algunos casos debe ser la mayor parte de un
año calendario.[1]
Referente a la cuantía del IBU las experiencias difieren entre las que lo
hacen igualar al menos el monto indicado por la línea estadística de pobreza,
el Ingreso Básico Universal e Integral. y las experiencias que asignan un IBU
de menor cuantía. A estas últimas se las ha llamado Ingreso Básico Universal
Parcial.
Es evidente que los modelos que aplican un IBU parcial y no integral se
asimilan más a un subsidio típico de los convencionales y constituyen más un
paliativo social que una solución social más profunda como la que pretenden los
teóricos que han desarrollado este concepto.
No abundaremos en otra técnica aplicada en Norteamérica en las décadas de
los ’60 y ’70, que es la “renta
negativa”, es decir una retribución de dinero a los hogares contribuyentes cuyo
nivel socioeconómico es tan bajo que no califican por sus ingresos para el pago
mínimo de impuestos al sistema nacional, por lo que en vez de pagar impuestos
esos hogares reciben una renta compensatoria. Las diferencias con el IBU son
evidentes, entre otras cosas porque incide el nivel socioeconómico del
beneficiario y además no guarda estricta relación con superar la línea de pobreza.
Sí guarda relación con esta línea estadística el sistema implementado en
Brasil denominado “Bolsa Familia” (2003-4), pero tampoco es un IBU, puesto que
sus beneficiarios son exclusivamente familias pobres calificadas como tales
previa evaluación socioambiental del gobierno, que a su vez exige como
requisito de otorgamiento el cumplimiento de un calendario de vacunaciones y el
envío de los hijos menores a la escuela.
3) Reseña histórica
La idea de un IBU pagado por el Estado se remonta a comienzos del siglo XVI
cuando Santo Tomás Moro (1478-1535) en su obra Utopía (1516) describió una
sociedad en la que cada ciudadano de la misma tenía garantizado un ingreso-
Este ingreso, era propuesto ante una realidad atroz en la Inglaterra del
siglo XVI donde los culpables de robo eran condenados a muerte, y la situación
de enormes cantidades de indigentes llevaba a algunos al robo como salida,
desesperados por la necesidad de comida. Dice allí el personaje de Utopia: “
Ninguna pena en la faz de la tierra impedirá que la gente siga robando si esa
es su única manera de conseguir alimentos… En vez de infligir esos terribles
castigos, sería mucho más eficaz proveer a cada persona con algunos medios de
subsistencia, de tal manera que nadie esté bajo la espantosa necesidad de
convertirse, primero, en un ladrón y, por culpa de ello, en un cadáver.” [2].
El humanista español Juan Luis Vives (1492-1540), (en su obra “El socorro
de subventione pauperum, sive de humanis necessitatibus – Brujas, 1526)
proponía que el gobierno de una ciudad debería ser responsable de asegurar un
nivel de subsistencia mínimo a todos sus habitantes, “no con el fundamento en
la justicia sino en un ejercicio más eficaz de la virtud moral de la caridad”
Sin embargo, Vives también afirmaba que para merecer este subsidio el
beneficiario debe “merecer la ayuda probando su voluntad de trabajar”
A finales del siglo XVIII el liberal Thomas Spence y el revolucionario
americano Thomas Paine manifestaron su apoyo a un mecanismo de asistencia
social que garantizara a todos los ciudadanos cierto ingreso básico.
En el siglo XIX disminuyó la discusión en torno al IBU pero ya a comienzos
del siglo XX se debatió ampliamente un concepto denominado “bono estatal”, y en
1946 el Reino Unido implementó un subsidio incondicionado para familias a
partir del segundo hijo.
En las décadas de 1960 y 1970 los Estados Unidos y Canadá impulsaron la
experiencia ya mencionada de la Renta Negativa, un paliativo social relacionado
con el IBU
Desde los ’80 en adelante, el debate en Europa se extendió más ampliamente
y desde allí a los demás países del mundo. Unos pocos países llegaron a
articular algunas medidas que guardan parecido con el IBU, como el programa
BOLSA FAMILIA en Brasil.
4) Fundamento doctrinario y
su encuadre con la doctrina social de la Iglesia
Casi de inmediato, frente a la postulación de estas ideas del IBU y
similares, muchos sedicentes cristianos desenvainarán la taxativa cita de la
Segunda Carta a los Tesalonicenses: El que no quiera trabajar, que no coma. [3]
Para rebatir el aserto de que la interpretación recta del pasaje se da de
bruces con nuestro IBU, acudo a dos importantes distinciones.
La frase griega utilizada en la epístola (dirigida a justificar la
contribución al trabajo que es legítimo hagan los miembros de las distintas
primeras comunidades cristianas, para sostenerlas), es "οὐ θέλει ἐργάζεσθαι", que significa "no está
dispuesto a trabajar", es decir, que no tenga la voluntad de contribuir.
En el marco actual de apabullante desempleo y subempleo, donde cada vez es
y será más difícil, pese a toda la capacitación que pueda tenerse, adquirir un
empleo digno, es decir, que le permita a la persona y su familia el desarrollo
integral y la edificación de proyectos de vida, está claro que la enorme
mayoría de los eventuales beneficiarios del IBU no son personas que “no están
dispuestos” a trabajar sino que, lo desean ardientemente, pero no lo consiguen
por una situación externa insuperable e inevitable.
En segundo lugar, debe enfatizarse otra cabal distinción entre “empleo” y
“trabajo”. Tendemos a identificar a este último con el primero, pero en
realidad no todo trabajo implica un “empleo” en el sentido económico actual de
la palabra: un contrato con un particular o una empresa en donde se pacta
realizar una actividad a cambio de una remuneración en dinero.
¿Acaso no trabajan las amas de casa atendiendo su hogar, o cualquiera de
nosotros al pintar la casa o limpiar la vereda? ¿Acaso no es trabajo el
despliegue desinteresado de miles de voluntarios que ayudan a los más
necesitados en un sinnúmero de actividades solidarias? ¿Acaso no es trabajo
cuidar los hijos, educarlos o cuidar a los ancianos de la familia? Todas estas
son actividades útiles, cuando no imprescindibles para la sociedad, pero la
lógica puramente economicista les resta todo valor en la construcción de la
comunidad.
El sentido evangélico –si debemos forzosamenta traspolarlo a esta
discusión, entonces- no es que no debe tener un salario justo solamente el que
tiene empleo, sino que toda persona desempleada puede merecerlo con su trabajo
aunque sea de aquellos trabajos que las estadísticas laborales no computan.
El Evangelio en realidad vá mucho mas allá. Porque en la parábola de los
trabajadores del viñedo [4], Jesús nos enseña un género de justicia superior al
que marca el derecho romano: toda persona merece un denario (medida del jornal
digno) aunque haya trabajado ocho, cuatro o una hora. Lo importante es que “estén
dispuestos a trabajar”. Con eso basta.
Es preciso reiterar que la postulación del IBU no adquiere el cariz de sustituto del trabajo convencional,
sino un complemento universal,
necesario y diríase, imprescindible, ante el cuadro que plantean las nuevas
tecnologías.
El principio fundamental de la DSI que engasta de manera inequívoca con el
sentido y concepción del IBU es el llamado “destino universal de los bienes”
El principio del destino
universal de los bienes de la tierra está en la base del derecho universal al
uso de los bienes. Todo hombre debe tener la posibilidad de gozar del bienestar
necesario para su pleno desarrollo: el principio del uso común de los bienes,
es el primer principio de todo el ordenamiento ético-social y principio
peculiar de la doctrina social cristiana. (…) Es inherente a la persona
concreta, a toda persona, y es prioritario respecto a cualquier intervención
humana sobre los bienes, a cualquier ordenamiento jurídico de los mismos, a
cualquier sistema y método socioeconómico: Todos los demás derechos, sean los
que sean, comprendidos en ellos los de propiedad y comercio libre, a ello
[destino universal de los bienes] están subordinados: no deben estorbar, antes
al contrario, facilitar su realización, y es un deber social grave y urgente
hacerlos volver a su finalidad primera [5]
La recta comprensión excluye el comunitarismo. La propiedad privada es un elemento esencial de una política económica
auténticamente social y democrática y es garantía de un recto orden social. La
doctrina social postula que la propiedad de los bienes sea accesible a todos
por igual, de manera que todos se
conviertan, al menos en cierta medida, en propietarios, y excluye el
recurso a formas de « posesión indivisa para todos » [6]
La tarea fundamental del
Estado en el ámbito económico es definir un marco jurídico apto para regular
las relaciones económicas. Además, debe actuar de forma complementaria al
mercado en aquellos ámbitos en que el mercado no es capaz de garantizar una
distribución equitativa de algunos bienes y servicios esenciales. El Estado
debe promover el bien común y su intervención debe atenerse a los criterios de
equidad, racionalidad y eficiencia. [7] En vez de contribuir con obras aisladas
de caridad a mantener las condiciones existentes, haría falta crear un orden
justo, en el que todos reciban su parte de los bienes del mundo y, por lo
tanto, no necesiten ya las obras de caridad. [8]
La imposición tributaria,
cuando es justa, desempeña una fundamental función equitativa y redistributiva
de la riqueza, no sólo en favor de quienes necesitan subsidios apropiados, sino
también en el apoyo a la inversión y el crecimiento de la economía real. [9])
Estas son solo algunas de las muestras de que un dispositivo de economía
política como el IBU que tienda a morigerar los efectos devastadores de las
nuevas tecnologías, está en perfecta armonía con las enseñanzas de la Iglesia y
los sensatos análisis que recoge la DSI.
5) Conceptos del debate
mundial acerca del IBU
a) Automatización
El concepto del IBU y la automatización están estrechamente
vinculados. Por ejemplo, el fundador de
Facebook Mark Zuckerberg afirma que el aumento de la automatización creara una
necesidad más grande del IBU. Las
preocupaciones acerca de la automatización han llevado a muchos en la industria
de alta tecnología a proponer el IBU como una consecuencia de sus modelos de
negocios. El candidato presidencial nortemericano para el 2020 y fundador de
entidades benéficas Andrew Yang ha declarado que la automatización ha provocado
la pérdida de 4 millones de empleos en el sector de manufacturas en el
medio-oeste del país y ello ha propiciado la elección de Donald Trump Yang propone,el Dividendo de Libertad,
contempla pagarle a cada norteamericano adulto 1000 dólares por mes.
El CEO de Tesla Inc. y SpaceX, Elon Musk se ha pronunciado en apoyo del IBU
y Yang, teniendo en cuenta el fenómeno de la automatización y la inteligencia
artificial.
Muchos tecnólogos creen que la automatización, entre otras cosas, está
creando desempleo tecnológico. El periodista Nathan Schneider puso de relieve
por primera vez la adhesión de la “tecno-élite” a estas ideas, con un artículo
en la revista Vice que cita a Marc Andreessen, Sam Altman, Peter Diamandis,
entre otros.
En un informe presentado en el Congreso por la Casa Blanca, se estima que
un trabajador que gana 20 dólares la hora en 2010 podría con el tiempo perder
su empleo por el reemplazo de una máquina con el 83 % de probabilidades.
Incluso trabajadores que ganan 40 dólares la hora enfrentan una posibilidad del
31 %.
Con una tasa creciente de desempleo las comunidades pobres podrían resultar
más empobrecidas aún en todo el mundo. Los partidarios del IBUargumentan que
éste puede resolver muchos problemas mundiales como el stress laboral, y podría crear más posibilidades un empleo
más eficiente y efectivo. En un estudio realizadoa en Dauphin, Manitoba, sólo
el 13 % del empleo descendió cuando la perspectiva era mucho peor. En un
estudio en algunos poblados indios, el IBUhizo crecer el nivel educativo
regional de los jóvenes en un 25 %.
Además del desempleo tecnogénico algunos expertos en tecnología han
alertado que la automatización podría desestabilizar el mercado de trabajo o
incrementar la desigualdad social. Un ejemplo es Chris Hugues, cofundador de
Facebook y del Proyecto de Seguridad Económica. La automatización ha venido
sucediendo durante siglos y mientras avanzó no reducía de manera permanente la
tasa de empleo sino que generaba
inestabilidad laboral. Desplaza trabajadores que pasan su vida aprendiendo
nuevas habilidades que luego se tornan obsoletas y ello los obliga a tomar
empleos no calificados. Paul Vallée, un tecno-emprendedor canadiense y CEO
de Phythian, afirma que la automatización muy posiblemente incremente la
pobreza y reduzca la movilidad social al generar una todavía creciente tasa mayor de desempleo. En 2016 el ingreso basico garantizado en
Winnipeg mereció el análisis de Vallée
que postuló que la esclavitud es
un ejemplo histórico de un período en el que el capital (esclavos africanos)
podía realizar el mismo trabajo que el de los empleados pagos (pobres blancos).
Esta situación no causó una masiva tasa de desempleo sino que aumentó la
desigualdad económica y redujo la movilidad social.
b) Malos hábitos sociales
Hay quienes postulan que algunas personas gastarían el IBUen alcohol y
otras drogas . Sin embargo, los estudios sobre el impacto social de transferir
efectivo así a la población demuestran lo contrario. Una investigación del
Banco Mundial del 2014 que reunía 30 estudios científicos concluyó que “Las
preocupaciones acerca del peligro que puede representar las transferencias en
efectivo en relación con el consumo de alcohol y tabaco son infundadas”.
c) El IBU como parte de un
sistema económico post-capitalista
Harry Shut ha afirmado que el IB,
entre otras medidas, hará que todos o la mayoría de los emprendimientos sean
cooperativos antes que privatísticos. Estas medidas crearían un sistema
post-capitalista.
Erik Olin Wright caracteriza el
IBUcomo un proyecto para reformar el capitalismo empoderando al trabajo en
relación con el capital brindando al trabajo mayor poder negociador , con
empleados en mercados de trabajo que puedan gradualmente “des-cosificar” el
trabajo desacoplando el empleo respecto del ingreso. Esto permitiría un
expansión en el alcance de la economía social dándole a los ciudadanos más
medios de acometer actividades (como el arte) que no impliquen retribuciones
financieras importantes.
James Meade (Nobel de economía 1977) abogó por un esquema de dividendos
sociales financiados por activos productivos públicos Russell propugnaba el IBU
junto con la propiedad pública como medios de acortar la jornada laboral
promedio y alcanzar el pleno empleo.
Los economistas y sociólogos han aconsejado que se implemente alguna forma
de IBU como una vía para la
resdistribución de los beneficios económicos de las empresas públicas para
favorecer a toda la población, refiriéndose también a una especie de dividendo
social donde el IBU represente el
reintegro a cada ciudadano del capital titularizado por toda la sociedad. Estos
sistemas serían financiados directamente por las ganancias de las empresas
públicas y son considerados como piezas centrales de varios modelos de
socialismo de mercado.
Guy Standing ha propuesto un dividendo social que surja de un Fondo de
Riqueza Soberana coherente con la democracia, conformado primariamente de una
tasa sobre los réditos, derivados de la propiedad material, financieroa e
intelectual.
Herman Daly considerado como uno de los fundadores del ecologismo
aconsejaba una economía de crecimiento cero dentro de los límites ecológicos
del planeta. Para alcanzar esa economía
sustentable y verde incluyendo el bienestar social básico y la seguridad para
todos, escribió bastante sobre la necesidad de reformas estructurales del sistema
capitalista.
d) El IBU y la crítica de
los economistas
En 2016 al panel de expertos de la IGM (Iniciativa sobre Mercados Globales)
nucleados en la universidad de Chicago se le preguntó si “otorgar a cada
ciudadano estadounidense mayor de 21 años un IBU de 13.000 dólares al año,
financiado por todos los programas de subsidios sociales que se eliminarían,
incluyendo seguridad social, Medicare, Medicaid, subsidios para la vivienda y
subsidios familiares, entre otros, constituiría una mejor política que mantener
el statu quo. El 58 % del panel disintió con la idea, y sólo un 2% manifestó
estar de acuerdo. Entre las razones de quienes discrepaban estaban el coste
económico de la medida y el hecho que la estructura propuesta debía ser
perfeccionada. Davon
Daron Acemoglu, profesor en el célebre MIT expresaba sus dudas diciendo: el
statu quo es indefendible. Es imprescindible una seguridad social más
efeiciente y generosa. Pero el IBU es caro
y al mismo tiempo no suficientemente
generoso. Eric Maskin ha declarado que un ingreso básico tiene sentido pero no
al costo de eliminar toda la seguridad social y Medicare. Simeon Djankov,
profesor en la London School of Economics, dice que los costos de un sistema
realmente generoso serían prohibitivos.
Las críticas también arrecian desde la izquierda. Douglas Rushkoff, profesor de Teroría de los Medios y Economia
Digital en la Universidad de la ciudad de Nueva York sugiere que este IBU “es otra manera de
ignorar la necesidad que tienen las personas de considerar alternativas reales
a vivir sus vidas como meros consumidores pasivos” Este académico ve al IBU
como una sofisticada manera que pueden encontrar las grandes corporaciones de
hacerse más ricas a expensas del dinero público. [39]
e) Incidencia sobre el
empleo
Un argumento común esgrimido contra el IBU es que si las personas tienen
dinero sin condiciones y gratuitamente se volverán perezosas y trabajarán
menos.
Los críticos afirman que menos trabajo significa menos impuestos y por lo
tanto menos dinero para el Estado y para solventar obras públicas. El grado de
desincentivación al empleo a raíz del IBU podría depender de cuán generoso sea
el IBU.
Algunos estudios han observado los niveles de empleo en las experiencias
que se han hecho con el IBU hasta ahora, como asimismo con la renta negativa u
otras iniciativas smilares. En los casos de renta negativa ensayados en los
Estados Unidos en los ’70, bajó un 5 % la cantidad de horas trabajadas entre
los beneficiarios. La reducción fue mayor en el caso de los proveedores de
segundos ingresos de cada hogar y menor en el caso de los proveedores
principales de ingresos. Bajaban más las horas trabajadas a medida que el
beneficio era mayor. Los participantes de estos experimentos sabían que el
experimento estaba limitado en el tiempo.
En la experiencia de Mincome que se realizó en Dauphin, Manitoba, también
en los ’70, hubo también una leve baja en las horas trabajadas. Sin embargo los
únicos dos grupos que disminuyeron significativamente las horas trabajadas
fueron las madres primerizas y los adolescentes que aportaban a sus familias.
Las primeras invirtieron su tiempo extra en el cuidado de sus hijos y los
trabajadores adolescentes lo aplicaron a sus estudios.
En el experimento Mincome, "la
reducción del esfuerzo laboral fue modesta: 1 % entre los varones adultos, 3 %
entre las viudas y 5 % entre las mujeres solteras”
Un estudio reciente del Fondo Permanente de Dividendo de Alaska – el más
grande programa de IBU implementado en los Estados Unidos desde 1976- parece
mostrar que la premisa de que el empleo desciende con el IBU es falsa. Los
investigadores Damon Jones de la
Universidad de Chicago y Ioana Marinescu de la Universidad de
Pensilvania sostienen que si bien se observa un leve descenso en horas trabajadas
en beneficiarios por razones similares a las observadas en el experimento de
Manitoba, hubo también un 17 % de aumento en trabajos a tiempo parcial. Los
autores teorizan de que el nivel de empleo se mantuvo estable porque el ingreso
extra lleva a sus beneficiarios a permitirle más consumos, con lo cual aumenta
la demanda de empleos de servicios. Este hallazgo es consistente con los datos
económicos actuales. Ningún efecto es observado cuando se trata de empleos en
el sector manufacturero, que produce para exportar. Esencialmente, dicen estos
autores, los efectos macroeconómicos de un mayor consumo apuntalan el empleo en
general. Para tomar un ejemplo ilustrativo, aunque hipotético, alguien que usa
su IBU puede recortar sus horas de trabajo empleado en el almacén de barrio.
Como con el IBU habrá más consumo. Ese almacén necesitará contratar más
personas para que atiendan el local. En tanto, la distribución del IBU no
afecta la demanda internacional de petroleo y los trabajos vinculados a ella.
Jones y Marinescu hallaron más bien que la gran escala a la que está pensado el
programa permite que funcione y que las
personas no abandonen totalmente sus respectivos trabajos.
No es aventurado suponer que el ciudadano medio beneficiario del IBU, no se
comportará como un vago ocioso una vez que sepa que lo percibirá siempre.
Nuestra sociedad y nuestra cultura con seguridad lo impulsarán a emplear esos
recursos en desarrollar un proyecto personal de expansión, ya que la vagancia y
la ociosidad siguen siendo un fuerte disvalor en la consideración del grueso de
la población.
Epílogo - Cuestiones
económicas
Obviamente el gran interrgante práctico referido al IBU estriba en cuál
será o debiera ser el origen del dinero a distribuir. Se podrían postular
modelos de subsidio estatal o bien modelos de ahorro privado por las mismas
empresas productoras de bienes y servicios, o modalidades mixtas. Ya hay
proyectos concretos que delinean propuestas específicas pero el tema está
recién despertando interés en quienes tienen la capacidad de diagramar
alternativas realistas.
No desconocemos tampoco el intringulis que implican los posibles efectos
negativos, temporales o definitivos en la economía de un pais, en la inflación,
por ejemplo, de manera que sirvan las líneas que anteceden solamente como una
presentación del tema y un estímulo para estudiarlo con mayor detalle, sobre
todo con miras a una implementación real que logre combatir el inminente
flagelo del desempleo masivo que viene de la mano del auge de las nuevas tecnologías
en esta era de la automatización.
Notas
(1) ver sitio
https://citizensincome.org/citizens-income/what-is-it/
(2) Nam haec punitio furum et supra
iustum etsi et non ex usu publico. Est enim ad vindicanda furta nimis atrox,
nec tamen ad refrenanda sufficiens. Quippe neque furtum simplex tam ingens
facinus est, ut capite debeat plecti, neque ulla poena est tanta, ut ab
latrociniis cohibeat eos, qui nullam aliam artem quaerendi victus habent.
Itaque hac in re non vos modo, sed bona pars huius orbis imitari videntur malos
praeceptores, qui discipulos verberant libentius quam docent. Decernuntur enim
furanti gravia atque horrenda supplicia cum potius multo fuerit providendum ut
aliquis esset proventus vitae, ne cuiquam tam dira sit furandi primum, dehinc
pereundi necessitas
(3) (2 Tes. 3,10)
(4) (Mt. 20)
(5) C.D.S.I. 172, tomando citas de
Juan Pablo II, Carta enc. Laborem exercens, 19: AAS 73 (1981) 525.;Juan Pablo
II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 42: AAS 80 (1988) 573.;Pío XII,
Radiomensaje por el 50º aniversario de la « Rerum novarum »: AAS 33 (1941)
199.;Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 22: AAS 59 (1967) 268.
(6) Cf. Juan Pablo II, Carta enc.
Centesimus annus, 6: AAS 83 (1991) 800-801.;León XIII, Carta enc. Rerum
novarum: Acta Leonis XIII, 11 (1892) 102.
(7) CA, 48
(8) Deus Caritas Est, 26
(9) Oeconomicae et pecuniariae
quaestiones, 31
Bibliografía y referencias en inglés
Simon, Matt "Andrew Yang's
Presidential Bid Is So Very 21st Century".
Spaceflight, Mike Wall
2019-08-13T11:05:25Z. "SpaceX's Elon Musk Endorses Democratic Presidential
Candidate Andrew Yang". Space.com. 17 /08/2019.
Schneider, Nathan (6/01/2015).
"Why the Tech Elite Is Getting Behind Universal Basic Income".
Revista Vice
Economic Report of the President
(PDF) (Report). Febrero 2016. p. 244. 2/5/ 2019.
Schneider, Nathan (6/01/2015).
"Why the Tech Elite Is Getting Behind Universal Basic Income". Vice.
Forget, Evelyn L. (2011).
"The Town With No Poverty: The Health Effects of a Canadian Guaranteed
Annual Income Field Experiment". Canadian Public Policy. 37 (3): 283–305.
doi:10.3138/cpp.37.3.283.
Roy, Abhishek. "Part 2 of
SPI's Universal Basic Income Series". Sevenpillarsinstitute.org. Retrieved
16 July 2017.
"Paul Vallee, Basic Income, for publication". Retrieved 28 May
2017 – via Google Docs.
Sheahen, Allan. Basic Income
Guarantee: Your Right to Economic Security. New York: Palgrave Macmillan, 2012.
Koga, Kenya. "Pennies From
Heaven." Economist 409.8859 (2013): 67–68. Academic Search Complete. Web.
12 April 2016.
Evans, David K.; Popova, Anna (1
May 2014). "Cash Transfers and Temptation Goods: A Review of Global
Evidence. Policy Research Working Paper 6886" (PDF). The World Bank.
Office of the Chief Economist.: 1–3. Retrieved 18 December 2017.
Shutt, Harry (2010). Beyond the
Profits System: Possibilities for the Post-Capitalist Era. Zed Books. p. 124.
ISBN 978-1-84813-417-1. a flat rate payment as of right to all resident
citizens over the school leaving age, irrespective of means of employment
status...it would in principle replace all existing social-security
entitlements with the exception of child benefits.
Wright, Erik Olin. "Basic
Income as a Socialist Project," paper presented at the annual US-BIG
Congress, 4–6 March 2005 (University of Wisconsin).
"Basic Income". Media
Hell. Retrieved 9 December 2012.
Russell, Bertrand. Roads to
Freedom. Socialism, Anarchism and Syndicalism, London: Unwin Books (1918), pp.
80–81 and 127
Marangos, John (2003).
"Social Dividend versus Basic Income Guarantee in Market Socialism".
International Journal of Political Economy. 34 (3): 20–40.
doi:10.1080/08911916.2004.11042930. JSTOR 40470892.
Standing, Guy (2017). Basic
Income: And how we can make it happen. London: Pelican Books. ISBN
9780141985480. OCLC 993361670.
Standing, Guy (2016). The
Corruption of Capitalism: Why rentiers thrive and work does not pay. London:
Biteback Publishing. ISBN 9781785900440. OCLC 954428078.
Dolan, Ed (27 January 2014).
"A Universal Basic Income: Conservative, Progressive, and Libertarian
Perspectives". EconoMonitor. Retrieved 29 September 2014.
Weisenthal, Joe (13 May 2013).
"There's A Way To Give Everyone In America An Income That Conservatives
And Liberals Can Both Love". Business Insider. Retrieved 29 September
2014.
Gordon, Noah (6 August 2014).
"The Conservative Case for a Guaranteed Basic Income". The Atlantic.
Retrieved 29 September 2014.
Kaori Katada. "Basic Income
and Feminism: in terms of "the gender division of labor"" (PDF).
Caitlin McLean (September 2015).
"Beyond Care: Expanding the Feminist Debate on Universal Basic
Income" (PDF). WiSE.
"Majority of Economists
Surveyed Are against the Universal Basic Income". 30 June 2016. Retrieved
28 July 2016.
"Poll Results | IGM
Forum". www.igmchicago.org. Retrieved 28 July 2016.
"The Changing Nature of
Work". Retrieved 7 October 2018.
Rushkoff, Douglas (10 October
2018). "Universal Basic Income Is Silicon Valley's Latest Scam".
Medium. Retrieved 20 January 2019.
Tanner, Michael. "The Pros
and Cons of a Guaranteed National Income." Policy Analysis. Cato
institute, 12 May 2015, Web. 2, 7 March 2016.
"Basic Income, sustainable
consumption and the 'DeGrowth' movement". BIEN. 13 August 2016. Retrieved
14 December 2016.
"urn:nbn:se:su:diva-7385:
Just Distribution : Rawlsian Liberalism and the Politics of Basic Income".
Diva-portal.org. Retrieved 16 February 2014.
Jump up to: a b Gilles Séguin.
"Improving Social Security in Canada – Guaranteed Annual Income: A
Supplementary Paper, Government of Canada, 1994".
Canadiansocialresearch.net. Retrieved 16 August 2013.
The Need for Basic Income: An
Interview with Philippe Van Parijs, Imprints, Vol. 1, No. 3 (March 1997). The
interview was conducted by Christopher Bertram.
Belik, Vivian (5 September 2011).
"A Town Without Poverty? Canada's only experiment in guaranteed income
finally gets reckoning". Dominionpaper.ca. Retrieved 16 August 2013.
A guaranteed annual income: From
Mincome to the millennium (PDF) Derek Hum and Wayne Simpson
"A universal basic income
experiment in Alaska shows employment didn't drop". qz.com. Quartz.
Retrieved 20 November 2018.
"Critics of universal basic income argue
giving people money for nothing discourages working—but a study of Alaska's
36-year-old program suggests that's not the case". Business Insider.