Por
Carlos Prosperi
Dr. Biología – Lic.
Filosofía
Universidad Blas Pascal -
CONICET
Conviene aclarar que COVID-19 es el acrónimo de
Corona Virus Desease, seguido del año de su origen. No es el nombre del virus
sino de la enfermedad que produce, y en castellano debe ir con género femenino
según la FUNDEU. El nombre del virus es SARS COV-2, o sea Severe Acute
Respiratory Sindrome, Corona Virus, y el número 2 para diferenciarlo de la
epidemia anterior del SARS COV, que curiosamente (¿o no?) también se habría
originado en los murciélagos chinos.
El grupo de los coronavirus es bastante amplio,
comprende a los que producen la gripe común o influenza, lo que no implica que
ésta sea una “gripezinha” sino más bien un “gripazononón”. El nombre proviene
de la vista al microscopio electrónico, donde aparecen como un círculo rodeado
de puntas, recordando una corona. La imagen de una esfera con picos es una
reconstrucción por computadora en tres dimensiones, y los colores son
imaginarios, ya que los electrones son distintos de los fotones y no producen
colores.
Los virus son enigmáticos, no porque se los
desconozca, sino porque son difíciles de encuadrar en lo que entendemos por
seres vivientes y no-vivientes, a diferencia de las bacterias, que son sin duda
organismos aun cuando simples, y se pueden combatir con antibióticos. Los virus
poseen ácidos nucleicos rodeados de una cápsula proteínica de protección, y son
macromoléculas. No tienen citoplasma, no respiran, no se alimentan, no tienen
metabolismo y no pueden reproducirse por sí mismos sino invadiendo células a
las que inhiben el Ácido Desoxi-ribo Nucleico (ADN) celular y las hacen
sintetizar virus, según los genes virales. No pueden valerse por sí solos,
existen a costa de explotar a las células para su propio beneficio y son
siempre parásitos, casi como burócratas.
Los coronavirus tienen Ácido Ribo Nucleico (ARN)
que en una célula hace copias del ADN del núcleo y las transfiere a los
ribosomas para sintetizar proteínas. Por ello la molécula de ARN es más
inestable y facilita las mutaciones, al punto tal que la vacuna gripal de un
año queda obsoleta para el año siguiente.
La pandemia actual puede estar originada por más
de una cepa, y así se explicaría que muchos resultados de investigaciones sean
contradictorios, aun asumiendo que son correctos a pesar del obvio apresuramiento,
porque se estarían comparando datos que no corresponden a la misma cepa. Se
dijo que los barbijos eran innecesarios, que los jóvenes no se enfermaban, el
sobreviviente quedaba inmunizado, pero hay resultados que muestran lo
contrario. También se discrepa acerca del tiempo de supervivencia en
superficies diversas, y se postula que las muertes estarían asociadas a una
deficiencia en la vitamina D.
Algo similar ocurre con algunas drogas, como la
hidroxi-cloro-quina, derivado de la quinina usada contra el paludismo. En el
siglo XIX las tropas coloniales inglesas contrajeron esta enfermedad, para la
que se adoptó como cura un remedio local, al que llamaron Indian Tonic, o
tónico de la India, que se consume endulzado o mezclado con bebidas
alcohólicas, como el Gin Tonic. El paludismo es causado por el Plasmodium
vivax, un protozoo, distinto a un virus o una bacteria. El Remdesivir es un
antiviral usado para el VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) que produce el
SIDA (Síndrome de Inmuno-Deficiencia Adquirida) hasta ahora con resultados
inciertos, aunque prometedores. La Ivermectina es un antiparasitario
intestinal, que está dando algunas esperanzas.
La producción de una vacuna específica puede
tardar varios meses, dado que se requieren ensayos cuidadosos para asegurar que
sea efectiva, y además no produzca efectos colaterales malignos a corto o a
largo plazo, lo que se dificulta con este virus monárquico capaz de mutar más
rápido que el tiempo de elaboración de una vacuna. Aunque parezca una frase de
Arjona, es muy difícil matar lo que no tiene vida.
Por ahora lo más seguro es el aislamiento y la
“cuareterna”. Deben protegerse los ojos, al menos con anteojos de sol, que
junto con la boca y nariz son las entradas del virus para atacar las vías
aéreas. Por eso produce esa severa dificultad para respirar y altera los
sentidos del olfato y gusto. La Universidad de Hong Kong descubrió que ingresa
por los ojos 80 veces más que por la respiración. Se trasmite entre personas,
no sobrevive mucho en el aire, o el agua, como sí lo hace el virus de la
hepatitis, y no pasa a través de la epidermis, de modo que los guantes sólo dan
protección psicológica.
Sobre los orígenes de la COVID-19 hay muchas
teorías conspirativas que se han hecho virales (nunca más oportuno el término)
y aunque son posibles, no son necesariamente ciertas. Lo más razonable es que
el virus haya estado latente en murciélagos y luego fue transmitido a
serpientes y pangolines, donde mutó a la versión actual. No hay evidencias
serias de que haya sido un arma biológica fabricada intencionalmente, o
producto de un error buscando la cura del SIDA.
El pangolín es un Folidoto, un Mamífero consumidor
de hormigas y termitas con una boca y lengua similar a la de los osos
hormigueros, con posibilidad de enrollarse para su protección a la manera de
los armadillos, pero en vez de placas tiene su cuerpo cubierto de escamas
imbricadas entre sí para protegerse. Estas escamas están formadas por
queratina, como nuestras uñas. La medicina oriental (que aunque milenaria no es
tan sabia) le atribuye propiedades afrodisíacas, y nunca faltan personas
capaces de comer cualquier cosa ante la creencia de semejante propiedad. Los
pangolines, junto con la sopa de murciélago, son consumidos por muchos
asiáticos, y así el virus habría mutado e invadido a los humanos.
En China la mayoría de los animales para consumo
se venden en los llamados “mercados húmedos”, donde los mantienen vivos y los
faenan en el momento, sin el más mínimo control sanitario. Se ofrecen todo tipo
de peces, pulpos, caracoles, mejillones, serpientes, escorpiones, insectos,
gusanos o cualquier otro bicho que pueda ir a parar al asador (o al wok). No es
un “virus chino”, pero la dispersión de esta pandemia es responsabilidad
culpable o culposa en el mejor de los casos, del Gobierno Chino.
Estos mercados abundan en el sudeste de Asia, con
exclusión de Japón, donde las medidas higiénicas son envidiables. No obstante,
el virus no comenzó a expandirse desde ninguna ciudad de esos países densamente
poblados, sino desde el mercado de Wuhan, ubicado a poca distancia de uno de
los institutos de virología más importantes del mundo.
Casualmente (¿o no?), los virólogos chinos que
hicieron inicialmente alguna advertencia fueron descalificados y humillados,
mientras otros salieron a comprar cigarrillos y no volvieron. Las autoridades
aceptaron haber mentido ante la Organización Mundial de la Salud para que la
epidemia se considerara como local, y que la cantidad de muertos e infectados
es mucho mayor que las cifras oficiales.
Amenazaron a Australia con cortar relaciones
comerciales si investiga el origen de la pandemia, mientras Canadá, Turquía y
países europeos han rechazado los kits de detección de la COVID-19 provenientes
de China, porque comprobaron que los reactivos dan falsos negativos, lo que
distorsiona las estadísticas.
Curiosamente (de nuevo: ¿o no?) estos kits chinos
no fueron rechazados en Argentina y son los que se aplicaron en algunos
controles para prevención y datos de control. Se usaron cientos en las
estaciones porteñas de Once, Retiro y Constitución, donde convergen trenes,
subterráneos y colectivos, y sólo dieron positivos en un par de casos.
Mientras nuestro Presidente recomendaba tomar
bebidas calientes para no infectarse, el Ministro de Salud, preocupado en legalizar
el asesinato de niños cual émulo de Herodes, negó la llegada de la pandemia a
estos pagos, enfatizando el problema del dengue, que ciertamente es también muy
grave.
Se tomaron medidas sensatas (con el diario del
lunes, aprovechando la experiencia del Hemisferio Norte) recién cuando se armó
el grupo de expertos consultores, que extrañamente (otro: ¿o no?) en su mayoría
no tienen cargos jerárquicos en el Ministerio.
En un Hércules sanitario nos trajeron a Córdoba
algunos respiradores que se fabrican a pocos minutos del aeropuerto Taravella.
Y en esta crisis una legisladora propuso que la Cámara de Diputados pase a
llamarse de “Diputadas y Diputados”.
Al añadirse la epidemia de dengue se conforma una
sindemia, a la que habría que sumar otras epidemias difíciles de erradicar y
tan insalubres como la inflación, pobreza,
corrupción, inseguridad o la deuda externa y eterna que supimos
conseguir.
Sorprende la convocatoria a 200 médicos cubanos,
como si aquí faltaran, cuando tenemos
una cantidad de médicos por habitantes que duplica la de los países con los
mejores sistemas de salud del mundo. Tenemos en cambio una fuerte carencia de enfermeros.
Sería más comprensible llamar a asesores de USA,
Japón o Europa, que están a la vanguardia en investigación científica, pero no
de Cuba, donde sus hospitales no son mejores que nuestros hospitales públicos,
y la investigación está tan atrasada que mientras vivía Fidel no había acceso a
internet ni a publicaciones científicas de occidente, no sea que se dieran
cuenta que el “paraíso socialista” se parece más al infierno y que los balseros
no eran traidores a la revolución. La cantidad de publicaciones científicas por
cada país muestra que las hechas por cubanos provienen de los residentes en
Miami.
La comparación de la cantidad de infectados en
Argentina y en Chile, provocó la protesta de los hermanos trans-cordilleranos,
quienes aclararon haber hecho diez veces más testeos con una población que es
menos de la mitad de la nuestra, demostrando que no tenemos menos infectados
sino que no los detectamos. Para compararnos con Suecia se deben considerar
muchos factores. Es como no medir la pobreza por ser estigmatizante, y decir
que estamos mejor que Alemania. Europa tiene atrás el pico de casos y los meses
fríos, mientras nosotros los tenemos por delante.
El diario La Nación (10/05/20) dice que según el
Ministerio de Ciencia y la Unidad COVID del CONICET: “Los tests rápidos para
monitorear la circulación del nuevo coronavirus que aconsejaron comprar las
autoridades sanitarias nacionales son defectuosos… Una falla que podría hacer
subestimar epidemiológicamente la circulación del virus en la población, el
principal objetivo de estos testeos”. Afortunadamente, se anunció un nuevo
método desarrollado por el Insituto Milstein, el “Neokit” (15/05/20).
Sería necesario otro artículo para abordar el tema
de los “adultos mayores”, como nos llaman con corrección política a los viejos,
obligados a una cuasi prisión domiciliaria, mientras también se dio prisión
domiciliaria a los “compañeros pro-libertad”, llámense asesinos, ladrones,
estafadores, narcos, secuestradores,
políticos corruptos y otros probos conciudadanos, considerando que sufren
hipertensión, diabetes o hemorroides (sic).
Hasta las Actrices Argentinas y el Ministerio de
Mujeres, Género y Diversidad protestaron por la liberación de violadores y
femicidas, si bien no opinaron de lXs otrXs presXs. Después del “cacerolazo”
los poderes Ejecutivo y Judicial jugaron al gran bonetón, hasta que al final
cerraron la canilla. Si viviera Discépolo tendría letra para varios
Cambalaches.
Finalmente, habría que considerar si esta epidemia
del virus coronario es un castigo divino, como muchos gurúes y fanáticos
fundamentalistas pregonan irresponsablemente, o si sólo es resultado directo o
indirecto de la estulticia humana. Parecería que denominarnos a nosotros mismos
como Homo sapiens es resultado más del orgullo que de la realidad.
Dista de una conducta inteligente que todavía haya
quienes creen supersticiosamente en
propiedades mágicas de ciertos animales, que los coman sin precauciones
elementales y que las autoridades correspondientes no ejerzan los debidos controles
sanitarios o que manipulen según su propia conveniencia los datos estadísticos
no es propio de sapientes.
Como contraparte, los ateos y agnósticos, desde su
fe irracional en el positivismo y el materialismo, consideran que el avance
científico reemplazará a Dios, como pretendieron durante la Revolución Francesa
con el culto a la Diosa Razón. Para ellos las pestes eran cosa del Medioevo,
inconcebibles con la tecnología del Siglo XIX que solucionaría todos los
problemas, y ahora se han golpeado la nariz contra un muro al ver que la
medicina actual por ahora sólo puede aislar a los infectados, como en tiempos
antiguos.
Agreguemos que un asteroide de 16 Km. pasó cerca
de la Tierra, el Krakatoa y volcanes menores conectados a él están haciendo
erupciones, hubo terremotos leves, se espera un tsunami en el Pacífico,
aparecieron avispones de 5 cm. en USA y Canadá, y persiste el peligro de
grandes incendios. Todo ello en una roca insignificante que gira alrededor de
una estrella menor en la inmensidad del cosmos. Visto lo visto, sostener la
muerte de Dios es un acto de soberbia injustificada, sobre todo cuando el
muerto es Nietzche.
No se puede caer en el ridículo de achacar al
neoliberalismo una epidemia originada en un régimen comunista, ni caer en
ecologismos sentimentaloides, pero es notable que la naturaleza nos da otra
oportunidad y en pocas semanas los delfines, ciervos, pumas, osos y muchas aves
van recuperando algunos de sus ambientes, las aguas se limpian y aclaran, los
gases contaminantes disminuyen y hasta se cerró el agujero en la capa de ozono.
Una lección que deberíamos aprender para nuestro propio beneficio.
Según la Escolástica, el Creador es la causa
primera de toda su creación, y usa las causas segundas como su instrumento para
regir el universo, salvo excepcionales intervenciones milagrosas. No es
necesario apelar al recurso del “Deus ex machina” ante una peste que puede
explicarse según las leyes naturales.
Santo Tomás sostiene que la Providencia Divina no
afecta al libre albedrío humano ni al azar en los eventos mundanos. Al contrario,
es justamente por esos medios que Dios hace cumplir sus designios, usando
inclusive lo malo para producir lo bueno.
Son innegables los castigos bíblicos enviados para
enderezar nuestra conducta. Acumulamos méritos como para recibir un buen
soplamocos, y lo venimos haciendo desde los Cromagnones hasta la actualidad.
Debemos replantearnos como humanidad nuestra conducta en los órdenes natural y
sobrenatural, desde lo religioso, ético, político y social.
En una aparición a Santa Catalina Labouré en 1830 la
Virgen le dijo: “Acontecerán no pequeñas calamidades. El peligro será grande.
Llegará un momento en que todo se creerá perdido. Entonces yo estaré con
vosotros. Tened confianza”. Al siglo siguiente tuvimos las dos Guerras
Mundiales, con unos 80 millones de víctimas entre ambas.
Más allá de lo dicho, lo importante es cuidarnos
para no infectarse ni infectar si acaso somos portadores asintomáticos. El
“bichito” no debe hacernos entrar en pánico, pero tampoco hay que dejarse
atrapar con las manos sucias, literal y metafóricamente hablando.
Bibliografía consultada
Libros
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Smith, C. 1971. Biología Molecular: Enfoque Estructural. Alianza Universidad.
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Páginas web
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