La identidad filosófica de Karol Wojtyla frente a la fenomenología de Max Scheler

Por Ángel C Correa

Abogado y filósofo chileno

 

Introducción

La elección de Karol Wojtyla como Papa Juan Pablo II no sólo fue sorpresiva por el hecho de ser polaco, sino también --y principalmente-- por la «presentación» que él hizo de sí mismo en la traducción inglesa ‘The Acting Person’ de su obra principal ‘Osoba i Czyn’ (‘Persona y Acción’) pocos meses después de aquel acontecimiento:

 

«El autor de este estudio se declara deudor de los sistemas de la metafísica, de la antropología y de la ética aristotélico-tomista, por una parte, y, por otra, de la fenomenología, sobre todo en la interpretación de Scheler y, a través de la crítica de Scheler, también de Kant.

 

«Al mismo tiempo, ha emprendido una búsqueda individual para llegar a esta realidad que es el hombre-persona, visto a través de sus acciones.»

 

Y atendida la controversia de fondo que esto significa, agrega:

 

«Esta presentación del problema, completamente nueva en relación a la filosofía tradicional (y por filosofía tradicional entendemos aquí la filosofía precartesiana y, sobre todo, la herencia de Aristóteles, y, entre las escuelas católicas de pensamiento, la de Santo Tomás de Aquino), me ha incitado a realizar un intento de reinterpretación de ciertas formulaciones características de toda aquella filosofía… En ello, el autor ve una vuelta hacia la más interesante de las «cosas en sí» que es precisamente el ser humano en cuanto 'sujeto'.»

 

No obstante la superficialidad del planteamiento, esto deja a la vista que Wojtyla insinúa directamente una cierta re-orientación personal al subjetivismo.

 

Sin embargo, aquí debe quedar claro de inmediato que esta declaración no proviene del Prefacio de Wojtyla, como es lógico suponer, sino de un «facsímil manuscrito en polaco», identificado como ‘Borrador del Prefacio del Autor’, agregado al libro por la Editora fenomenóloga Anna-Teresa Tyemieniecka junto con su traducción al inglés, a continuación del Prefacio real del libro cuando Wojtyla ya había sido electo Papa y, consecuentemente, sin su conocimiento.

 

Desgraciadamente, lo más grave es que ese supuesto «borrador del Prefacio» terminó remplazando al «Prefacio auténtico de Wojtyla» en las traducciones de dicha traducción inglesa, como se puede comprobar en la traducción al español de 1982. (1) WOJTYLA, K. ‘Persona y Acción’. Biblioteca de Autores Cristianos, 1982.

 

Así, pues, dada su importancia principal para apreciar este problema, detengámonos brevemente en el Prefacio Auténtico de Wojtyla.

 

«Concedida la familiaridad del autor con el pensamiento aristotélico tradicional, es sin embargo la obra de Max Scheler, la que ha sido de gran influencia en su reflexión. Y en primer lugar, es la 'teoría del valor de Scheler' la que está en cuestión.

 

«En nuestros días, cuando la diferenciación de las cuestiones relacionadas con el hombre ha llegado a su cúspide, es la unidad del ser humano la que parece imprescindible investigar.

 

«De hecho, a pesar de los esfuerzos fundamentalmente schelerianos, y en general fenomenológicos, conducentes a la cognición del hombre, esta unidad, su base, así como su manifestación primordial, todavía están ausentes en la concepción filosófica actual del hombre--, mientras que en el pensamiento tradicional aristotélico era la propia concepción del 'acto humano', la que fue vista como la manifestación de la unidad del hombre, así como su fuente.

 

«De hecho, es en la reversión de la actitud post-cartesiana hacia el hombre que emprendemos nuestro estudio: aproximándonos a él a través de acción.» (2) WOJTYLA, K., The Acting Person, D. Reidel Publishing Company, 1979. Traducción de Angel C. Correa.

 

Como se ve, aquí queda claro que el ‘Prefacio de Wojtyla’ no implica ninguna confesión de ser «fenomenólogo» --como parece haber sido el propósito específico de la Editora en el ‘borrador de Prefacio’--, sin que ello afecte su convicción de que los aportes a la Etica del ‘método’ fenomenológico de Max Scheler sean de gran importancia y valor.

 

La aceptación ‘práctica’ de Karol Wojtyla del Método Fenomenológico de Max Scheler

Demos una mirada a las numerosas presentaciones de Wojtyla sobre su aceptación «práctica» del pensamiento de Scheler --desde su Tesis de Habilitación en adelante--, durante toda su carrera académica hasta su elección Papal (1954-1978).

 

1. ‘Max Scheler y la Etica Cristiana’’ (1953) Conclusión final en la Tesis de habilitación académica.

«A las investigaciones sobre el sistema ético de Max Scheler se debe, ciertamente, el mérito de haber llamado la atención sobre el papel indiscutible de la «experiencia fenomenológica» en los valores éticos. Sin embargo, al mismo tiempo, estas investigaciones nos persuaden de que el pensador cristiano, y sobre todo el teólogo, al servirse de la experiencia fenomenológica en sus trabajos, no puede ser meramente un fenomenólogo.

 

En efecto, una fenomenología consecuente nos mostrará el valor ético solamente como manifestado en la vida de la persona «con ocasión» de la acción, mientras que la tarea del teólogo-ético consiste en analizar el valor ético de la misma actividad humana a la luz de principios objetivos.

 

Si de lo que se trata es de una aplicación de las experiencias fenomenológicas, hemos de recordar que Scheler, que demostró la gran importancia de este método, no aprovechó en su sistema todas las posibilidades que se le ofrecían para analizar experimentalmente la realidad moral. De hecho lo dejó de lado al analizar la experiencia de la conciencia dejándose llevar de la influencia de las premisas «emocionalistas» de su propio sistema.

 

Y, como ya sabemos, esto fue lo que lo alejó de la posibilidad de penetrar en el «orden moral objetivo», del que un pensador cristiano nunca podrá separarse.» (4) Tesis de Habilitación de Karol Wojtyla de 1953, ‘Evaluación de la Posibilidad de construir la Etica Cristiana sobre el sistema de Max Scheler’, Biblioteca de Autores Cristianos en 1982, pag. 218.

 

2.‘El problema de la separación de la experiencia y el acto en la ética de Kant y Scheler’ (1955-57).

«Según Scheler, el «querer» --o «acto de la voluntad», si se prefiere usar una terminología no fenomenológica--, no constituye la base estructural de la experiencia ética. El ‘querer’, como tal, no tiene valor ético. Aunque el valor ético emerge sólo «con ocasión del querer», no emerge del querer, sino --como siempre-- de la «emoción». En ese caso, sin embargo, la persona no realiza valores éticos, el bien o el mal, los valores que pertenecen más íntimamente a la persona.

 

«Aquí estamos en presencia del error fatal del fenomenólogo. Scheler falla en percibir la verdad más elemental y básica, a saber, que el único valor que puede ser llamado valor ético es el valor cuya «causa eficiente» es la persona actuante.» (5) WOJTYLA K. ‘Mi Visión del Hombre’, Ensayos de Karol Wojtyla. Ediciones Palabra en 1997, pag. 211.

 

3. ‘En búsqueda de las Bases del Perfeccionismo de la Etica’ (1955-57)

«El aspecto perfeccionista en la ética aparece de manera adecuada sólo si adoptamos las premisas de la «filosofía del ser».

 

«La ética de Aristóteles es una ciencia acerca de los seres humanos, que, en la lucha por diversos bienes, deben buscar ante todo el bien más adecuado a su naturaleza racional.

 

«Tomás de Aquino procede, como Aristóteles, a partir de la afirmación de la estrecha conexión que se produce entre el «bien» y el «ser». Esta afirmación adquirió nueva fuerza a la luz de numerosas declaraciones en el Génesis y otros libros de la Biblia --que ya habían sido enunciadas con frecuencia por San Agustín. Tomás de Aquino, en su filosofía del bien, apela a la tradición de Aristóteles y San Agustín. El bien es el fin de un ser, ya que lo hace perfecto. Y así, el bien es siempre la perfección de un ser existente.

 

«En cambio, en la visión de Scheler, la persona no es en ningún sentido un «ser», sino única y exclusivamente una «conciencia». Esta es una conciencia de ser una persona, pero éste no es el ser objetivo de la persona. Con tales supuestos, en definitiva no se puede sostener que los valores morales perfeccionan la persona.

 

«Como resultado, el valor de Scheler, terminó siendo suspendido, por así decirlo, en un vacío, porque el ser humano es un ser completo y no sólo una conciencia.» (6) WOJTYLA, K.‘In Search of the Basis of Perfectionism in Ethics’ en ‘Person and Community, Selected Essays of Karol Wojtyla’, Edición Peter Lang, 1993. Traducido al español por Angel C. Correa.

 

4. ‘La Persona Humana y la Ley Natural’ de 1969

Aquí Wojtyla plantea el conflicto entre las visiones tomista y fenomenológica respecto del concepto de «naturaleza».

 

a) La «naturaleza» según el Tomismo:

 

«Nosotros, en la escuela tomista, la escuela de la «filosofía perenne», estamos acostumbrados principalmente o exclusivamente a un significado: la naturaleza en el sentido metafísico, es más o menos equivalente a la «esencia» de una cosa tomada como la base de toda su actualización. La naturaleza, en el sentido metafísico, está integrada en la persona. Boecio, y toda la escuela tomista después de él, definen a la persona de la siguiente manera: «la persona es una sustancia individual de naturaleza racional». Aquí, la naturaleza se integra en la persona.

 

«Esto significa que la naturaleza humana implica siempre y necesariamente una estructura «óntica», esto es, un ser humano real y concreto, existente y actuante, como sujeto causal de todas sus acciones. En otras palabras, el tomismo se centra en la «eficacia» o «causalidad» de la persona.

 

b) La «naturaleza» según la fenomenología:

 

«Desde este punto de vista, la naturaleza es equivalente al sujeto de actualización instintiva y, consecuentemente, tiene un significado más estrecho y limitado. Así, cuando decimos que «algo ocurre naturalmente», inmediatamente estamos enfatizando que «algo sucede», que «algo se actualiza», y no que «alguien» realiza una acción o que alguien actúa; en este sentido la naturaleza «excluye»a la persona como sujeto actuante, como el autor de la acción; aquí, la naturaleza apunta solamente al hecho que una cosa está siendo «actualizada» sin la participación eficiente de alguien, de algún «sujeto causal» que sea una persona.»

 

¿Qué conclusiones saca de esto Wojtyla?

 

1° «El conflicto entre «persona» y «naturaleza» aparece solamente cuando comprendemos la naturaleza en el sentido en que la entienden los fenomenólogos, es decir, como el sujeto de una actualización instintiva, como el sujeto de lo que simplemente sucede. El conflicto entre persona y naturaleza se plantea aquí en un sentido específico: la naturaleza, como fuente de dicha actualización, «excluye» a la persona.»

 

2° «Aquí, ciertamente, debemos apartarnos lejos del entendimiento ligado al concepto fenomenalista o fenomenológico de la naturaleza; debemos mantener la distancia necesaria.» (7) WOJTYLA, K., ‘The Human Person and Natural Law’, en ‘Person and Community, Se-lected Essays of Karol Wojtyla’, Edición Peter Lang, 1993. Traducido al español por ACC.

 

5. ‘El Problema de la Experiencia en la Etica’ de 1969.

Wojtila se detiene aquí en el concepto de ‘experiencia puramente sensorial’ en la visión de Max Sheler.

 

«El concepto de experiencia «puramente sensorial»es especialmenteinaceptable cuando se aplica a la esfera de la moralidad, ya que el aspecto específico de los hechos morales --aquello que determina la esencia del «fenómeno de la moral»-- de ninguna manera es accesible a los sentidos.

 

«Sin embargo, nuestro conocimiento en el área de la psicología de la moralidad ha sido mejorado en gran medida por ciertos fenomenólogos del siglo XX, y tal vez, especialmente, por Max Scheler.

 

«Y en tal sentido, no hay manera de negar que los actos humanos, en términos del valor moral, es decir, del bien y el mal contenido en ellos, van acompañados de «experiencias emocionales» muy profundas: por la alegría y la satisfacción espiritual en el caso del bien y por la depresión e incluso la desesperación en el caso del mal.

 

«Sin embargo, la reducción de estas experiencias y sentimientos a las categorías sensoriales del placer y el dolor es una simplificación excesiva, que se traduce en un empobrecimiento rudimentario de la imagen tanto de la persona humana como de la moralidad en el ser humano.

 

«En consecuencia, el concepto «puramente sensorial» del sentido moral, debe ser rechazado en la ética.» (8)WOJTYLA K., ‘The Problem of Experience in Ethics’ en ‘Person and Community,, Selected Essays of Karol Wojtyla’, Edición Peter Lang, 1993. Traducción al español de ACC

 

6. ‘Persona y Acción’ (1969)

«La subjetividad del hombre, común a las dos estructuras --el «actuar» del hombre y el «suceder-en» el hombre-- en la filosofía cultivada siguiendo a Aristóteles y a Tomás de Aquino encontró su expresión en el término «sup-positum». Este término significa etimológicamente algo que es colocado debajo (sub-ponere).

 

«En efecto, «debajo» de todas las acciones y «debajo» de todo lo que sucede en él «está» el hombre. Se trata de un ser real, «ser-hombre», que existe realmente y que, en consecuencia, actúa realmente.

 

«Entre existir y actuar hay un estrecho vínculo que constituye el tema de uno de los más básicos principios de la comprensión del hombre. Aristóteles lo expresó en la siguiente frase: «operari sequitur esse», que podríamos expresar quizá del siguiente modo: algo debe primero existir para que después pueda actuar. El «esse» --«existencia»-- se encuentra en el origen de la acción y se encuentra también en el origen de todo aquello que pueda suceder en el hombre; se encuentra en el inicio de cualquier dinamismo humano.» (9) WOJTYLA, K., ‘Persona y Acción’. Biblioteca Palabra, 2011, p. 128)

 

7. ‘Epílogo al debate sobre el libro Persona y Acción’ suscitado en Polonia en 1970.

«El proyecto de combinar dos orientaciones filosóficas, digamos, una tomista y otra fenomenológica, es decir, una filosofía del ser y una filosofía de la conciencia es, de hecho, muy modesto y no posee una dimensión ‘maximalista’.

 

«En todo caso, en ‘Persona y Acción’, cualquier intento de combinar estas dos filosofías está fuera de cuestión, especialmente con respecto a la fusión dela filosofía de ser con una filosofía de la conciencia, una que reduce toda la realidad al sujeto-consciencia y sus contenidos. En ‘Persona y Acción’, esto no es de ninguna manera posible.» (10) WOJTYLA K., citado por Andrew N. Woznicki en su libro ‘Karol Wojtyla’s Existencial Personalism’. Mariel Publcations, 1979, pag, 19-20. Traducción al español por ACC.

 

8. ¿Participación o Alenación?

Ensayo presentado en la IV Conferencia Internacional de Fenomenología, realizada en Friburgo, Suiza, en Enero de 1975 que, al parecer, se presta para suponer una confesión directa de Wojtyla de su adhesión a la Fenomenología. Sin embargo su línea argumental no puede ser más categórica al respecto:

 

Deseo añadir mis pensamientos a los de todos los que tomarán parte en esta conferencia, que tiene como tema ‘Soi et autrui’ («Yo y el Otro»). Ellos se refieren al mandamiento evangélico de amar al prójimo, visto desde la perspectiva de una interpretación personalista de la acción humana.

 

En ella distingue dos situaciones cognitivas, una fundada en la realidad objetiva del ser humano y la otra que implica una relación exclusivamente en el ámbito de la experiencia.

 

«La primera es la constatación del hecho de la existencia y actividad de un ser humano concreto, designado por el pronombre ‘yo’, que existe y actúa en común con otros seres humanos. El ‘otro’ es uno de ellos, alguien que vive a mi lado, y que es a la vez ‘otro’ y ‘uno de los otros’ que existe y actúa en común conmigo.

 

«La segunda situación cognitiva, debe ser definida con mayor precisión. Su base no es tanto la conciencia como la ‘auto-conciencia’, condicionando toda la estructura de la experiencia vivida de ‘sí mismo’ del ‘yo’ concreto.

 

«Esta conciencia constituye, desde su propia perspectiva, todo ese mundo que nos es dado simultáneamente como un hecho. En este mundo, la conciencia constituye todos los seres humanos, todos y cada uno de ellos, cercanos y lejanos. Los constituye como diferentes de mí. Constituye entre ellos al ‘otro’, que es a la vez ‘otro’ y ‘uno de los otros’, definiendo, por lo tanto, también la relación del otro con ‘mí mismo’, con mi ‘yo’.

 

«Debemos tener en consideración necesariamente ambas situaciones cognitivas en el punto de partida de nuestra reflexión, porque la problemática ‘yo-otro’ no se limita a la sola comprobación del ser, o la existencia, sino que también requiere un análisis de la experiencia vivida.

 

Al mismo tiempo, sin embargo, esta es una experiencia vivida en la relación de dos sujetos realmente «existentes» y «actuantes». (11) WOJTYLA, K., ‘Participation or Alienation?’, en ‘Person and Community, Selected Essays of Karol Wojtyla’, Edición Peter Lang, 1993. Traducción al español por ACC.

 

9. ‘Persona: Sujeto y Comunidad’ (1976). Aquí Wojtyla describe la esencia filosófica de la «Fenomenología».

«Después de Descartes, el aspecto de la conciencia asumió eventualmente una especie de absolutización, que en la época contemporánea entró en la fenomenología a través de Husserl. La actitud gnoseológica en la filosofía ha sustituido a la actitud metafísica: el ser se constituye en y de alguna manera a través de la conciencia.

 

«Si bien se puede conceder que la persona y la acción --o, para decirlo de otra manera, mi propio yo existente y actuante-- se constituye en la conciencia, en la medida que la conciencia refleja siempre la existencia («esse») y la actividad («operari») de ese yo; sin embargo, es la experiencia del ser humano (y sobre todo la experiencia de mi propio yo) quien revela claramente que la conciencia está siempre «subjetivada en el yo» y que sus raíces son siempre «el suppositum humanum».

 

«La conciencia no es un sujeto independiente, aunque por medio de una cierta abstracción, o más bien de una exclusión --que en la terminología ‘husserliana’ se llama «epoché»--, la conciencia puede ser tratada como si fuera un sujeto. Esta forma de tratamiento de la conciencia es la base de toda la filosofía trascendental, que investiga los actos de cognición como actos intencionales de la conciencia, es decir, como actos dirigidos hacia contenidos no subjetivos, sino a contenidos objetivos disponibles (fenómenos).

 

«En tanto este tipo de análisis de la conciencia conserva el carácter de un método cognitivo, puede y tiene excelentes frutos. Sin embargo, debido a que este método se basa en la «exclusión» (epoché) del conocimiento de la realidad del ser realmente existente, no puede ser considerado como una filosofía de esa realidad y, ciertamente, no puede considerarse como una filosofía del ser humano, del ser humano persona.

 

«Al mismo tiempo, sin embargo, no puede haber ninguna duda de que este método debe ser utilizado ampliamente en la filosofía del ser humano. (12) K. WOJTYLA, ‘El Hombre y su Destino’, Ediciones Palabra, Madrid, pag. 55, Edición 2005).

 

Conclusión

Como resumen de la posición filosófica aristotélico-tomista de Wojtyla, en sus relaciones con la fenomenología aquí expuestas, repitamos sus palabras presentadas previamente en este escrito:

 

«La naturaleza humana implica siempre y necesariamente una estructura «óntica», esto es, un ser humano real y concreto, existente y actuante, como «sujeto causal» de todas sus acciones.»

 

En tal contexto, la «investigación» de Wojtyla sobre el valor del «método fenomenológico» de Max Scheler procura agregar, al conocimiento objetivo del ser humano, el conocimiento fenomenológico de la experiencia subjetiva del subconsciente, perspectiva que le pareció «muy valiosa y conveniente» para un mejor entendimiento del ser humano.

 

Publicado en Infocatólica, 09/05/22


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